Especial
Furious Monkey House o cuando el rock no es una cuestión de edad
Un profe y cinco de sus alumnos han encontrado la manera de divertirse y divertir con sus canciones
Hay mucha gente que se queja de que el sistema educativo en nuestro país no apoya las artes y el desarrollo personal de los alumnos. Puede que tengan razón pero lo cierto es que siempre hay opciones y buena prueba es Furious Monkey House, el experimento de un profesor de música que, junto a algunos de sus alumnos, ha montado un grupo que ya tiene su álbum debut en la calle.
Gonzalo Maceira es un treintañero enamorado del rock and roll y militante de varias bandas en su Pontevedra natal. Trabaja como técnico mercenario y da clases de música en un colegio y en un centro privado. Ahí encontró a sus compañeros en esta aventura, cinco chavales entre 11 y 13 años a los que ayudó a encontrar su talento y la motivación para centrarse en algo que les hace felices.
Que nadie se equivoque que Gonzalo no es un profe a la usanza, no les enseña escalas ni canciones clásicas, él les ha ayudado a apreciar el buen rock de los 90 y los chicos se han acostumbrado a escuchar a grupos como Foo Fighters, Radiohead, Cardigans, Pixies o Placebo.
Empezaron a componer sus propias canciones entre todos, como un juego y viendo la dimensión que tomaba el proyecto decidieron dar un paso más y marcharse a grabar un disco a Londres, a los míticos estudios de Abbey Road.
Trabajar con niños siempre abre un interesante debate sobre el trabajo para los menores. “Hay gente a la que le parece bien lo que hago y hay gente a la que le parece mal”, reflexionaba Gonzalo en Jotdown.es, “también hay algunas personas que han dicho que soy un explotador. Yo tengo muy claro lo que soy, pero a veces dudo de si estoy haciendo lo correcto, de si me equivoco”.
Pese a sus dudas, los padres de los chicos lo tienen claro, ven a sus hijos felices y ellos pueden estar encima de cada decisión que se toma. Son los protagonistas y tienen voz y voto. “Siempre les pregunto primero a ellos si están a gusto, porque son pequeños pero no idiotas”, explica.
Han empezado a dar conciertos muy seleccionados. El primero que dieron fuera de Galicia fue el pasado 13 de febrero en el Teatro Lara de Madrid en el marco de los Matinales de El País. Pero que nadie se equivoque, no es el negocio redondo, “las más graciosas son las críticas de la gente que cree que me estoy haciendo millonario a costa de los niños, cuando lo único que hice fue perder dinero para levantar este proyecto, aunque no me duele un céntimo”, afirma Gonzalo.
Están dispuestos a seguir adelante con su grupo aunque tienen claro que no es más que un hobbie. No sienten la presión de muchos otros niños que pasan últimamente muy a menudo, por los talent show de la televisión. “Me resulta asqueroso. Me da rabia que alguien se atreva a decidir quién vale y quién no. Someter a un niño a esa presión no lo entiendo, ni entiendo cómo un padre puede hacerlo”, asegura Gonzalo, “creo que a los niños tenemos que crearles su propio concurso donde siempre son los ganadores, eso es lo que hacemos en Furious desde el primer día”.
De momento se divierten, están motivados y el tiempo dirá hasta donde llega este proyecto que comenzó como un experimento y que ha demostrado que los niños pueden encontrar motivación en la música.
Gonzalo les acompaña en esta aventura, siempre con su máscara de mono, para no desentonar y con la ilusión que los pequeños han sabido contagiarle. Ojalá muchos profesores fueran así.