Especial
Dos cambios de look y un taparrabos, entre las penitencias a los concursantes que quedan en ‘Supervivientes’
Han cambiado comida por penitencias que ahora tendrán que cumplir
Muchos esperaban con ganas La mesa de las tentaciones en Supervivientes 2023 y ha llegado. Este martes, en Tierra de nadie, hemos visto cómo los concursantes tenían que decidir si pagar o no las penitencias impuestas a cambio de suculentos manjares. La negociación ha sido dura y Laura Madrueño ha estado muy metida en su papel de negociadora.
En el caso de Adara, tenía una enorme tarta de chocolate dividida en cinco partes, una por cada letra de su nombre. Para ir consiguiendo partes, tenía que ir aceptando penitencias. Después de muchas idas y vueltas, finalmente se ha quedado con tres partes de esa tarta y un bocadillo equivalente a las otras dos partes.
Eso sí, le ha costado caro porque tendrá que vivir con los ojos tapados un día y recordemos que es algo que le gusta muy poco. Además, tendrá que caminar atada a Jonan y Asraf, no hablará durante un día y no comerá nada que haya pasado por el fuego. Queda una que todavía no conoce, cortarse el pelo 15 centímetros. Y es que las tres últimas penitencias las ha aceptado solo escuchando la reacción del público al conocerlas en plató.
La negociación de Artùr
Un poco mejor parado ha quedado Artùr que solo va a tener que cumplir con una penitencia a cambio de la apetecible bandeja de sushi que le han ofrecido.
Laura le ofreció cortarse el pelo, pero no quiso porque recordó que le había costado un año tener la melena que luce ahora. Eso sí, llamó a Adara para que le diera a probar un poco de sushi que ella le metió en la boca, no sin antes jugar un poco con él y sus ganas.
Y ahí radica su penitencia, no podrá tocar absolutamente nada de comida durante toda la semana. Eso quiero decir que no podrá repartir comida estos días ni tampoco comer con sus propias manos ni con la ayuda de ningún utensilio, tendrán que ayudarle sus compañeros. Los más vagos dirán que es una recompensa más que una penitencia.
Cambios de look
Una de las penitencias que nunca falta y es una de las más esperadas es el rapado de pelo. En esta ocasión, tenemos pendiente el corte de Adara, pero ya hemos vivido un par de cambios de look.
Jonan ponía el grito en el cielo cuando Laura descubría una hamburguesa vegana XXL. No se lo podía creer. A cambio tenía que raparse. “Al cero es too much”, aseguraba. Finalmente negociaba para cortárselo al 3. La presentadora ha disfrutado al máximo utilizando ella misma la maquinilla. Luego compartía ese disfrute con Adara que remataba la faena. “Qué adrenalina pura”, aseguraba.
“Te has quitado diez años de encima”, le decía Carlos Sobera. Y él seguía negociando e intentaba hacer ver que por esa mata de pelo se merecía, al menos, una cucharadita de la tarta de Adara.
No era el único que se despedía de una buena cantidad de pelo. Alma Bollo acabó cortándose 45 centímetros de su larguísima melena a cambio de dos boles de pasta carbonara que tanto disfruta cuando la come con su novio. Añadió en la negociación un brownie de postre.
“Lo que yo hago de este concurso. Mamá prepárame una peluca, unas extensiones”, gritaba cuando la maquinilla se ponía en funcionamiento. “Guapísima”, le decía el presentador desde plató cuando Laura terminaba su cometido.
Comer antes que la familia
“Si es una moto de agua te digo ya que sí”, le decía Bosco a Laura cuando llegaba su turno. Pero no, las recompensas en esta mesa, son todas de comida. La suya era un gigantesco solomillo Wellington del que lleva semanas hablando.
Tras comprobar que, por dentro, la carne estaba apetecible, aceptaba ponerse un taparrabos. Pero, demasiado fácil. Su penitencia era renunciar a hablar con su madre. Tras quedarse bloqueado un momento, se echaba a reír por desesperación. “Qué duro”, se escuchaba a Adara de fondo.
“Mamá, nos vemos dentro de poco, pensaré en ti”, acababa renunciando a la llamada telefónica.
Adiós, muñeca
Cuando llegaba el turno de Asraf descubría uno de los kebabs que tanto le gustan, pero en tamaño bestial. Claro que no le iba a salir gratis. Ha tenido que pagar dos penitencias. Por un lado, llevar un taparrabos hasta nuevo aviso y renunciar a la muñeca de Jasmine que le recuerda a su novia.
“A mí me da muchísimo pudor llevar esto, mucha vergüenza y perder la muñeca que me da fuerza y energía para seguir…”, exponía para pedir unas cuantas chuches más para su recompensa. Finalmente, aceptó, eso sí, se moría de vergüenza cuando hacía el paseíllo con solo puesto un taparrabos en forma de hoja de vid.
Una gala completa y llena de sorpresas. Está claro que todos se van a llenar el estómago, aunque a algunos les ha salido caro.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...