Especial
Aplaudida reflexión de Roy Galán sobre los futbolistas del Betis que acudieron a una boda con bolso
Estos días han recibido multitud de mensajes homófobos
Eneko Angulo, técnico del staff del Real Betis Balompié se ha casado este fin de semana, pero ni él ni su mujer han sido los protagonistas de la ceremonia, sino dos de los jugadores del equipo. Y es que la homofobia parece seguir muy presente en el mundo del fútbol. Lo de Vinicius Jr no ha enseñado mucho sobre la necesidad de una mayor tolerancia.
Borja Iglesias y Aitor Ruibal acudían a la boda con un complemente que ha llamado mucho la atención: un bolso. El delantero gallego llevaba un diseño de Dior que cuesta 3.500 euros. Aitor, por su parte, acudió con un clutch original de Alexander McQueen de un valor de 1.290 euros.
Estos complementos, junto al pelo rosa y las uñas pintadas de Aitor desataron una oleada de comentarios homófobos que él no dudaba en contestar: “Tras los intentos frustrados por parte de una minoría ruidosa de ridiculizar a mi compañero y a mí por nuestra vestimenta, solamente quiero subrayar la importancia de mantener el respeto hacia cualquier persona, con independencia de su orientación sexual o de cualquier índole".
Además, no dudaba en “condenar la homofobia que, evidentemente, sigue existiendo en mayor o menor medida y luchar por su erradicación. Aquellos que a estas alturas continúan mostrando comportamientos de este tipo, necesitan ayuda de manera urgente. El problema lo tienen ellos por su intolerancia y sus complejos".
Roy Galán reflexiona
El que también se ha pronunciado sobre este suceso ha sido el escritor y activista LGTBI, Roy Galán, que suele ser muy crítico con este tipo de comportamientos.
“A los futbolistas del Betis, Borja Iglesias y Aitor Ruibal, los han llamado mari**** por llevar un bolso a una boda. No importa que los jugadores sean o no sean gays o bisexuales (a los que nos lo llaman lo hacen antes de que sepamos qué somos) puesto que este insulto lo que trata es de señalar que el otro es “poco hombre”, que hay algo fallido en él, algo femenino que no debería estar ahí”, empezaba su reflexión.
“Así, la preocupación, es algo considerado femenino, lo despreocupado (no me importa, no me fijé, no tengo miedo) es una actitud masculina. ¿Qué hace un hombre con un bolso en una boda si los hombres no tienen nada que guardar porque un hombre de verdad no necesita nada más que de sí mismo para sobrevivir y existir, bro? Esto lo que quiere decir que los hombres (independientemente de la orientación de su deseo) viven en esa cárcel llamada masculinidad que les “obliga” a mostrarse de una manera determinada bajo la amenaza de sufrir un apercibimiento”, continuaba.
“Este disciplinamiento es colectivo y se produce por los demás hombres a través de la diferenciación (si soy capaz de ver algo entonces quedo excluido de ese algo), por las mujeres a través del deseo (no se te levanta, no será que eres mari**) y a través del Estado mediante políticas destinadas a masculinizar a los hombres en esa suerte de traer de regreso una serie valores tradicionales mediante el “se está perdiendo lo que “tiene” que ser. La cosa es que nada tiene que ser. No hay nada esencial en “ser” un hombre. Es construido. Ser hombre era distinto hace dos siglos que hoy, es distinto en Suecia que, en la India, ser un hombre pobre que rico. Es un mandato infinito e imposible de cumplir que hace a los hombres infelices porque saben que nunca han sido libres y esto produce malestar y los malestares, a veces, violencias. Por eso lo transformador es que allí donde más estrictas son las normas de género, allí donde los niños aspiran a ser, haya hombres que pongan de manifiesto la teatralidad de lo impuesto, que se relajen con ellos mismos y con los demás”, reflexionaba.
“No se trata de ser valientes, se trata de ver por qué de este rechazo para así cambiar la estructura antes de que se instaure de nuevo como una verdad natural”, acababa reivindicando.
Unas palabras que han sido muy aplaudidas y respaldadas y que todavía queda mucho por hacer en esta transformación.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...