Especial
El adiós a su público de Elvis Presley: “Volveremos a vernos. Que Dios os bendiga”
Cerró el concierto con ‘Can’t help falling in love’, el último tema que cantó sobre un escenario
El 26 de Junio de 1977, Elvis Presley actuó en Indianápolis. Cantó durante 80 minutos, ante 18.000 personas que habían pagado 15 dólares por su entrada. Bromeó con el público, les lanzó sus fulares, presentó a su padre, a su novia... Y antes de abandonar el escenario y montar en su jet privado rumbo a Graceland, se despidió: "Volveremos a vernos. Que Dios os bendiga, adiós". No volvieron a verse. El ‘Rey del Rock’ acababa de ofrecer su último concierto.
En 1977, a pesar del acelerado deterioro de su salud, Elvis Presley no dejó de subirse a los escenarios. Se esforzaba en cumplir la mayor parte de sus compromisos. A veces, era incapaz de levantarse de la cama de su hotel y los cancelaba. En ocasiones, los shows duraban menos de una hora y “era imposible entenderle”. Cosechaba críticas nada halagüeñas. “Presley se ha convertido en una grotesca caricatura de su antigua energía y elegancia”, escribía el periodista Tony Scherman. Y continuaba, “sobrepeso elevado, mente embotada por los fármacos que ingiere diariamente, apenas es capaz de sacar adelante sus abreviados conciertos”.
En la revista Rolling Stone, calificaban las puestas en escena del ‘rey’ de “tristes y torpes” y resaltaban su lamentable estado: “A Presley, hinchado y drogado, le cuesta recordar sus letras y a duras penas termina el show sin desplomarse… la mayor parte de sus tres últimos años de vida es triste y difícil de ver”.
Entre el 17 y el 26 de Junio, Elvis emprendió una gira de 9 conciertos. Terminaría siendo conocida como ‘Elvis' Final Farewell’, o ‘El Último Adiós de Elvis’. Cuando concluyera, se retiraría un tiempo a descansar, recluido en Graceland, hasta retomar su siguiente tour a mediados de Agosto.
Dos de los conciertos de esta gira, el del 19 de junio en Omaha (Nebraska) y el del 21 en Rapid City (Dakota del Sur), fueron grabados por RCA para un álbum en directo y un especial de televisión (‘Elvis in Concert’). Gran parte del material resultó inservible. Muestra cómo Elvis trastabillaba, olvidaba sus palabras o su voz sonaba adormecida. Se editó una gran parte. Jerry Schilling, miembro del círculo cercano de Elvis, cuenta en sus memorias que preguntó al mánager del artista, Col. Tom Parker, cómo permitió la filmación. Supuestamente, Parker replicó que fue el propio Presley quien había insistido en hacerlo.
La última vez que Elvis Presley actuó sobre un escenario fue el 26 de Junio de 1977, en el Market Square Arena de Indianápolis. Era su show nº 55 del año y todo un acontecimiento que congregó a 18.000 personas. Las entradas, a 15 dólares, se agotaron. Empezaba a 8:30 p.m., pero había teloneros: un número cómico a cargo de Jackie Kahane, una charanga y cantantes de soul.
El ‘Rey’ tomó su trono a las 10 p.m. y cantó durante 80 minutos. Llevaba puesto su famoso mono blanco y dorado con el calendario azteca bordado en pecho y espalda. Diseñado y confeccionado por Gene Doucette en 1974, la pieza se llamaba Mexican Sun God o simplemente Aztec. Era uno de sus favoritos y es el que pasó a la posteridad.
Es verdad que tenía sobrepeso, 158 kg, que su salud iba cuesta abajo, que parecía incómodo y sudaba ostensiblemente, que tenía problemas personales. Pero Elvis consiguió echar a un lado todo lo que le perturbaba y se aplicó en hacer lo que mejor sabía hacer. Estaba de buen humor, bromeó con el público, estrechó manos o les lanzó sus fulares, como era habitual. Y se esforzó al máximo en alcanzar las notas altas. Además de su colección de clásicos, Jailhouse rock, Hound dog o It's now or never, hizo una conmovedora versión de Bridge over troubled water de Simon & Garfunkel. Y presentó individualmente a sus músicos, permitiéndoles que lucieran sus habilidades: Larrie Londin (batería), Jerry Scheff (bajo), Tony Brown (piano)…
Sin embargo, ocurrió algo diferente en esta última actuación. No solo presentó a su padre y manifestó su alegría de que hubiera podido acompañarle en la gira, también mencionó a su novia, Ginger Alden, a la madre y a la hermana de esta, a su médico, a sus primos, a su productor... Y agradeció, sobre todo, al público: "Me gustaría decir que este es el último día de nuestra gira. No podíamos haber tenido un público mejor. Habéis hecho que merezca la pena". A continuación, cerró el concierto con Can’t help falling in love, la última canción que interpretó en un escenario.
Se despidió diciendo, “Volveremos a vernos. Que Dios os bendiga, adiós”, mientras se marchaba. El público estaba entusiasmado. Por los altavoces se escuchaba: “Damas y caballeros, Elvis ha abandonado el edificio”. Era una manera de decirles a los fans que no intentaran ir al camerino a pedir autógrafos. Realmente, Elvis ya no estaba en el edificio. Había tomado su jet privado, un Convair 880 para 120 personas, que le llevaba directamente a su casa. A Graceland.
"Elvis ha limitado sus movimientos de karate, pero las posturas que adopta con su guitarra genera gritos y alaridos de sus encantadas fans", escribía al día siguiente Rita Rose en ‘Indianápolis Star. Más crítico fue Zach Dunkin en el Indianápolis News: "Ha llegado el momento de que los fans de Presley dejen de proteger a su ídolo y demanden más. Ellos saben que 'el Rey' puede hacerlo mejor". Lamentablemente, Presley no tuvo la oportunidad de hacerlo mejor. Pocas semanas después, el 16 de Agosto de 1977, fallecía a los 42 años.
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop