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Así es el alga asiática (y maloliente) que está empañando el verano en Cádiz
Su presencia masiva se ha convertido en una amenaza para el turismo y la actividad pesquera en la zona.
“Estas playas siempre fueron un paraíso de aguas cristalinas, arena fina y naturaleza en estado puro. Pero este verano todo es distinto”, lamenta Julia, una madrileña que desde hace más de 10 años veranea en Los Caños de Meca, una de las localidades más visitadas de la costa gaditana.
Como Julia, los turistas llevan semanas soportando un olor nauseabundo. No se trata de ninguna avería en el alcantarillado, ni de algún tipo de vertido, sino de un alga. Concretamente, de la Rugulopteryx okamurae, que está protagonizando una auténtica invasión del litoral gaditano, y que incluso ha dado el salto a los informativos de ámbito estatal. Las aguas han pasado de ser cristalinas a un marrón oscuro que desluce su aspecto.
En realidad, la situación no es nueva. Este alga lleva años poniendo en jaque a los pescadores de la zona del Estrecho. De hecho, su presencia va mucho más allá de Andalucía: también es un problema en Murcia, en la Comunidad Valenciana, en Catalunya y en las Islas Baleares.
Pese a ello, el epicentro del asunto se encuentra en las costas de Cádiz. Desde la Diputación Provincial se abrió hace ya dos años una línea de ayudas para los ayuntamientos afectados. La última, dotada con 261.925,94 euros, se aprobó el pasado mes de abril, y con ellos se pretendía dotar de más recursos a los municipios que solicitasen ayuda para hacer frente a los gastos extraordinarios de limpieza que ocasiona este molesto organismo.
De Asia al Mediterráneo
Pero, ¿de dónde salió la Rugulopteryx okamurae? Se sabe que su origen es asiático. Concretamente, su hábitat natural son las aguas templadas de China, Corea, Filipinas y Japón. Su presencia en Europa se detectó por primera vez en 2002 en la laguna costera de Étang de Thau, en Francia, mientras que en nuestro país se avistó inicialmente en Ceuta en 2015. La rápida velocidad a la que crece está favoreciendo que poco a poco vaya reemplazando a las algas autóctonas.
Aunque no existe una prueba irrefutable, todo parece indicar que llegó a las costas españolas a través de uno de los miles de barcos que traen mercancía al Mediterráneo desde el otro extremo del mundo. ¿Cómo? A través de lo que se conoce como agua de lastre, una cantidad que se ubica en la base de los buques para aportar estabilidad. Ese agua se vierte con frecuencia durante las labores de carga y descarga, lo que facilita que se introduzcan microorganismos que, de otra manera, difícilmente llegarían hasta aquí.
El agua de lastre está regulada por un convenio internacional. De hecho, en 1991 el Comité de Protección del Medio Ambiente Marino adoptó la resolución “Normas para prevenir la introducción de organismos no deseados y patógenos por la descarga del agua de lastre y sedimentos de los buques”. Desde 2004, el Convenio Internacional para el Control y Gestión del Agua de Lastre y Sedimentos de los Buques obliga a todos los barcos a implementar un Plan de Gestión de Agua de Lastre y Sedimentos, con técnicas como la filtración o el uso de biocidas. Sin embargo, los principales grupos ecologistas denuncian su incumplimiento sistemático desde hace años.
¿Podría ser este alga una oportunidad, además de un problema? Quizá. La Rugulopteryx okamurae contiene polisacáridos (alginatos y fucoidanos) que se utilizan en la industria alimentaria, y que habitualmente se obtienen de otras fuentes. Además, este organismo funciona como estimulador del metabolismo y como protector ante enfermedades debido a la existencia de moléculas que pueden actuar como fungicidas y tienen actividad antibacteriana y citotóxica. Sin embargo, más allá del posible beneficio económico que se pueda obtener de ella, los especialistas coinciden: lo urgente es controlar la población para que playas como la de Los Caños de Meca vuelvan a ser lo que eran.