Última hora
Fernando Cervigón: “No tenemos que caer en la ecoansiedad: cada uno ha de hacer su parte”
El CEO de Trees4Humanity pasó por los micrófonos de El Eco de LOS40 para hablar de sus proyectos y reflexionar sobre la conciencia medioambiental.
Preséntate: ¿Quién eres?
Soy Fernando Cervigón y soy el fundador de Trees4Humanity y Absorbev. Llevo los últimos años desarrollando proyectos de preservación medioambiental por todo el mundo. Eso me ha llevado a convivir con las tribus aisladas del Amazonas, a participar en la protección de los hábitats del orangután en las selvas de Borneo, a trabajar en España contra los incendios forestales o, muy recientemente, desarrollar proyectos pioneros de regeneración medioambiental en África.
¿Cuál es la historia de Trees4Humanity? ¿Cuándo y por qué nació?
No tengo una formación técnica ni medioambiental, pero desde pequeño mi pasión siempre han sido los animales y la naturaleza. Llegó un momento en mi vida en el que me di cuenta de que no me llenaba lo que estaba haciendo, así que cogí y me planté en el Amazonas. Yo venía del mundo del emprendimiento, por lo que buscaba encontrar soluciones a determinados problemas. Pero para ello a veces tienes que bajar al barro y experimentar la realidad en tus propias carnes.
En los países más desarrollados vivimos en una burbuja
La preocupación por el medio ambiente no se vive igual aquí que en otros rincones del planeta, ni tampoco se padece igual la destrucción de ecosistemas…
Así es. Creo que en los países más desarrollados vivimos en una burbuja: miramos por la ventana y seguimos viendo el mismo parque que había cuando nacimos. El daño a los ecosistemas en nuestros entornos se ha producido a lo largo de muchos cientos de años. No es algo tan evidente. Pero cuando vas a otros lugares del planeta, te das cuenta del verdadero estado de deterioro en el que se encuentran los principales ecosistemas del mundo.
Siempre hablas de Borneo como uno de los lugares que más te marcó. ¿Por qué?
Cuando fuimos por primera vez a ver los proyectos de la selva de Borneo me impactó profundamente. Siempre había leído sobre sus selvas impenetrable y sus tribus. Para que la gente se haga una idea, es una isla que tiene dos veces la extensión de España, y que hasta hace bien poco era uno de los pulmones verdes del planeta. Incluso los árboles más altos del planeta se encuentran allí. Pero al subirme al avión y presenciarlo desde las alturas, sólo alcancé a ver kilómetros y kilómetros de extensión quemada y deforestada.
¿Ese fue el gran punto de inflexión en tu camino hacia una mayor conciencia medioambiental?
Sin duda fue uno de ellos, pero no el único. Estando en Indonesia nos dimos de bruces, y sin buscarlo, con el problema de los plásticos. Hay zonas del Sudeste asiático que son lugares de gran biodiversidad marina. Sin embargo, con cada marea ves llegar avalanchas de plástico que sepultan zonas con un altísimo valor medioambiental. Estas experiencias son choques de realidad. Pequeños clics que han ido aumentando mi toma de conciencia conforme iba cada vez a más sitios y ponía en marcha más proyectos.
Háblanos de esos otros proyectos. Alguno está relacionado precisamente con los plásticos…
Sí. Cuando empezamos a desarrollar los proyectos de reforestación, nos pareció muy contradictorio la cantidad de plásticos que requieren. Para que la gente lo entienda: metes la semillita en una bolsa de plástico y cuando el árbol crece, se transplanta. Si queremos plantar millones de árboles, eso equivale a millones de toneladas de plástico. Así que lo que hicimos fue buscar una solución local, con materiales de cada lugar que a su vez generasen un impacto positivo en las comunidades. Nos dimos cuenta de que las fibras vegetales, en concreto las de platanera, eran perfectas para esta labor, además de un material con el que trabajan muchas mujeres de las zonas rurales. Fue un match instantáneo. Ahora estamos desarrollando proyectos para las principales organizaciones medioambientales del mundo y al mismo tiempo dando empleo a más de 1.500 mujeres en riesgo de exclusión en África.
No entiendo nuestra labor si no es contando también con las personas
Al final, lo social y lo medioambiental están unidos.
Absolutamente. La gente piensa que nuestros proyectos están relacionados únicamente con plantas y animales, pero no entiendo nuestra labor si no es contando también con las personas. Es parte fundamental de la ecuación. Al final, se trata de buscar formas sostenibles en las que incentivar la participación en este tipo de proyectos y que esa gente pueda, a largo plazo, gestionar sus propios recursos.
De vuelta en España, y trasladando ese compromiso a tu día a día, ¿qué haces para que el planeta sea un lugar más sostenible?
En mi caso personal, tengo un nivel de autoexigencia muy grande. Creo que para hablar sobre cómo se pueden hacer las cosas con un impacto más positivo hay que predicar con el ejemplo, y yo es algo que llevo a un punto radical en mi día a día. Pero al mismo tiempo creo que no tenemos que caer en la ecoansiedad: cada uno ha de hacer su parte y actuar al alcance de lo que su situación le permita. Lo importante es ir dando pequeños pasitos en el día a día, que al final sumados son los que hacen que cambien las cosas. No hay que agobiarse pensando que nuestra mera existencia está destruyéndolo todo. Es más tratar de actuar en lo que está a nuestro alcance y poco a poco ir ampliando la dimensión de ese alcance.
Hablemos de medidas concretas. ¿Cuáles son esos pequeños pasos que cualquiera podría dar?
No me gusta decirle a la gente lo que tiene que hacer. Prefiero exponer las cosas y que cada uno extraiga sus propias conclusiones. Pero daré un dato significativo: un porcentaje muy, muy elevado de toda la deforestación, la gran mayoría de hecho, es como consecuencia de la tala indiscriminada de bosques para sustituirlos por zonas de alimento para ganado. Dicho lo cual, que cada cual actúe como considere. Los valores y la ética son cosa de cada uno, pero yo tiendo a pensar que la gente es buena: si alguien ve una situación y es consciente de lo que está generando, su acción consecuente será positiva.
En ese sentido, existe un encendido debate entre colapsismo y transicionismo. Sin entrar al fondo de la cuestión, ¿eres optimista de cara a que podamos dar respuesta a los problemas medioambientales que nos plantea el futuro?
Sí. No nos queda otra que ser optimistas: es la única opción que hay. Entendiendo los datos que se nos han presentado en el tratado de París, si lo que queremos es no sobrepasar los dos grados de temperatura del planeta tenemos que hacer algo. Puede parecer un dato pequeño, pero implica que en los veranos de España se puedan llegar a sobrepasar los 55 grados, que es ahora mismo la temperatura más alta del planeta y que es prácticamente incompatible con la vida. Se trata de tomar todas las medidas que estén en nuestra mano para tratar de revertir, o al menos de no aumentar ese impacto. En ese aspecto, el ser humano tiene la capacidad de usar su inteligencia y su creatividad para solucionar los problemas.
Es importante que los artistas promuevan acciones que lleguen a sus seguidores
Ya que estamos en LOS40, ¿qué papel crees que han de tener los artistas, y en concreto los músicos, a la hora de trasladar ese mensaje y poner encima de la mesa posibles soluciones a esos problemas?
Creo que en el sector artístico lo importante es predicar con el ejemplo. Estas figuras, que al final son seguidas por millones de personas, han de tomar esa carga de responsabilidad. Al fin y al cabo, son un referente y todo lo que hacen genera un impacto. Por eso es importante que promuevan acciones que lleguen a sus seguidores.
¿Un último mensaje para todos los que te estén leyendo?
Animo a todo el mundo a no rendirse. A hacer lo que esté en la mano de cada uno para ser un poco consecuentes con el modelo de futuro que queremos, de cara a que las nuevas generaciones vivan en un planeta del que nos podamos sentir orgullosos.