Hay más plástico en los lagos y embalses que en el mar
Una investigación internacional desvela la concentración de residuos en los lagos y embalses del mundo. Y es peor de lo que se pensaba.
La contaminación por plástico es uno de los grandes retos medioambientales a los que se enfrenta la humanidad en su conjunto. Fenómenos como la denominada isla de plástico, ubicada en medio del Océano Pacífico y de un tamaño que triplica al de Francia, dan buena cuenta de la dimensión del problema.
Pero el plástico no sólo acaba en el mar: también en los embalses y los lagos. De hecho, su presencia en estas masas de agua es mucho mayor de lo que se creía. Así lo demuestra un estudio que acaba de ser publicado en la revista Nature, y que confirma una realidad preocupante: en determinados casos, las concentraciones de plásticos en las masas de agua dulce son aún más altas que las de que flotan en los océanos.
El estudio Plastic debris in lakes and reservoris ha recabado datos de lagos y embalses de 23 países, y ha contado con la participación de 79 investigadores vinculados a la Red Mundial de Observatorios Ecológicos de Lagos (GLEON), liderados por las investigadoras Verónica Nava y Barbara Leoni, de la Universidad de Milán-Bicocca. Entre los científicos hay varios españoles pertenecientes a organismos como el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA), ambos pertenecientes al CSIC.
Los embalses de la península ibérica se encuentran en niveles intermedios entre los analizados
Entre los lagos donde se ha identificado la mayor contaminación por desechos plásticos se encuentra el Maggiore (Italia), el Lugano (que se extiende entre Suiza e Italia), el Tahoe (EEUU) o el Neagh (Reino Unido). En la lista también está presente el Pantà de Sau, en Cataluña. De hecho, se trata de uno de los que comparativamente muestran mayores niveles de microplásticos.
En líneas generales, los embalses de la península ibérica se encuentran en niveles intermedios entre los analizados por los investigadores. Pero quizá la conclusión más preocupante sea que ninguno de los lagos y embalses analizados está completamente limpio, ni siquiera los que se encuentran más alejados de la actividad humana.
Esencial para todo y para todos
La contaminación por plásticos en lagos y embalses es especialmente preocupante, pues mucha de esa agua está destinada en última instancia al consumo humano y es vital para otros animales. Además, estas masas de agua son esenciales para las economías de la zona, ya que en su entorno se desarrollan numerosas actividades recreativas. “La relevancia de estos resultados estriba en que, además de impactar negativamente en el agua potable que necesitamos, la contaminación plástica tiene efectos nocivos sobre los organismos acuáticos y el funcionamiento de los ecosistemas”, ha explicado Verónica Nava.
El plástico que se acumula en la superficie de los sistemas acuáticos puede promover la liberación de metano y otros gases de efecto invernadero
Cuando hablamos de microplástico nos referimos a partículas inferiores a 250 micras, que llegan a estas aguas a través de la red hidrológica que los alimenta. Aunque aún se desconoce con exactitud cómo afectan estos a la salud humana, diversos estudios han demostrado que las partículas más pequeñas (aquellas inferiores a 150 micras) se incorporan a los tejidos humanos, e incluso en la placenta durante la gestación. Eso supone un riesgo de exposición crónica a un compuesto sintético potencialmente tóxico.
Por otra parte, los científicos alertan de que la presencia de ese plástico también puede tener relación con el cambio climático. “El plástico que se acumula en la superficie de los sistemas acuáticos puede promover la liberación de metano y otros gases de efecto invernadero. Estos residuos pueden interactuar con la atmósfera, la biosfera y la litosfera, afectando a los ciclos biogeoquímicos”, advierte Verónica Nava.