Taylor Swift habla sobre la sexualización que sufrió por parte de los medios de comunicación hace casi una década
El lanzamiento de '1989 (Taylor's Version)' ha traído consigo una reflexión por parte de la artista sobre todo lo que vivió con el lanzamiento original del disco que hoy reimagina
No se nos ocurre una mejor manera de despedir el último viernes de novedades de octubre que celebrar el lanzamiento de 1989 (Taylor's Version), la regrabación con la que Taylor Swift consigue revisitar con éxito el que es seguramente el disco más importante de su carrera, el álbum con el que se adentró en el pop, cambió de estilo y se convirtió en una súper estrella.
A las seis de la mañana, hora española, nos llegaban 21 canciones (5 de ellas inéditas) precedidas de un pequeño prólogo publicado en redes sociales donde mandaba un mensaje de agradecimiento a sus fans: "Nací en 1989, me reinventé por primera vez en 2014 y una parte de mí ha sido reclamada en 2023 con el re-lanzamiento de este álbum que adoro tan profundamente. Ni en mis mejores sueños me hubiese imaginado la magia con la que rociaríais mi vida durante tanto tiempo.
Este momento es un reflejo de los bosques que he recorrido y este amor entre nosotros sigue brillando en la oscuridad más profunda. Os presento, con toda mi gratitud y asombro salvaje, mi versión de 1989. Os ha estado esperando. Taylor." Escribía.
Sin embargo, quienes hayan recibido sus copias físicas en casa o se hayan acercado a las tiendas, conocerán de sobra que la cantante acostumbra a dedicar unas palabras más extensas en el prólogo de la edición física, donde se ha dedicado a reflexionar desde la actualidad algunas cuestiones que la perseguían y atormentaban hace casi una década, antes del lanzamiento original de este proyecto.
Una carta abierta en la que reflexiona sobre un gran periodo de cambio y de la percepción que el mundo y los medios de comunicación tenían sobre ella, dando respuesta a algunas de las críticas más sonadas durante años:
"Cuando tenía 24 años, me senté en un camerino de un backstage de Londres. Emocionada con anticipación. Mis coristas y mi banda se reunieron alrededor de mí formando un círculo. Las tijeras salieron y miré en los espejos como los pedazos de mi largo y rizado cabello caían al suelo a montones. [...] Para mí fue más que un corte de pelo, cuando tenía 24 años decidí reinventarme a mi misma. Os preguntaréis, ¿cómo puede una persona reinventarse? En cualquier forma en la que puedo pensar: musicalmente, geográficamente, estéticamente, personalmente...
La curiosidad que había sentido al escuchar los primeros murmullos mientras hacía Red se había amplificado en pulsaciones. Latidos de inquietud en mis oídos. ¿Los riesgos que asumí cuando jugaba con los sonidos pop y las sensibilidades en Red? Quería llevarlos más lejos. ¿La sensación de libertad que sentí cuando viajaba a grandes y ruidosas ciudades? Quería vivir en una. ¿Las voces que me avergonzaban por tener citas como una mujer adulta normal? Quería silenciarlas.
En los años anteriores me había convertido en el objetivo del slut-shaming, cuya intensidad y ejecución serían criticadas y denunciadas en la actualidad. Las bromas sobre la cantidad de novios que tenía, el menosprecio a mi composición como si fuese un acto depredador de una psicópata loca por los chicos, y los medios que alimentaban esta narrativa... Tenía que detenerlo porque comenzaban a hacerme daño.
Para mí no había tal cosa como tener citas casuales o incluso tener un amigo con el que salir platónicamente. Si me veían con él, asumían que me acostaba con él. Así que me propuse no salir con chicos, tener citas, coquetear o cualquier cosa que pudiese usarse como arma contra mí por una cultura que afirmaba creer en la libertad de la mujer pero que constantemente me trató con la moralidad férrea de la época victoriana. [...] Asumí que podía cambiar esto si simplemente cambiaba mi comportamiento.
Decidí concentrarme en mí misma, en mi música, mi crecimiento y mis amigas. Si solo salía con amigas la gente no podría asumir o sexualizar eso, ¿verdad? Aprendí más tarde que la gente lo podría y lo haría. Pero nada de eso importó en ese momento porque tenía un plan tan confiable como una camada de golden retrievers. Tenía las llaves de mi propio apartamento en Nueva York y nuevas melodías saliendo de mi imaginación, tenía a Max Martin y Shallback, que eran felices de ayudarme a explorar este nuevo paisaje sonoro y estaba enamorada de ello. Tuve un nuevo amigo llamado Jack Antonoff, quien me había hecho unas pistas geniales en su apartamento. Tenía la idea de que el álbum se llamaría 1989 [...] Tenía una fe sublime e inexplicable y corrí directamente hacia ello. En tacones altos y un crop-top".
Unas situaciones a las que haría frente a través de la música y sus canciones. Escribiendo sobre el amor, el desamor, su nueva vida en la Gran Manzana y haciendo caja de todos los rumores que la acechaban: si los medios de comunicación la retrataban como una suerte de viuda negra incapaz de mantener a los hombres a su lado, calificándola como "monógama en serie", Taylor Swift cogería todo eso y lo haría formar parte de su narrativa, cogiendo las riendas de su imagen pública. El resultado ya lo conoces: la creación y composición de Blank Space, canción que acumula más de 1.500 millones de escuchas en Spotify y 3.000 millones de visualizaciones en Youtube. Casi nada.
Mario Caridad
Redactor en LOS40. Ana Mena y Taylor Swift son mi Imperio Romano. Un poco como Lalola: en el momento...