Especial
Madonna despliega la sensualidad de su reinado en Barcelona: Acompañada de sus hijos, Michael Jackson o la bandera LGTB
Dos horas de espectáculo para resumir cuatro décadas de éxitos
Si Madonna empieza su concierto con hora y media de retraso, se la perdona, es lo que tiene ser la Reina del Pop. Fue aparecer en el escenario del Palau Sant Jordi de Barcelona y venirse el público arriba.
Dos fechas en la ciudad condal con entradas agotadas, y eso que, en algunos casos, ascendían a 400 euros. Pero es que poder ser testigo de Celebration Tour es una de esas cosas históricas que muchos no quieren perderse. Y 18.000 personas no lo hicieron ayer noche.
La maestra de ceremonias, Bob the Drag Queen, vestida a lo María Antonieta, lo dejó bien claro desde el principio: "Esto no es un show, ni una fiesta, es una celebración". Y luego ya salió ella, la santa, cantando Nothing Really Matters. “Cuando era muy joven, nada me importaba realmente, excepto hacerme feliz a mí misma; yo era lo único que había”, decía a voces.
Nostalgia de otras épocas
Hubo piropos a Barcelona, discurso de superación y teatro, mucho teatro sobre el escenario. Vimos a Madonna metida en el personaje de esa chica a la que no dejan entrar en la discoteca. No era más que el prólogo de una gran fiesta que culminaría con la muerte simbólica de uno de los bailarines para representar el fin de una era.
Y es que la cantante se ha propuesto repasar toda su trayectoria en esta gira y eso nos lleva a esos comienzos en los clubes neoyorkinos en una época donde el SIDA era la gran lacra del momento. Los retratos de Keith Haring, Christopher Flynn, Herb Ritts o Robert Mapplethorpe aparecían en pantalla mientras cantaba Live To Tell.
Siete actos con pocas pegas, entre ellas, los interludios que, en ocasiones, se hacían un poco largos. Eso sí, se entiende que son necesarios si queremos ver los cambios de vestuario que nos permiten ver estilismos clásicos en esa prolífica carrera como el sujetador de conos de Jean Paul Gaultier o el mono de cristales de Versace.
Se la ve recuperada, aunque todavía no al 100% y es que la infección bacteriana que padeció el pasado junio que le hizo posponer su gira, le ha pasado factura. Eso sí, sigue siendo pura energía, y para eso tiene momentos de relax, como cuando se sienta a ver el desfile de sus bailarines en Vogue que en el caso de Barcelona, lo ha hecho junto a Arca, su telonera.
Un concierto en familia
Precisamente Vogue abrió el bloque familiar. Como ya habíamos visto en otros conciertos de esta gira, hubo momento para Estere, su hija de 11 años que ha demostrado que ha tenido buena maestra en esto del baile. No iba a ser Beyoncé la única en presumir de talento en su familia. Vogue ya tiene una nueva representante.
Estere no fue la única de sus hijos que tuvo protagonismo sobre el escenario, que esto parece una gira familiar. Mercy James fue la encargada de tocar el piano en Bad Girl. Stella apareció en escena cuando sonó Don’t Tell Me y David Banda tocó la guitarra en Mother and Father.
Provocación
Que dirían los padres que tanto protestaron por las coreografías de Aitana en sus conciertos. Posiblemente argumentarían que de Madonna era algo esperado. Y sí, no defraudó desplegó toda esa sensualidad provocativa que ha convertido en seña de identidad. A ella se le permite todo.
También hubo tiempo para la reivindicación de derechos. La vimos desfilar con la bandera LGTBI+ a modo de capa junto a uno de sus bailarines que llevaba escrito en la espalda: No Fear.
Homenaje
Y si hay Reina del Pop es porque había Rey del Pop que no era otro que Michael Jackson. Sus nombres han ido parejos durante toda su carrera. También tiene hueco para él en su gira. Un espectáculo de sombras chinas en la que veíamos su silueta más ochentera y la del fallecido cantante, se entrelazaban mientras cantaban Billie Jean y Like A Virgin.
Burning Up, Everybody, Into The Groove, Holiday, Papa Don’t Preach, Justify My Love, La Isla Bonita, Don’t Cry For Me Argentina, I Don't Search I Find, Bedtime Story, Ray of Light o Bitch, She’s Madonna sonaron en el Palau Sant Jordi, entre otros éxitos como el que da título a la gira.
Un equilibrio entre éxitos incontestables y canciones que llevaban años sin dejarse escuchar en directo y todos ellos el conjunto que resume doce discos de una carrera inigualable resumida en siete actos. Puede que muchos echaran en falta Material Girl, pero dos horas de espectáculo dan para lo que dan.
“Este concierto es la historia de mi vida”, dijo al poco de comenzar. ¡Y qué vida! A sus 65 años tiene un discurso coherente que demuestra que ha llegado el momento de hacer lo que le dé la gana. Y esta noche, repite. Ella es en sí una religión y sus fieles y acólitos, no fallan.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...