El lado oscuro del Black Friday: Así impacta en el medio ambiente
Se acerca unas de las jornadas con más consumo del año, pero también una de las más contaminantes: el Black Friday tiene su lado oscuro.
La imagen se ha convertido en un clásico durante el Black Friday. En varias ciudades del mundo, un grupo de activistas medioambientales se plantan ante las principales cadenas de tiendas con carteles en los que alientan, con carteles llenos de ironía, a comprar más y más sin pensar en las consecuencias que tiene para el planeta. Es parte de lo que se conoce como el Buy Nothing Day (Día de no comprar nada), la respuesta crítica al consumismo desatado del Black Friday.
La protesta tiene su razón de ser. El Black Friday, que cada año se celebra el día después del Día de Acción de Gracias (el cuarto jueves de noviembre), ha ido ganando popularidad hasta convertirse en un reclamo en buena parte del mundo, y en el pistoletazo de salida para la campaña de Navidad. A ello le sigue el Ciber Monday, que se celebra el lunes siguiente, dando como resultado una espiral de consumismo que se prolonga durante varios días.
Se estima que cada español se gasta, de media, unos 220 euros en el Black Friday. Desde el año 2015, las ventas han crecido de forma sostenida, en torno a un 10 y un 20% según denunció en 2021 un informe de Greenpeace. Y ese incremento en las compras se traduce en un impacto para el planeta, a causa no sólo de la producción sino también de la generación de residuos. La deforestación, la pérdida de biodiversidad, la contaminación del aire y del suelo, la extracción de materias primas o la disminución de la cantidad y la calidad del agua son sólo algunas de las consecuencias directas de este pico de consumo derivado del Black Friday. Tal y como denunció en el citado informe Greenpeace, “el consumismo es la combinación de factores perfecta para acelerar aún más la crisis climática actual y la pérdida de biodiversidad”.
Moda y electrónica
A todo ello hay que sumarle que buena parte de las ofertas relacionadas con el Black Friday tienen que ver con la industria de la moda, la segunda mayor contaminante del planeta. Se calcula que, cada año, el sector emplea en torno a 93 mil millones de metros cúbicos de agua, cantidad suficiente para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas. Al mismo tiempo, la industria de la moda genera el 20% de todas las aguas residuales del mundo.
La espiral de fast-fashion actual, espoleada por iniciativas como el Black Friday, se traduce en una cultura del comprar y desechar que también tiene importantes consecuencias medioambientales. En Europa se generan cada año 2 millones de toneladas de ropa usada, de las que solo se revende el 12%. En nuestro país se generan al año 326.000 toneladas de residuo textil. Buena parte de todos esos restos de ropa acaban en terceros países, fundamentalmente africanos, donde esas ingentes cantidades de prendas acaban en la costa.
Los residuos electrónicos aumentan un 20% cada año
Otra de las compras estrella del Black Friday son los productos electrónicos, cuyo incremento ha sido igualmente imparable, al igual que la basura que generan. Los residuos electrónicos aumentan un 20% cada año, y Europa lidera la generación de dichos residuos por cápita, con 16,2 kilogramos por persona al año. En España, más del 75% de esos residuos no se reciclan de forma correcta. Al igual que en el caso de la moda, un porcentaje muy elevado de esos residuos acaban en latitudes mucho más al sur. El vertedero de Agbogbloshie, en la capital de Ghana, Acra, es uno de los ejemplos más salvajes: una gigantesca extensión en la que miles de personas viven de extraer los metales valiosos del interior de estos aparatos, y que ha acabado siendo uno de los lugares más contaminados y peligrosos del planeta.