Ana Medina: La historia de cómo pasar de ser fan de El canto del loco a tener una dedicatoria de Dani Martín en su primer libro
'Escucha esta canción': Una novela de amor a la música y la amistad entre un hombre y una mujer
Ana Medina siempre tuvo claro que la música era algo que movía su vida y no sólo porque su hermana tuviera un grupo en su Burgos natal, sino porque vivía todo lo que tenía que ver con sus artistas favoritos con mucha pasión. De hecho, fue encargada del club de fans de El canto del loco en Castilla y León y les vio en más de 120 conciertos.
No quedó la cosa en la intensidad de una fan. Su amor por la música le llevó a moverse por el circuito de salas de Madrid cuando se trasladó en la capital. Ahora trabaja como freelance como promotora de prensa de muchos artistas o festivales. Y ha formado familia con uno de los músicos de Sidecars.
Y todo ese amor que siente por la música lo ha vertido en su primera novela, Escucha esta canción, que nos cuenta la historia de Carla, una joven que acaba trabajando de recepcionista en una agencia de publicidad que trabaja con grupos donde conoce a un chico que da un vuelco a su vida y no hacia mejor. Y Dani Martín se lo ha leído y le ha escrito una frase.
Hemos podido hablar con ella y comprobar que disfruta hablando de música y de este nuevo trabajo que la ha llenado de ilusión.
¿Cómo llegas a la publicación de una novela?
Fue por casualidad. Fui a la Feria del Libro a comprar el de mi amiga P8ladas, el de Bomba de humo. Fui al stand porque se habían agotado justo ese día que salía. Subí un storie diciendo ‘jolín, cómo lo peta P8ladas’ y etiqueté a Suma de Letras como diciendo, ‘mira, qué guay, estoy orgullosa de mi amiga’. A raíz de eso me empezó a seguir Gonzalo Albert de Suma de Letras y a los pocos meses me escribieron para decirme que querían hablar conmigo y yo pensaba que me querían proponer otra cosa, algo de redes o alguna movida así. Cuando en la reunión me preguntaron, ‘¿te gusta escribir?’… casi me pongo a llorar porque ya tenía algo escrito. No lo tenía terminado, pero lo tenía en la cabeza.
Asegura Dani Martín que tu novela es “una carta de amor a la música”, ¿cuándo surgió ese amor?
Es una carta de amor a la música absolutamente, de hecho, el amor que aparece en esta novela es a la música, no hay amor romántico, ni nada de eso. Ese amor empieza desde muy pequeñita. Mi hermana tenía un grupo de música en Burgos y yo iba a acompañarla a sus conciertos, me lleva como diez años, y desde muy pequeña estaba en primera fila viéndola a ella. Luego apareció El canto del loco y otras cosas que me llevaron a amar mucho más la música.
Por cierto, ¿cuándo empieza y cómo es tu relación con Dani Martín?
Les conocí cuando tenía 15 años. Cuando sacaron su primer disco me acuerdo que me lo pedí para Reyes y en marzo que yo cumplí 16 años tocaban ellos en La Riviera, su primer concierto grande y me vine con una amiga, que nos trajo mi hermana. Fue como mi primer concierto, tenía 15, 16 años y ese mismo año estuvieron en las fiestas de Burgos y estuve haciendo cola desde las 7 de la mañana en una plaza que era gratuita, no había nadie, hasta las 7 de la tarde no apareció nadie. Estuve sola, roja, con una camiseta de tirantes que me dejó marca y daba tanta pena que los de la organización me dejaron pasar a ver el concierto dentro y conocer a los chicos. Era una fan, fan. Desde ese día empecé a ir a muchos conciertos de ellos, a hacer amigas por toda la península. He visto más de 120 conciertos, a partir de ahí perdí la cuenta. Ha sido muy loco y Dani me ha visto crecer, ha visto una niña que luego se ha dedicado a la música y hay mucho cariño. Les conozco desde que soy una niña y es muy bonita la relación.
¿Es cierto que conociste a Álex González en uno de sus conciertos?
Ay madre, sí, qué vergüenza esto. Estaba enamoradísima de Álex González. Colaboraron en una canción y en el último concierto de El canto del loco en el Palau Sant Jordi hicieron una fiesta de disfraces. Ellos salieron disfrazados o pidieron al público que saliera disfrazado y como yo sabía que iba Álex González dije que quería ir disfrazada de algo de él. Imagínate qué difícil. Acababa de sacar unos meses una peli que se llamaba Segundo asalto de boxeo y me disfracé de Álex González de boxeador. Lo más gracioso es que después había una fiesta y como llevábamos tantos años juntos, es una relación de amistad, y pasábamos mis amigas y yo a saludarles. Todas ellas iban disfrazadas de otra cosa y yo de boxeadora y, de repente, le vimos y me empecé a arrepentir. Tengo una foto con Álex disfrazada de él, los dos con el puño de boxeo. Fue una vergüenza muy grande, pero fue muy divertido y fue encantador y luego hemos coincidido más veces.
¿Qué tiene de autobiográfica y qué tiene de ficción?
Tiene mucho de autobiografía, la verdad, tiene un montón. También de cosas que les han pasado a amigas mías y me las he apropiado. La novela empieza en un concierto en París y esa primera parte es prácticamente igual que la realidad. Yo fui a un concierto a París y a raíz de ese concierto me he inventado una historia. Lo que tiene más de realidad son los sentimientos. Hay tramas que he cambiado, pero he buscado cosas que pudieran sustituir a las reales pero que generaran sentimientos parecidos.
Entonces, existió ese concierto en París y fuiste sola.
Sí, me pedí un día libre en el trabajo para ir. En la novela cuento que era un concierto en el que varios artistas se juntaban para una gira y era eso, pero que se llamaba The Revival Tour y lo organizaba todo un artista americano que se llama Chad Reagan que, junto a varios artistas, entre ellos el músico en el que está inspirado Liam Brown, Jay Malinovski, un cantante canadiense que conocí allí en persona. Es uno de mis mejores amigos, tenemos una relación preciosa muy parecida a la que está en la novela. Él también publicó una novela hace unos siete años y hay un personaje que se llama Ana que está un poco inspirado en mí.
Y, ¿qué te ha dicho de la novela?
No la ha leído porque lo tendría que leer en inglés. Estuvo viviendo un tiempo en México, pero bueno. Me hace mucha ilusión que algo tan bonito haya quedado en un libro. Hay otros personajes que también son reales de los que he mantenido el nombre. Jesús, es un camarero de Usera de toda la vida y me hacía ilusión que estuviera ahí. Está encantadísimo.
Mezclas grupos reales con grupos ficticios, ¿eras consciente de que más de uno iría a buscar Bravas o Bright Lights a youtube?
Sí, me lo han dicho, de hecho. Creo que hay un Bright Lights que hace cosas para bodas, me han dicho. Era consciente de que los iban a buscar, pero me parecía divertido jugar entre la realidad y la ficción en ese sentido. Me lo he pasado muy bien. Es muy difícil encontrar un nombre para un grupo, títulos para canciones, pero tengo un amigo, Gervás, el bajista de Sidecars, que como le gustan mucho las gildas, puso a su hija Gilda, increíble. Y pensé que a mí me gustan las bravas y por eso metí un grupo de ficción que se llama Bravas.
Eres como una enciclopedia de las salas de conciertos de Madrid, ¿cuál dirías que es imprescindible?
Sí, me hacía mucha ilusión porque las salas de Madrid tienen tantas historias. Para mí la Sala El Sol es mi favorita porque creo que tiene magia, es como entrar en casa y es mi favorita de largo. Para ver conciertos también me gusta mucho la Joy Eslava.
Supongo que lo de conocer a un artista en el Búho Real y luego verle en las listas de ventas te ha ocurrido. ¿Lo de Zahara lo has vivido como cuentas en el libro?
Sí, uno de mis primeros conciertos cuando vine a Madrid a vivir fue Zahara en el Búho Real. Hacía varios, ella estaba viviendo en Barcelona, pero venía mucho. Yo encontré allí un sitio en el que refugiarme y donde pasar las noches, hablar con los camareros, la gente que conocí allí y era muy bonito. Zahara hacía cosas muy guays. Por ejemplo, en Navidad, hacia un amigo invisible con la que gente que iba a verla, la gente tenía que llevar un regalito, meter otro y era muy guay. Se generó algo super especial con esa sala, no sé si ahora sigue siendo así.
¿También viste a Leiva en sus inicios por allí?
Ya le había conocido, pero le vi allí. Lo que cuento en la novela de que hubo concierto antes de que se lanza en solitario es real. Por haber ido tanto al Búho, quien estaba allí me avisó y fui y fue increíble. Han pasado muchas cosas que ahora serían históricas en las salas de Madrid y he tenido el lujo de vivirlos.
Cuentas el descubrimiento de Pereza en la sala Siroco, ¿basado en hechos reales?
Trabajo con Sidecars y tengo la suerte de tener a Dani Marín muy cerca y yo sabía esta historia, pero un día quedé con él para tomar un café y me contara qué fue realmente lo que pasó. Me hizo ilusión meter algo real que no sé si la gente conocía. Llegó al concierto por casualidad porque se iba a ver a Melon Diesel antes y todo eso es bonito contar. Son muchas casualidades que llevaron a que alguien fichara a Pereza.
Lo de ser una descubridora de bandas emergentes es amor a la música total, ¿cuál es tu mayor orgullo en ese sentido?
Qué difícil. Ahora voy a menos conciertos porque tengo una peque de cuatro años y es más complicado, pero hubo una época en la que iba prácticamente todos los días. Me acuerdo de la primera vez que vi a Cyan, que los menciono y ya no existen. Cuando vi a Jero Romero, hay grupos que siempre que tocaban yo estaba ahí. Rufus, 84… ahora me movería mucho si quiero ver a Yarea, Lucie Jones… siempre hay artistas que intento cuadrar para ir a ver en salas.
¿Te sueles parar a escuchar a los músicos callejeros?
Sí, porque me han dado muchas alegrías. Había un grupo que me gustaba mucho que se llamaba Ernest y tocaban en Callao, eran tres o cuatro tíos que cantaban super guays, que no sé qué será de ellos. Pero una vez que me encontré una chica por la calle Fuencarral que cuando pasé estaba tocando una canción de Zahara y cuando volví a pasar estaba tocando una de Love of Lesbian y después una de Miss Caffeína y me tuve que parar para ver quién era. Era Sandra Merino, la empecé a seguir en ese momento y dos o tres años más tarde me contactó para trabajar conmigo porque había subido un vídeo de lo que me gustaba. Ahora estoy trabajando con ella y acaban de llena la sala del Wizink. Hace poco estuve en Oporto y había un tío que cantaba increíble y lo busqué en Instagram para seguirlo. Eso sí, que los músicos callejeros pongan siempre su IG en un cartelito porque eso funciona.
En esas noches de circuito de salas en Madrid cuentas un episodio desagradable con un cantautor, ¿tiene nombre y apellidos?
Lo tiene, pero no lo puedo decir. Ha estado en listas de ventas, pero al final es un ejemplo de cosas que han pasado todo el rato. Puse ese como pude haber puesto otro. Existe y existen tropecientos así.
¿Te despiertas con The Beatles todas las mañanas?
Con Michelle, sí. Tenía miedo por si le cogía manía, pero no, me ayuda a despertarme más contenta. Michelle es una canción muy de levantarte contenta y feliz y no la cambio.
Hay preguntas típicas tipo: The Beatles o Stones, Blur u Oasis y al final, definen a una persona, ¿no?
Yo las tengo claras. Me gusta toda la música, pero es verdad que tengo más debilidad por los Beatles y por Blur. Rolling, nunca he entrado mucho en ellos, no me tocan tanto. Blur, es que tengo una debilidad por Damon, me parece un genio, pero no quita que me encanten los discos de Oasis que los tengo en vinilo.
¿Tu primer concierto fue de Los Piratas con 16 años?
No, mi primer concierto uno de estos de mi hermana, Alta Volta y de pequeña, mi primer concierto fue de Bom Bom Chip. Pero el primer concierto de ir sola con amigas creo que fue Ricky Martin en la plaza de toros de Burgos. Luego vi ahí también a Bryan Adams. Pero ese concierto de Piratas y El canto del loco en Bilbao también existió y me gustó mucho porque prácticamente no conocía a Piratas.
Además de una historia de amor a la música, hay una historia de amor tóxica, ¿de dónde sale?
He tenido como esos sentimientos de obsesión y que no sabes muy bien cómo salir de ahí, aunque sabes que hay algo mal. Tienes un nudo en la garganta y el estómago que no te deja respirar, vivir y pensar en otras cosas. Estaba perdidísima porque no sabía cómo salir de esa sensación tan fea. Cuando conseguí salir, miré para atrás y me di cuenta de que todo lo que había vivido a través de la música es lo que me había llegado a salir. Era muy bonito pensar que ha aparecido una persona en mi vida que me ha destrozado, pero hay algo bonito que me ha dejado y si eso bonito son canciones y música y personas importantes en mi vida, ha merecido la pena. Es intentar ser optimista cuando te pasa algo así. A mi psicóloga le conté la historia real que hay detrás de la del libro y me dijo, ¿tú te das cuenta de que has hecho un proceso de alquimia con este libro? Has convertido el dolor en sabiduría, en aprendizaje.
Tu historia con Jay Malinovski está retratada en el libro y demuestra que un hombre y una mujer pueden ser grandes amigos, ¿no?
La relación que tenemos Jay Malinovski y yo es una amistad tan bonita y eso que no nos vemos porque él vive en Canadá. Yo fui a verle a la presentación de un disco en solitario, fue un poco locura. Fue muy bonito ver que tenía un amigo de verdad y ahora está casado, tiene un hijo y está deseando venir a presentarme a su familia y yo a la mía.
También queda reflejada esa situación del artista que siente que ya no siente lo mismo haciendo música. Eso les debe pasar a muchos en algún momento de su carrera, ¿tú has sido consciente de algún caso real?
No el dejar de sentir la pasión, pero sí que hay un punto en el que se refleja esa ansiedad de pensar que tienes que hacerlo. Esto que le puede pasar a algún artista de ‘yo era más feliz cuando no me pagaban por esto’. Me he basado mucho en mi chico, en Sergio Valdehita, en algunas cosas porque él tuvo esta sensación de despersonalización, de estar tocando en un escenario y pensar, ¿cómo se están moviendo mis manos? Esto le generó un problema a la hora de salir al escenario y enfrentarse a cosas del día a día de un músico. Era estar tan centrado en el trabajo y olvidarse de otras cosas que le gustan, que le generó un problema. Gracias a terapia y a la gente que estamos con él, está controlado. Me hizo mucha gracia porque cuando le estaba pasando esto escuché el podcast de Ángel Martín que tenía a Nach y en esa entrevista empezó a contar eso, que no era consciente de su cuerpo y pensé que es algo que les pasa a los músicos. Quise hablar de eso en la novela. No es que dejes de disfrutar de la música, es que muchas veces el estrés te come.
Hay una mención al concierto en el Calderón de los 40 años de LOS40. ¿estuviste?
Estuve, yo vivía en Segovia. Yo quería trabajar en LOS40, ser locutora, luego ya se me pasó. Me encontré a un locutor de LOS40 de Burgos que se llamaba David Moreno y le dije que quería trabajar con él, yo tenía 13 o 14 años y me dije que hablaríamos cuando tuviera 16. Y cuando los cumplí fui a verle. Me dejó la desconexión que había en Fanclub para hablar de El canto del loco, porque yo llevaba el club de fans de El canto del loco de Castilla y León. Cuando llegaba a una ciudad tenía que saber dónde está la radio. Cuando fui a estudiar a Segovia primero fui a ver el bar Santa Ana, mítico, donde pude ver a Pereza y todo, pero también quise conocer a la gente de LOS40. Una niñata friki que acaba llamando la atención. Me hizo colega de Jesús Martínez, de LOS40 de Segovia y un día me invitó al concierto de El Calderón. Lo disfruté muchísimo. He nacido y vivido con LOS40.
En los agradecimientos del libro mencionas a algunos compañeros como Cris Regatero, David Álvarez…
Sira Fernández era mi referente. Y con David estudié la carrera, aunque no nos conocimos hasta el último mes. Cuando empezamos a hablar, los dos éramos super fans de LOS40. Era mi vida.
Eres una trabajadora de festivales, ¿cuál es el mejor que hay ahora en España?
Tengo que barrera para casa, de Madrid, El jardín de las delicias, es una experiencia muy bonita, es muy especial porque según entras es como un mundo de magia y tiene una estética preciosa, aparte de la buena selección de bandas y de grupos emergentes en el escenario Bosque. Este año estaba petadísimo. Aunque el festival de mi vida es el Sonorama, llevo diez años con ellos. Fui como dos o tres años sin ellos y me enamoré y necesitaba trabajar allí. Se lo propuse y ahí llevamos un montón de años y con nuevas aventuras, ahora en Ibiza, Uruguay, no paran de pensar. Se generan cosas muy bonitas en estos festivales.
¿Son los artistas muy llevaderos o hay más de uno al que hubieras tirado por un precipicio?
He tenido muy buena suerte. Alguna vez que he trabajado con aristas más grandes o que yo admiraba, como Leiva, con el que he trabajado hace poco unos meses. Yo le admiraba y tenía incertidumbre para ver cómo sería trabajar con él y ha sido increíble. Cuando terminamos le escribí diciendo que había sido todo super fácil y me contestó diciendo lo mismo. También tengo la suerte de al ser freelance, yo puedo elegir entre lo que me llega. Llevo años trabajando con Álex Ubago, con Sidecars y son personas super divertidas. No recuerdo una mala experiencia. Igual me han pasado con aristas más pequeños que esperan más de la prensa que es un trabajo que no da resultados en el momento, es muy poco a poco y los más jóvenes o nuevos tienen esa prisa por ver resultados y no funciona así.
El 13 de noviembre hiciste una presentación con Bravas tocando y Chica Sobresalto charlando contigo. En la Sala Sol… qué fantasía, ¿no?
Me daba un poco de miedo porque me parece una sala grande para mí, para presentar un libro, pero me animó mi chico. Y se le ocurrió a él que Bravas cobraran vida por un día. él es socio de una escuela de música y me dijo que podían cobrar vida con unas chicas de la escuela que trabajan con Manolo Mejías, el bajista de Leiva. Tienen un rollo increíble. Podía haberle pedido un favor a algún artista conocido, pero no me apetecía pedirlo. Y estaban también mis amigas P8ladas y Chica Sobresalto que me han visto sufrir la novela cuando no sabía por dónde ir, me han visto trabajar en ella.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento....