Noruega, primer país en autorizar la minería submarina
Los expertos avisan al país escandinavo de los riesgos de esta práctica para la biodiversidad.

El 80% del fondo marino permanece inexplorado. / © Marco Bottigelli
Los mares y océanos representan la última frontera. Un territorio gigantesco del que permanece inexplorado más del 80% y que, como tal, alberga incontables especies marinas, tanto animales como vegetales, que aún no han sido estudiadas ni catalogadas. También recursos naturales enormemente valiosos.
El parlamento ha aprobado explorar 280.000 kilómetros cuadrados de fondo marino, el territorio de Irlanda y Reino Unido juntos
Es precisamente por estos últimos por los que Noruega acaba de convertirse en el primer país del mundo que autoriza la minería submarina. El país escandinavo podría extraer del océano Ártico minerales, especialmente magnesio, cobalto, cobre y níquel, muy demandados para la fabricación de baterías eléctricas. Una decisión que ha contado con la unanimidad del Parlamento noruego y con la oposición frontal de los expertos, que advierten del daño irreparable que estas prácticas provocarían en la biodiversidad marina. En total, Noruega ha aprobado la exploración de 280.000 kilómetros cuadrados de su fondo marino, más o menos el territorio de Irlanda y el Reino Unido juntos.

El Parlamento noruego en Oslo. / Ekely

El Parlamento noruego en Oslo. / Ekely
Se da la circunstancia de que Noruega fue uno de los principales promotores, en 2022, de una iniciativa para proteger el fondo marino de prácticas como la que ahora está a punto de iniciar. El país impulsó una iniciativa global denominada Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible a la que se sumaron 17 países que cubren el 46% de las aguas costeras del mundo. En aquel acuerdo, se aseguraba que la explotación de petróleo o gas y la minería en aguas profundas son “difíciles de alinear con la definición de economía oceánica sostenible”.
“Un desastre para el océano”
Las voces en contra de esta práctica son muchas. Greenpeace lleva varios meses convocando manifestaciones frente al parlamento noruego. “Esto es un desastre para el océano y una vergüenza para Noruega”, declaró el pasado mes de diciembre Frode Pleym, director de Greenpeace Noruega. “El Gobierno noruego no solo está ignorando a cientos de científicos preocupados, sino que también está haciendo caso omiso de sus obligaciones internacionales y de la legislación medioambiental nacional. Al abrirse a la minería de aguas profundas, Noruega ha perdido toda credibilidad como nación oceánica responsable que firmó el Tratado de la ONU sobre los Océanos”, añadió.
La secretaria de WWF-Noruega, Karoline Andaur, ha sido igual de contundente: “Jugar de forma tan desconsiderada y arrogante con la naturaleza, pasando por encima del conocimiento, y apresurarse con el proceso sin resolver las grandes dudas puede tener consecuencias catastróficas”, ha declarado.
Este mismo martes, la Fundación para la Justicia Medioambiental (Environmental Justice Foundation) publicó un informe afirmando que la minería de aguas profundas no es necesaria para una transición energética limpia. El organismo se muestra partidario de una combinación de economía circular, nuevas tecnologías y reciclaje para reducir la demanda acumulada de minerales en un 58% entre 2022 y 2050. Por su parte, organizaciones como Amigos de la Tierra han elevado ese porcentaje de reciclaje a un 67% hasta el 2050 en otros estudios.
La organización Avaaz ha recogido 500.000 firmas a favor de que Noruega detenga sus planes en materia de minería submarina
La minería submarina no sólo preocupa a los ecologistas. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), uno de los organismo de referencia en materia de biodiversidad a nivel mundial, asegura que la explotación del fondo marino para la recolección de minerales puede generar una importante contaminación acústica y lumínica, así como daños al hábitat marino.
Los ciudadanos también se han manifestado en contra. Antes de la votación parlamentaria, representantes de la organización Avaaz entregaron a una diputada 500.000 firmas a favor de que Noruega detenga sus planes en materia de minería submarina. Nada de ello ha logrado pararle los pies a un afán extractivista que rompe con la imagen modélica en materia medioambiental que a menudo tenemos de los países escandinavos.