Querido creyente, querido seguidor. Hola. No hace falta que Cecilia Puig Baró haga un comunicado contándonos los logros de La Mesías, porque son más tangibles que cualquier experiencia religiosa: fue una de las series más esperadas del pasada año, ya ha topado los rankings de mejores series de 2023 y ahora va rumbo al festival de Sundance. Y aún así, los Javis sentían que les faltaba agradecer a lo grande.
Se conocía a las Stella Maris —ese grupo al que ya no sabemos si seguir tildando de parodia— como un verdadero fenómeno, y el hecho de haber eclipsado a artistas como Vampire Weekend o Lana del Rey en el anuncio del cartel del Primavera Sound 2024; aunque el broche fue un ‘Concierto de Año Nuevo’ en su honor. Nadie sabía que esperar, al menos no más allá de seis chicas llevando la palabra de Cristo celebrando el horterismo. Ah, sí, y el EDM.
Por eso mismo, el madrileño Teatro Calderón se empezó a llenar de personalidades que funcionan dentro y fuera de las pantallas de Los Javis como Brays Efe o Macarena García, o incluso Aitana y Pedro Almodóvar.
Todos ellos unidos por el glam que desprenden las amistades de los directores, pero sin duda con algo en común: no tenían ni idea de la magnitud de lo que estaba a punto de suceder ahí dentro. Solo se podía teorizar con una escenografía de lo más atrevida que combinaba cuadros colgantes con algún que otro mueble vintage que recordaba a la serie.
Haciendo honor a sus orígenes sobre las tablas —¿hay alguien que no añore el Campamento La Brújula?—, Calvo y Ambrossi no se decidían entre saludar a los recién llegados o seguir controlando que todo saliera bien, dejando a los invitados un misterioso programa de mano en el que se adivinaba una sucesión de canciones por la que cualquier fan lloraría. Y empezó la magia.
Parecía un guiño, pero Roger Casamajor recuperó al Enric de la serie para caminar hacia el escenario con esa confusión que tanto se disfruta en la pequeña pantalla. Presentó a cinco chicas de amarillo que enseguida clamaron que Dios era el mejor guía.
Pero no fue hasta después cuando Los Javis dieron las gracias por un camino de rosas en el que ha sido un proyecto de tres años, y pretendieron subir aún más la apuesta. Presentando a Amaral, Eva y Juan cantaron el Bette Davis Eyes de Kim Carnes que suena en la serie ganándose los aplausos del público, solo siendo parcialmente ignorados por una Montserrat tan negligente como divertida y sus hijos, que entraban en escena.
A partir de ahí, se dejó claro que no estábamos ante un concierto cualquiera: Los Javis iban a llevar lo mejor de su proyecto al directo, siendo este el último escalón para terminar de convencer a la audiencia de que no es un proyecto más dentro de su filmografía. La Mesías puede haber acabado —ni se quiere, ni se espera ni se entendería una segunda temporada— pero aún les queda alguna que otra alegría que recibir gracias a ella.
La Alcantarilla, Jesucristo dónde estás o La casa huele a gloria fueron los hits que incluyeron en su repertorio en un apenado playback que apenas le quitó la emoción a los presentes. Pero como pasa en la serie, las Stella Maris no eran las grandes protagonistas. Raúl Refree, Hidrogenesse y más invitados terminaron levantando todo un teatro que no estaba dispuesto a dejar de cantar ni para rezar. Tampoco faltaron Carmen Machi y Lola Dueñas, cumpliendo ésta última con la cuota necesaria de fan service haciendo en directo el gesto de los dedos.
Muerte y Resurrección
La experiencia terminó siendo una adaptación teatral de La Mesías acompañada en directo por su banda sonora —mérito mayor para un Refree muy entregado en las sombras—, incluyendo escenas como la del festival cristiano en la que los Enric e Irene adolescentes se ponían a bailar sin pudor alguno. Acompañándoles, grupos como El Buen Hijo o Papa Topo —presentados convenientemente como Papamóvil— con directos tan buenos como marcianos.
El nivel de fascinación pop era tal que a nadie le extrañó ver a Albert Pla arrancándose por Enrique Iglesias y su Experiencia Religiosa —con la colaboración sorpresa de unos Javis desatados—, incluso a Asier Etxeandía ser un párroco que cantaba góspel. Amaia, huyendo indirectamente del citado playback, cantó en directo las contenidas El Árbol y The End of the World, además de culminar con la poderosa Preparad el camino al señor. Un adjetivo que, seguramente, solo le hubiera podido dar ella.
Acabando, un sincero gracias por parte de la pareja resonó mucho más que la electrónica de las pequeñas Stella Maris. Todo era una fiesta, y los reencuentros y la noche empezaban. La Mesías, eso sí, acababa para muchos de la mejor manera posible.