Especial
Lola Flores cumpliría 101 años: su legado, más vivo que nunca
La Faraona nació en Jerez de la Frontera, tal día como hoy, en 1923. Fue, ante todo, una mujer adelantada a su tiempo que vivió con pasión e intensidad.
María Dolores Flores Ruiz. Lola Flores, Lola de España, La Faraona. Una mujer que fue mucho más que una cantante, bailaora y actriz de fama internacional: todo un icono. Y alguien que este domingo hubiera cumplido 101 años de no haber fallecido en 1995 a causa de un cáncer de mama.
Lo cierto es que, de poderle preguntar a ella, Lola Flores no diría que hoy cumple 101 primaveras, sino 96. Acostumbrada a contar que había nacido en 1928, y no en 1923, en una de esas pequeñas mentiras que ella misma parecía creer a pies juntillas. Otra era su condición de gitana, algo que sólo era a medias: su padre, Pedro Flores, era tabernero y payo. Era su madre, la costurera María del Rosario Ruiz, la que tenía raíces gitanas. Del matrimonio entre ambos nació Lola en la meca del flamenco, Jerez de la Frontera.
“Ni canta ni baila… pero no se la pierdan”
De lo que nunca hubo dudas es del poderío que Lola Flores tenía sobre el escenario. Poseía una presencia magnética y una voz única, que sin ser prodigiosa rebosaba personalidad. Tanta como su forma de bailar. Y es que si algo tenía Lola era desparpajo y confianza en sí misma, lo que le llevó a convertirse en una figura de los escenarios de todo el mundo. Primero junto a Manolo Caracol, y más tarde en solitario a nivel internacional. México, Cuba, Brasil, Ecuador, Argentina. EEUU…. “No canta ni baila, pero no se la pierdan… Ella es Lola Flores”, dijo de ella 'The New York Times' con motivo de una de sus primeras giras en el país norteamericano.
Lola también brilló en la gran pantalla. 'Martingala' (1940), 'Un alto en el camino' (1941), ‘Una herencia en París’ (1943) o 'Embrujo’ (1947) fueron algunas de sus primeras películas, en una España que luchaba por sobrevivir en plena posguerra, y ávida de entretenimiento para olvidar sus miserias. Más tarde, ya en los 50, su caché subió y se convirtió en habitual de las salas españolas. '¡Ay, pena, penita, pena!' (1953), 'La danza de los deseos' (1954) o ‘La faraona’ (1956) terminaron de consagrar su figura entre el gran público. En total, Lola Flores actuó en 40 películas.
Una mujer libre
En lo personal, su matrimonio con el guitarrista y compositor Antonio González El Pescaílla daría como fruto tres hijos: Dolores González Flores (1958), Antonio González Flores (1961) y Rosario González Flores (1963). Pero antes de aquella boda, que incluso estuvo a punto de desatar una guerra entre clanes al tener El Pescaílla una hija de otro matrimonio, Lola dio muchos titulares. Era, ante todo, una mujer libre. Y como tal hablaba sin tapujos de los vaivenes de su vida.
Y eran muchos. Desde que se viera obligada a prostituirse, siendo apenas una niña, para llevar dinero a casa, hasta la violencia que sufrió a manos de Manolo Caracol, de quien llegó a quedarse embarazada y abortar, pasando por sus romances con futbolistas como Gustavo Biosca o galanes del cine latinoamericano como Carlos Thompson o Ricardo Montalbán. Cuando la prensa de la época, escandalizada por lo tórrido y poco decoroso de este último idilio, le preguntó por los dos días que habían pasado juntos en un hotel, ella contestó sin despeinarse: “Virgen solo ha habido una, y esa es la Virgen María”. También se le atribuyeron fugaces escarceos con Gary Cooper, Jorge Negrete o Aristóteles Onasis, aunque ella siempre jugó a una calculada ambigüedad al respecto.
Igualmente sonadas fueron sus declaraciones a propósito de su relación con las drogas. En una entrevista televisiva con Jesús Quintero, se sinceró al respecto: “Se puede hacer de todo en la vida: te das una rayita un día, y no pasa nada; te fumas un porro, y no pasa nada; te puedes emborrachar un día con vino tinto, y no pasa nada. Todo se puede hacer en la vida… con método. Y, después, tres días tranquilo bebiendo agua mineral y comiéndote un pucherito muy bueno con una pringá”.
"Si una peseta diera cada español..."
A lo largo de su vida, Lola Flores acumuló una inmensa fortuna… por la que nadie le pedía cuentas. Cobraba en torno a un millón de pesetas por película. Años después, en 1989, Hacienda la sentó en el banquillo, acusada de defraudar 47 millones de pesetas, en el que fue uno de los grandes acontecimientos mediáticos de la época. Fue entonces cuando dijo otra de esas frases para el recuerdo: “Si una peseta diera cada español…”, imploró. Sí: a su manera, Lola Flores también inventó el crowdfunding.
La última de sus batallas no sería con el fisco, sino contra el cáncer. Fue diagnosticada de cáncer de mama en 1972, pero tras recibir quimioterapia se negó a operarse de un seno para erradicar la enfermedad. Y así aguantó muchos más años, prácticamente sin parar de cantar, bailar y actuar, hasta que en 1995 falleciera en su residencia del exclusivo barrio madrileño de La Moraleja. Hoy, sus seguidores la recuerdan como lo que fue: una de las figuras más relevantes de la cultura española del siglo XX, cuyo legado sigue vivo. Por ello la reivindican como fuente de inspiración artistas como C Tangana, Rosalía, Alaska, Nathy Peluso o Miguel Poveda. Pasen los años que pasen, Lola no hay más que una.