Milo J cierra gira española en Madrid con lleno absoluto y una adolescencia entregada a su alma vieja
El argentino no puedo más que irse con buen sabor de boca tras su gira por España
Milo J se puede ir contento de España donde lo ha petado con su gira por seis ciudades con lleno absoluto en todas las plazas, incluida Vistalegre, en Madrid, este viernes donde cerró con un concierto de poco más de una hora y la certeza de que el argentino ha dejado de ser una promesa para situarse en el olimpo del género y eso sin haber llegado a la mayoría de edad.
Ya le habíamos visto en nuestro país el pasado año gracias a Ibai Llanos y su Velada del año, pero fue solo un aperitivo para lo que tenía reservado. En aquel momento cantó Milagrosa y Rara vez, dos de sus temas más virales que tampoco han faltado en su gira para delirio de sus seguidores.
Tiene solo 17 años y eso se nota en el público que va a verle. Las largas colas para acceder al recinto estaban plagadas de adolescentes y padres a los que no les quedaba más remedio que acompañar a sus hijos completamente entregados al ídolo del momento. Quizás muchos de ellos no esperaban disfrutar casi tanto como sus hijos porque si algo tiene la música de Milo J es que recurre a referentes de épocas pasadas y artistas como Héctor Lavoe, al que samplea en Fruto, que consiguen hacer sentir a esos adultos que no están tan desubicados.
Tenía solo 8 años cuando empezó a componer sus primeras rimas inspirado en su hermana que le introdujo en el mundo del freestyle. Con 13 años ya se paseaba por los estudios de grabación y ahora y ahora puede presumir ya de haber colaborado con gente como Bizarrap, Duki o Nicki Nicole que confían plenamente en su talento.
Y es que, aunque a muchos les puede parecer tan solo un niño, es un alma vieja con la cabeza más asentada que muchos adultos o eso, por lo menos, podemos deducir de las letras de sus canciones que plantean reflexiones con una madurez no propia de su edad.
Parece tener las cosas claras y esa seguridad en sí mismo es la que demostró nada más salir a un escenario que hizo suyo desde el primer momento. Mostraba calma cuando se plantaba delante del micrófono sin moverse para darle protagonismo a una voz que si en ciertos momentos cierras los ojos te hace imaginar a alguien mayor. La misma calma con la que se paseaba de un lado a otro demostrando una seguridad en sí mismo admirable.
No le hizo falta mucha parafernalia ni fuego artificial, su sola presencia bastaba para despertar la fascinación de un público que no dudó en corear su nombre en varias ocasiones y que ya había entrado en calor mientras esperaba escuchando una playlist que incluía temas de Trueno, Duki o Eladio Carrión.
Unas 12.000 personas congregadas en el recinto se vinieron arriba cuando empezó a escucharse la voz de Facundo Cabral, un cantautor, poeta, escritor y filósofo argentino que fue asesinado en Guatemala en 2011 y que parece haber calado hondo en Milo J que recurrió en varias ocasiones a él durante el concierto.
“Si los malos supieran lo buen negocio que es ser bueno, serían buenos, aunque sólo fuera por negocio”, es una de las frases que se escuchó en la voz del poeta. Y es que, si algo tiene Milo J es que ha demostrado que el género urbano no está vacío de contenido y deja espacio para pensar.
Tras esas primeras palabras llegó el momento de dejar claro de dónde viene. El código postal de Morón, 1708, inspiró una de esas canciones que grabó con tan solo 15 años y con ella dio inicio a un encadenado de temas, cortos, rápidos y con momentos para saltar y otros para ondear los brazos mientras sonaba su voz profunda.
Las imágenes de su barrio se fueron sucediendo en la pantalla, esas por las que él sigue paseando y trabajando con Bajo West, su crew. El mismo lugar, como contaba en su primera entrevista a Rolling Stone, en el que ya tiene su propio mural en la calle Hipólito Yrigoyen al 1400, como otros ídolos populares como Messi.
Luego llegaron temas como Morning o Fla y siempre acompañado por su banda de tres músicos con guitarra, bajo y teclado, el resto iba pregrabado. Y no tardó en sonar el primero de los varios temas de su EP con Bizarrap. Toy en el mic hizo gritar a su público que a esas alturas ya estaba totalmente entregado.
No habló mucho con el público, solo en alguna ocasión preguntó si todo estaba bien o si se sabían esta o aquella letra. Y las canciones se iban sucediendo: No soy eterno, Morocha o Tu manta. Fue en este momento cuando pidió que la gente ondeara los brazos y se encendieron las linternas para convertir Vistalegre en un cielo estrellado. Algo que también ocurrió más adelanto cuando cantó Rincón.
Preguntó si alguien conocía su primer tema, y empezó a cantar Tus vueltas, ese corrido tumbao que nos deja claro que se mueve con facilidad por distintos géneros. Carencias de cordura, Sincera te o Alumbre, una de sus colaboraciones con Nicki Nicole crearon uno de los momentos más calmados donde la voz de Milo J toma más protagonismo y se le entiende con mayor nitidez.
“Sólo debes estar atento al presente, por eso mi madre decía: yo me encargo del presente, el futuro es asunto de Dios”. Volvía a estar presente Facundo Cabral. Y seguía la revolución nada más escuchar los primeros acordes de Dispara, seguimos con Nicki Nicole. Fue en ese momento cuando recogió la primera de varias banderas de España que le lanzaron durante la actuación. Banderas, rosas, chaquetas, llegaba de todo a sus manos.
Los saltos volvieron cuando presentó al único invitado de la noche, su buena migo Foco Foking con el que se hizo Último peso y Valores del West durante los que saltar era casi obligado.
Fue tras cantar Al borde cuando no pudo evitar formar un corazón con sus manos para dedicárselo a los allí presentes. Todavía quedaba Vitalicio, Penas de antaño o Domingo. Y fue antes de empezar con M.A.I. cuando pidió que se apagaran las luces del escenario y fuera su público quien le alumbrara con sus linternas mientras él cantaba sentado al borde del escenario y se emocionaba.
Se puso en pie con Una bala, su colaboración con Peso Pluma y los móviles en ese momento ya echaban humo de tanto grabar y eso que todavía quedaba el broche final, la canción que todos esperaban, su Music Session #57 con Bizarrap con el que la locura ya fue total. Y eso que tuvo que parar porque era consciente de que se podía mejorar. Tras eso, poco más podía hacer más que dar las gracias y pedir un selfie con todo ese público que le entregó todo su apoyo.
Mientras él se coronaba en Madrid, en Tenerife, Paul Thin desataba la locura a la misma hora cantando ese mismo tema en su firma de discos. Ahora solo nos queda verles juntos en un escenario y el desmadre llegaría ya a su estado máximo entre ese público que siente tanta pasión por él.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...