Especial
¿Cómo reacciona nuestro cerebro cuando somos muy fans de un artista?
Que más de cuatro millones de personas vayan a ir al 'The Eras Tour' de Taylor Swift -y sean afortunados- tiene una evidencia psicológica
En 1996, varias madres viajaron con sus hijas hasta Madrid, desde diferentes puntos de España, sólo por ver a Take That en el aeropuerto cuando anunciaron su separación. En 2002, Rosa López tuvo que vivir en la academia de Operación Triunfo durante seis meses tras terminar el talent. El pasado enero, más de 10.200 personas acudieron a las primeras firmas de discos de OT 2023, cuando aún seguían en el concurso. Más de 120.000 personas han hecho sold out en los dos conciertos de Taylor Swift en el Bernabéu en apenas unos minutos, y Dani Martín llenará ocho Wizink Center que se celebrarán dentro de casi dos años. Todo esto no es más que los efectos del fanatismo. Pero, ¿por qué sucede? ¿Cómo nos sentimos al ser fans de alguien?
Fan es cualquier persona que se considera admirador o apasionado de una persona, grupo o actividad. No hace falta que sea un sentimiento hacia alguien famoso, puede ser hacia un deporte o un arte. Aunque nos centraremos en ejemplos ligados a las celebridades.
Favorece a la felicidad
"Si se hiciera una prueba de resonancia magnética mientras oímos, vemos o sentimos a nuestro ídolo, el oxígeno en sangre del cerebro activaría las zonas del placer", confirma Raquel Fructos, experta en Neuromarketing y neurociencia del consumidor. Admirar mucho a una persona genera dopamina y sólo pensar en ello, produce felicidad. Es positivo para el cerebro.
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Mario Llobet, psicólogo en el Instituto Europeo de Psicología Positiva, confirma que la sensación que produce en una persona está en la balanza de la felicidad: “Las fans experimentan respuestas emocionales positivas muy intensas al estar en contacto con aquello que tenga que ver con su objeto admirado, así como una motivación a la hora de exponerse al contenido o experiencias que giren en torno a ello”, asegura, comparándolo con otras situaciones en las que podrían afectar a nuestra salud mental: “A diferencia de otro tipo de aproximaciones hacia la persona o actividad deseada, como las que se dan en obsesiones o delirios, estas no están asociada a un malestar significativo”.
Diversas investigaciones hablan también de las neuronas espejo. La psicóloga Marta Guerri, en su artículo Fenómeno fan, empatía y neuronas espejo cita que “se ha podido comprobar que las personas forofas presentan un elevado nivel de empatía, lo que les lleva a ponerse en la piel de su ídolo para experimentar lo que él experimenta”.
En eso consiste las neuronas espejo: el ídolo se emociona, el fan también lo hará; el ídolo marca un gol, el fan lo celebrará como suyo; el ídolo sufre, el fan se posicionará en el mismo lugar. Esto último hemos podido comprobarlo con las reacciones en X de los seguidores de OT 2023 cuando alguien criticaba cualquier cosa mínima de, por ejemplo, Álvaro Mayo, Violeta o Martin. Una reacción desorbitada de contestaciones defendiendo a los triunfitos o llegar hasta Times Square para salvar a Chiara durante el concurso.
FOMO y ser parte de algo
La palabra FOMO está en boca de todos, y aún más desde que se desatase la locura durante la venta de entradas de Taylor Swift. ¿Realmente te gusta o te gusta porque le gusta a todo el mundo? Se entiende como FOMO (Fear Of Missing Out) al miedo a perderse algo, esa necesidad de querer estar en todos lados por si acaso no formamos parte de un grupo, y un hecho que se está potenciando actualmente con internet y las redes sociales. Ves que millones de personas de todo el mundo están hablando de lo mismo en redes y, por sentirte parte del grupo, quieres participar. No es nada fuera de lo común y lleva pasando desde el comienzo de la historia -aunque sin internet- porque la religión, por ejemplo, también es fanatismo.
¿Tiene que ver con la autoestima?
Existen diferentes niveles, no es lo mismo aquella persona que apoya y disfruta de los conciertos de su cantante favorito, compra los discos y canta sus canciones, sin traspasar ninguna barrera, que la que busca la hora a la que podría llegar a la estación de X ciudad y espera horas y horas, sin saber si aparecerá, solo para pararla dos minutos. O la que viaja por todo un país -o por el mundo- para perderse los menos eventos posibles de esa persona o equipo de fútbol, por ejemplo. “La diferencia entre fans y fanáticos es el nivel de intensidad de la emoción. Hay personas que lo viven de manera irracional y otras más racional”, distingue Fructos.
Aunque ahora los ídolos son mucho más accesibles, incluso podemos mandarles un mensaje y que nos conteste, algo que antes era impensable, el deseo de tener más y más continúa aumentando.
Son diversos los motivos por los que las personas se consideran fans, no puede confirmarse que exista un perfil concreto detrás del fenómeno. “Deberíamos detenernos en la función que esa situación puede tener en la vida de cada persona”, asegura Mario Llobet, destacando algunas opciones, como “la identificación de cualidades que quisiéramos tener nosotros, la evasión de experiencias desagradables que podamos estar experimentando en nuestro día a día o el sentimiento de identidad y la sensación de pertenecía al grupo”.
Raquel Fructos lo define como una fase de idealización: “Simplemente hay un momento de enamoramiento por la idealización de ese ente con el que uno, o bien se siente identificado, o bien aspira a ello”. Aun así, la experta recuerda que, a mediados de los 60, durante la época de los Beatles -reconocidos como pioneros en este tema- “se detectó que muchas eran personas divorciadas”. Así, confirma la existencia de estudios que hablan de un fenómeno fan “como máscara de otras patologías que ocultan la autoestima o el aislamiento social”.
La edad perfecta para admirar
Ser fan no tiene fecha de caducidad. Puedes admirar a una persona cuando tienes 12 años igual que si tienes 80. Hemos visto a los Rolling Stones o Bruce Springsteen llenar estadios con una media de edad que superaba con creces la adolescencia, y seguidores de un equipo de fútbol vitorear goles hasta el final de sus vidas. Con la misma intensidad. “No hay fecha de caducidad, nuestro cerebro evoluciona y nuestra conducta también. Es por ello que a cualquier edad podemos descubrir un grupo musical, comenzar una nueva actividad o seguir una saga de películas de ficción en modo fan-friky”, confirma Raquel Fructos, aun así, destaca que, por edad, "no es la misma intensidad lo que genera, actualmente, los grupos de K-POP que seguidoras de Alejandro Sanz".
Durante la adolescencia y juventud existe una mayor probabilidad de convertirte en fanático y, que este sentimiento, varíe con el paso del tiempo. Mario Llobet nos habla de la intensidad y la efusividad de las emociones que experimentan los jóvenes: “El desarrollo de la identidad y el sentimiento de pertenencia al grupo suponen pilares fundamentales para el adolescente, y puede encontrar una vía idónea para reforzar esta nueva individualidad y se fundamente en alguna de sus pasiones”, asegura.
Yo en mi adolescencia era fan de todo: Los Serrano, Operación Triunfo, Estopa, incluso logré conocer a Christian Gálvez en el pregón de mi pueblo cuando aún no había empezado en Pasapalabra sólo porque me gustaba verle los viernes en Caiga Quien Caiga. Estaba en plena adolescencia. Aunque no me considero dentro del fenómeno FOMO porque no caí en el Aserejé, y era más de Rebelde Way que de Rebelde, a pesar de que las carpetas de todo el instituto estuvieran forradas con la cara de Anahí. Si algo no me gustaba, no me gustaba y punto. A mis 30 años podría decir que nada ha cambiado, sólo ha variado con el tiempo y disminuido la intensidad. Sigo haciendo cola media hora antes -porque ahora es virtual- para no quedarme sin entradas de conciertos, me gasto dinero en merchandising y tengo tatuadas unas alas sacadas de una canción de Pablo López en el brazo.
Si acabas de descubrir el fenómeno fan con OT 2023, te has emocionado al verles dos minutos durante una firma de discos y les defiendes ante cualquier cosa en redes sociales, no te preocupes, es normal y puede que te dure toda la vida. Siempre puedes descubrir algo nuevo que te apasione y vivirlo con toda tu intensidad y seguir generando felicidad.