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Carlos Sobera se confiesa en sus memorias: Insultos de Catherine Deneauve, su gran amor, ‘Al salir de clase’ y un pasado sin tele
El presentador de ‘First Dates’ o ‘Supervivientes: Tierra de Nadie’ desvela muchos aspectos de su vida
“Este libro sirve para contar mi sueño, pero también quiere ser un estímulo para todos aquellos que se planteen conseguir algo en sus vidas”. Con estas palabras Carlos Sobera presenta A Contracorriente, su autobiografía que se ha publicado este pasado 17 de abril.
No hace falta presentarle porque se ha convertido en uno de los rostros más conocidos de la televisión. Al frente de programas como First Dates o Supervivientes: Tierra de Nadie, se ha colado en el hogar de muchas familias.
Pero no siempre trabajó en la televisión, antes, fue profesor de Derecho de la publicidad en la Universidad del País Vasco durante una década. Qué éxito debían tener sus clases si por aquel entonces ya tenía ese sentido del humor y buen rollo que le caracteriza. También opositó a Notaría.
En estas memorias nos da un paseo por su vida, desde la infancia de un niño nacido en Barakaldo (País Vasco), su adolescencia en un colegio donde por primera vez empezó a convivir con mujeres de su edad -con sus correspondientes hormonas alteradas-, cómo conoció y se enamoró del teatro, la forma en la que llegó a la pequeña pantalla y cómo dio el salto a nivel nacional para conquistarnos a todos repartiendo millones por contestar unas preguntas en ¿Quién quiere ser millonario?
Infancia
“De pequeño, me sentía un poeta en mi pueblo. Nací en Barakaldo, en casa de mis padres, en casa de obrero, de familia humilde, trabajadora y bien sufrida, asistido por una matrona. En mi casa había empacho de felicidad y, sin embargo, yo me ahogaba en aquella atmósfera fabril de mi pueblo natal”, relata en estas memorias.
Mientras en el colegio sufría la brutalidad de un profesor que castigaba con una vara y provocaba sus lágrimas en muchas ocasiones, él encontraba refugio en las películas de John Wayne.
“Y aquí es donde comienzo a imaginarme grandes aventuras, a perseguir grandes retos y, sobre todo, a soñar con alzarme y demostrar que ni tonto ni cobarde; por el contrario, lleno de valor, con sentido de la justicia, con ganas de sobreponerme, y con la férrea voluntad de no permitir que nadie me machacara nunca más en mi vida. Así hasta hoy. Y todo gracias a John Wayne. Además, por su causa comenzó mi idilio con el cine y la interpretación. Y lo mejor de todo: mi idilio conmigo mismo y con la vida”, recuerda sobre aquella época.
Adolescencia
Fue en el instituto cuando por fin coincidió en clase con chicas y veía las injusticias que se cometían. Pero no se quedaba quietos y, ahora, años después, confiesa alguna trastada de aquella época que tiene que ver con la quema de unos exámenes robados.
Fue en ese curso de COU donde conoció a un profesor de literatura que le acercó al teatro. “Me enseñó muchas cosas imprescindibles si te dedicas a esta profesión: disciplina, concentración, espíritu de trabajo en equipo, sacrificio, aceptación de las críticas, humildad, respeto hacia el trabajo de los demás, compañerismo… Fue fundamental su labor educadora”, reconoce.
Universitario
Estudió Derecho y le invitaron a prepararse unas oposiciones para juez, pero no lo convención y se preparó las de notaría. “Al final, preparé oposiciones a notarías. Un error. Otro más derivado de mi cobardía. Estudié dos años, perdí diez o doce, que son los que envejecí en el proceso. Perdí también alegría, tiempo; hasta perdí pelo”, cuenta en sus memorias.
Lo dejó y empezó a trabajar como profesor de derecho en la Universidad donde pasó diez años. “Nada, nunca, ha sido tan complicado como tener que ganarme a aquellos estudiantes. Y me los gané. Y los quise. Y los respeté. Incluso hoy los cito como mis maestros, los auténticos, los más exigentes. Me enseñaron y me hicieron feliz. Como buenos alumnos, trataban de putearme, claro que sí. Formaba parte del juego”, recuerda.
El mundo del espectáculo
Pero el teatro, el cine, la televisión, en definitiva, el mundo del espectáculo le llamaba y se centró en esta faceta. Todavía recuerda un programa en el que protagonizó una mega caída con Catherine Deneuve a la que estaba acompañando al plató en el que la esperaba Anne Igartiburu.
“Se congeló el mundo. Se mudó el rostro de Igartiburu. Yo quise morirme. Pero la congelación duró poco. En seguida, como una leona herida, como una osa reventada, se levantó la francesa y abrió la boca. Su supuestamente dulce y sexi boca. Nunca había oído tantas palabrotas en francés ni visto tanta ira en una mirada como en la boca y los ojos de la dama francesa”, cuenta sobre aquel bochornoso momento.
Tras varios proyectos le llegó Al salir de clase, gran cantera de la mayoría de los actores de nuestro país, él incluido. Allí vivió un momento con Elsa Pataky que no ha dudado en contar con todo detalle, no todos los días uno le hace una cobra a una de las actrices más sexys de nuestra escena.
“¿Quién iba a creerse que yo pudiera hacerle una cobra a la mismísima Elsa Pataky?Mis amigos no, desde luego. Y yo tampoco. Pero en Al salir de clase la locura de los guionistas no tenía parangón, y decidieron que el personaje que interpretaba Elsa Pataky tiraría los tejos al florista Eduardo, que era, para mi deleite, mi personaje. Eduardo ponía cordura y, ante el intento de beso de la chica, apartaba sus labios, su cabeza, su cuerpo, y todo lo que tuviera que apartar. La cobra estaba servida. ¡Ay, madre, si esto llega a pasar en la vida real! No habría salvado nadie a nuestra querida actriz, pues yo habría terminado dejándome besar, y abrazar, y hasta acurrucar si era necesario”, admite.
Su gran amor
En cuanto a su vida personal reconoce que ELLA es Patricia, aquella mujer que apareció a sus 44 años en la oficina del productor televisivo Valerio Lazarov.
“No necesitaba a nadie más, no quería nada más. Ella me bastaba y sobraba, ella me alegraba, me encendía, y si no me prestaba atención, me apagaba. Ella era el único atractivo para mi mirada, mi vida, mi ilusión, mis sueños de gloria. Y mira que, como más tarde me enteré de su propia boca, no sentía por mí sino desgana”, confiesa.
Logró que cambiara de opinión y llevan juntos dos décadas que han dado como fruto una hija que tiene en común, hermana de la hija que ya tenía ella de una relación anterior.
Esto son solo pinceladas de lo que vamos a encontrar en estas memorias que esperamos con ganas.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...