Especial
¿Qué es un grupo de consumo y qué beneficios tiene para ti y para el planeta?
Cada vez más gente une fuerzas para comprar directamente a los productores. Una forma más consciente y sostenible de llenar la despensa.
Es el primer miércoles de mayo. Y como siempre desde hace dos años, toca reunión del grupo de consumo del que forman parte Juan y Julia, ubicado en un pequeño pueblo de Soria. En el orden del día, una larga lista de temas que abordar.
“Las naranjas estaban muy buenas”, arranca una de las mujeres más mayores del grupo, en el que hay gente de todo tipo y condición. “¿Quién quiere pedir más? Media docena de manos se levantan para ir enumerando la cantidad que desea cada uno. Tras ello, toca hablar de un nuevo proveedor de legumbres ecológicas que alguien ha encontrado en una localidad cercana. “Yo quiero cinco kilos de garbanzos”, dice una de las compañeras. “Yo, 15 de lentejas y 10 de judías”, señala otra. Daniel es el encargado de tomar nota de todo.
En los grupos de consumo, la ética cobra un protagonismo esencial
Los grupos de consumo han ido ganando peso durante los últimos años. Su razón de ser es sencilla: frente a las grandes cadenas de supermercados, estos ciudadanos se asocian para comprar directamente a los productores. Una manera de consumir en la que se prescinde de intermediarios, y en la que la ética cobra un protagonismo central.
“En nuestro grupo de consumo tenemos tres elementos que evaluamos a la hora de decidir si compramos o no un determinado producto”, explica Juan. “En primer lugar, que sea de cercanía. Segundo, que sea ecológico. Y tercero, que exista una relación de amistad. Siempre procuramos que lo que compramos cumpla, al menos, dos de esas tres condiciones”.
Frutas, verduras, legumbres, carne y hasta productos de limpieza: todo cabe en un grupo de consumo
Al entrar a formar parte de este grupo de consumo, todos y cada uno de sus miembros se comprometen a investigar sobre productores cercanos en diversos sectores: desde el café a los frutos secos, pasando por la carne, el aceite o el vino. Y aunque la alimentación copa la gran mayoría de la cesta de la compra, no es lo único. “Tenemos una amiga que hace jabones naturales y productos de limpieza ecológicos: se lo compramos todo a ella. También hemos encontrado un proveedor de papel higiénico”, cuenta Julia. Hasta ropa: prácticamente cualquier cosa puede formar parte del grupo de consumo si cumple lo establecido por sus miembros.
Del campo a la mesa
David y Yolanda también forman parte de un grupo de consumo, en su caso en la capital, Madrid. “Lo que más me gusta es que, por un lado, te obligas a consumir más verduras, frutas y hortalizas de temporada. Además, también te aseguras de que toda la producción es de proximidad”.
Esto también tiene su pequeño inconveniente, tal y como reconoce el propio David. “Dado que la proximidad es el valor al que le damos la mayor importancia, a veces la calidad no es todo lo buena que cabría esperar”, ríe.
¿Y el precio? “Este no es uno de los motivos”, apunta David. “Generalmente, las cosas no salen más baratas de lo que saldrían en un supermercado. Si estás en un grupo de consumo es, en cierto modo, por una cuestión de activismo. Creo que hay que retribuir el trabajo como es debido, porque a menudo no valoramos lo que cuesta obtener determinados alimentos”.