Especial
‘Yo debería estar muerto’, una declaración de intenciones en lo nuevo de Alejo Stivel: Mucho rock, muchas drogas y algo menos de sexo
Habla sin filtros sobre su vida de excesos con momentos de luces, pero también de sombras
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Alejo Stivel. / Foto cedida por Espasa Editorial de @jeosm
Yo debería estar muerto. Así de contundente ha titulado Alejo Stivel su libro, ese en el que repasa su vida y obra llena de intensidad, rebeldía y excesos, sobre todo en su etapa con Tequila. Un libro que no estaba en sus planes, pero que tras dejarse convencer, acabó escribiendo en su móvil porque reconoce que nunca ha tenido ni tiene un ordenador. Y que conste que no se considera militante anti tecnológico. El resultado es un libro con un diseño y grafismo muy pop y lleno de la nostalgia que producen las fotografías de otras épocas y un relato cargado de recuerdos. Ya está agotada la primera edición.
En su biografía nos habla de un niño precoz en la que se codeaba con las más destacadas personalidades de la cultura y la política argentina gracias a su madre actriz, su padre empresario televisivo y su padrastro, periodista y escritor con gran compromiso político que fue asesinado durante la dictadura.
Era amigo de Julio Cortázar, fue anfitrión en España de U2, ha visto a The Rolling Stones en todos sus formatos, tiene amigos en The Clash, comparte noches con Sabina y ha producido más de 250 discos en nuestro país disparando la carrera de muchos solistas o grupos como M-Clan.
Su mente hiperactiva le mantenía siempre alerta, ni el psicoanálisis ni la heroína pudieron calmarla de manera definitiva, solo en modo temporal. Y es que pocos hablan con tanta naturalidad y falta de prejuicios de su condición de politoxicómano. Charlar con él es entrar en un apasionante mundo de película y es lo que hemos hecho.
![Las luces y las sombras de una leyenda del pop en ‘George Michael. Una vida’: Infancia dura, icono sexual u homofobia](https://los40.com/resizer/v2/2MMMSYWUMZGO7MVARUBQZHV6DM.jpg?auth=5fa450277668655e5321957a56f5fa87e971bccd7b564d1ed6bd40b225551ab2&quality=70&width=360&height=270&smart=true)
Un título muy rock&roll para tu biografía: Yo debería estar muerto. ¿Querías llamar la atención en la estantería de las librerías?
Cuando voy a una librería siempre pienso que es imposible destacar con los miles de libros que hay, con portadas fluorescentes en los relieves, es una lucha que está perdida. Una vez cenando con Álvaro Longoria, productor y director de Morena Films que hizo el documental de Tequila, hace años, en Santander, como fan me preguntaba muchas cosas. Y después en la promoción del documental decía que decidió hacerlo porque Alejo un día me dijo la frase, ‘yo debería estar muerto’. Yo no me acordaba y le dije que se lo había inventado para la promo porque era muy buena frase, pero me dijo que no, que la había dicho yo. Me quedó la frase y no esperaba escribir un libro, pero cuando lo hice, pensé, es una buena frase. tenía varias interesantes, pero esta me pareció la más representativa y la más impactante.
La tuberculosis de niño, la dictadura, las drogas, accidentes de moto, cáncer… hubo ocasiones, ¿te hace valorar más la vida?
No necesito eso para valorar la vida, la valoro bastante y me encanta la vida y espero vivir 100 años y si no estoy muy bien, me voy a ir antes. Si termino de mala manera físico, mental o emocional, me iré de voluntad propia, pero si puedo estirarla en condiciones óptimas, lo haré lo más que pueda porque la verdad es que he tenido una vida que, probablemente, vale por cuatro o cinco por la intensidad y la variedad de cosas que me han pasado. Todos los días son diferentes. Me hace gracia cuando la gente dice que tiene que salir de su zona de confort, me gustaría estar un rato en la zona de confort.
Yo mientras leía el libro pensaba que he desperdiciado mi vida en comparación con la tuya, ¿eres consciente que la intensidad de la tuya no es la generalidad?
Por supuesto, por eso valoro tanto y agradezco al destino y a mí mismo, mi educación, tener una vida tan llena de cosas en el pasado y en el presente. ¿Quién me iba a decir que iba a escribir un libro? Fue por una insistencia externa que lo hice. Si ya componer una canción me parece algo duro y difícil, me angustia el papel en blanco y son tres minutos, lo de escribir un libro no estaba en mis planes.
Empezamos por la última, el cáncer, ¿cómo estás ahora?
Los chequeos médicos dicen que muy bien, que estoy recuperado, pero nunca se sabe. Confío en que voy a estar muy bien y hago todo lo posible para estarlo física y mentalmente y me encuentro muy bien.
Comienzas con tu infancia, esa en la que eras hijo de padres separados, con un padre ausente y una madre sobre protectora. Eso marca, ¿no?
Sí, lo pongo ahí, soy un hijo único con muchos hermanos, si los sumos son seis, algunos de mi padre, otros del marido de mi madre que fue como mi padre, me crio más que mi padre, tuve dos padres. Tengo todos estos hermanos de la vida, pero soy hijo único y tengo la personalidad de hijo único con todo lo bueno y malo que puede tener eso. Tuve una infancia compleja, pero riquísima en experiencia. No conozco muchos niños que con 10 años se pudiera ir con Cortázar y charlar de la vida.
Julio Cortázar, una de las muchas personalidades de la cultura y la política que pasaban por tu casa a diario.
Y hay muchos nombres que he quitado porque en España no son conocidos. Me crie en una casa que era el epicentro, era como un club cultural. Venían todo el tiempo actores, escritores, directores, músicos casi a diario.
Eso te hace crecer más rápido.
Sí, eso y los golpes hacen que crezcas rápido. También haber crecido en un hogar con padres separados, psicoanalizado desde los cinco años, no se parecía en nada a la vida de mis compañeritos.
¿Sigues yendo a terapia o eso ya se acabó?
Fui en la infancia y luego de adulto, en total sumé con 25 años de psicoanálisis y la última vez me dijo, ‘ya está, yo creo que ya tienes herramientas’. Tenía muy honesto que me dijo eso y me dijo que si algún día tenía un problema concreto le podía llamar.
Asesinan a Paco Urondo, marido de tu madre, cuando tenía 46 años y llega la época del exilio para ti, ¿cómo ha sido recordarlo ahora?
Fue un viaje por los túneles del tiempo. Escribiendo este libro lloré, me reí, pasé por todas las emociones posibles y es curioso que cosas que han pasado hace tanto tiempo estén tan vivas y te muevan tanto. En mi vida diaria tengo superados esos episodios, pero en los momentos de meterme ahí fue fuerte, pero me sirvió de terapia para descargar un poco de peso, de dramatismo, tragedia.
Hablas mucho de drogas. Con una madre que organizaba sesiones de ácido lisérgico, estabas abocado, ¿no?
Yo no sabía ni lo que era, ella me decía, ‘esta noche no vengo a cenar a casa que tengo ácido’, ‘vale’, yo era un niño. Pero claro, un día alguien me dijo, ‘¿quieres tomar un ácido?’, ‘ah, esto que tomaba mi madre, vamos a probarlo’. Y no me gustó nada. Tomé varias veces, pero no me lo pasaba bien. Hay gente que se reía, pero entiendo que las drogas psicodélicas las disfruta la gente que tiene menor actividad cerebral, gente más simple que la toman y se ríen. A mí me entraban unas paranoias...Mi actividad cerebral estaba siempre al límite y si doy un paso más lo mismo entro en una zona de demencia y nunca me gustó. Tomé varias veces, pero dejé muy rápido las drogas psicodélicas.
Veías que tus ídolos de adolescencia consumían drogas de manera habitual: Keith Richards, David Bowie, Lou Reed, la lista es interminable. Tenían éxito, tocaban ante las multitudes y grababan discos maravillosos, ganaban dinero y decías, bueno, tampoco será tan malo, pero uno sabía que no estaba tomando hortalizas.
Consideraste que, para tu actividad cerebral, mejor la heroína, ¿no?
Claro, esa es la droga ideal. Es la mejor droga para la gente que tiene exceso de actividad cerebral. Iba en busca de mi lobotomía diaria para parar un poco mi mente. Las drogas estimulantes como las psicodélicas o la cocaína son malísimas porque lo que te hacen es lo contrario de lo que yo buscaba, por eso me enganché tanto a la heroína, porque te baja la intensidad cerebral y te proporciona un placer físico que es la combinación perfecta.
Menos mal que dejas claro en el libro que no es bueno el consumo de drogas, porque cualquiera que te oiga puede pensar que es la medicina para la vida.
En esa época lo que yo decía es ‘a ver si inventan esto que sea vitamina porque lo tomaría tranquilamente toda la vida’. Lo pongo para que nadie que lea el libro diga, ‘vamos aprobar’, me sentiría culpable. No me gusta la apología de las drogas, cuento mi experiencia, pero hay artistas que hacen apología y eso nunca me gustó porque es algo que causa mucho daño y yo cuento solo mi experiencia.
Fue una época donde la heroína hizo estragos, muchos alegan que, por falta de información, ¿fue tu caso?
Yo tenía bastante información, se tiran balones fuera. No habían ocurrido tantas pérdidas y veías que tus ídolos de adolescencia consumían drogas de manera habitual: Keith Richards, David Bowie, Lou Reed, la lista es interminable. Tenían éxito, tocaban ante las multitudes y grababan discos maravillosos, ganaban dinero y decías, bueno, tampoco será tan malo, pero uno sabía que no estaba tomando hortalizas.
Llega un día que decides dejarlas y llevas 30 años sin consumir, ¿fuerza de voluntad, una mente más allá de lo normal?
Me miré al espejo un día y me vi la cara y dije, creo que hasta hora pude compatibilizar todo, la actividad con todas las sustancias, pero me dio la sensación de que se abría el camino y tenía que elegir. Las dos elecciones hubieran sido válidas. Tengo gente cercana como Julián, de Tequila, que lo suyo fue una elección, dijo, voy por aquí y es respetable, un poco al estilo Living Las Vegas. Es una opción, pero yo elegí la otra gracias a todo lo que me fue inculcado en mi infancia, aparte de la voluntad que tuviera, tenía unas armas que muchos no tienen a nivel valores morales, no al estilo judeocristiano, sino humano. Tomé esta opción, pero entiendo que haya otros que tomen la otra porque no tiene armas suficientes para enfrentarse a la parte dura de la vida si muletas porque la droga y el alcohol son muletas para soportar la parte dura la vida que, para soportarlo sobrio hay que tener un par.
Llega el exilio cuando las cosas se ponen difíciles en Argentina y asesinan a Paco y llegas a España con una mano delante y otra detrás y una madre deprimida… Te tocó pedir dinero por la calle, pero no lo relatas como si fuera un drama.
No lo vivíamos como drama sino como algo divertido. Mi madre se fue ese dinero para currar y poder pagar el alquiler y comida me dejó. No es que estuviera en la inanición. Queríamos dinero para divertirnos, para comprar chocolate, ir al cine, cenar en un restaurante o tomar un taxi de vuelta a casa, para eso pedíamos dinero, no para comer. Comida y techo había, no era indigencia, eran tiempos apretados, pero lo mínimo había. Otro título que tenía para el libro que era Demasiado no es suficiente, una frase que vi en una marquesina en Times Square, símbolo de la cultura americana, del exceso.
Tanto Ariel Rot como tú veníais de Argentina donde el rock era casi una religión y donde en España apenas existe, ¿cómo fue ese contraste?
Visto lo visto, fabuloso a nuestro favor. Creo que nuestra propuesta en Argentina hubiera gustado si nos hubiéramos quedado, más tarde salieron grupos de la misma onda que funcionaron. Pero había un nivel de desarrollo de la escena de rock brutal, pero aquí no había nada, los grupos cantaban en inglés. No es como ahora que por redes te enteras de todo, en ese momento era ir a ciegas, no conocíamos a nadie, ningún club y hubo que hacer un research con mucho instinto y olfato. Vimos que la cosa no estaba para nada a lo que estábamos acostumbrados. Nos dimos cuenta de que trajimos un producto que podía no gustar porque no había nada parecido. Pero el destino fue benevolente. Siempre he pensado que toda esa brutalidad que ocurrió, que es pura magia, que no se puede programar, tuvo que ver con la tragedia a la que el destino me sometió. Lo viví como una compensación del universo. Me extraña que no me haya vuelto creyente. Otra persona diría que Dios me dio una de cal y otra de arena, es raro que no haya visto esa magia como algo celestial, divino y religioso.
Llega Tequila y el primer tema, Necesito un trago, ya entró en LOS40, ¿esa explosión de golpe crees que fue beneficiosa?
Sí, fue bueno porque si no era tan rápido, quizás a lo mejor no era. Tenía que ser así, el destino quiso que fuera así. Necesito un trago no dejó de sorprenderme porque fue la primera canción que compuse en mi vida. En mi piso de Buenos Aires. Dice, ‘estoy en Buenos Aires muy aburrido’, tuve que cambiarlo y poner Madrid. Con 14 años hacer una canción que diga, ‘necesito tomarme un trago para poderme estabilizar’ cuando yo no había probado una gota de alcohol en mi vida, tuve que tranquilizar un poco a mi madre. Se preocupé y la dije, ‘tranquila, no probé una gota de alcohol en mi vida, es pura ficción’. Pero sí estaba aburrido ese día. Nunca me aburrí y el único día que lo hice lo amorticé haciendo una canción que curiosamente, cinco años después, se convierte en el primer single. No creo que haya muchos casos en los que la primera canción compuesta se convierta en el primer single, normalmente queda en un cajón y nunca nadie la ve. Y resulta que es un éxito, es nº1. Y es curioso porque yo nunca toqué en Argentina hasta hace un año porque nadie me conoce allí porque durante la dictadura mis apellidos estaban en la lista negra y cuando acabó ya había acabado Tequila. Con el documental surgió la posibilidad de tocar, Ariel no quería y fui solo. Tocamos en un teatro de mi hermana, que es muy grande y comercial y curiosamente queda a dos calles del apartamento donde yo vivía con mi madre antes de la dictadura y donde compuse esa canción. Después de 50 años de exilio expliqué que la había compuesto a dos calles de donde estaba tocando y cambié la letra y fue la primera vez que la canté como fue compuesta originalmente.
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Ahí, ¿hubo pánico escénico o eso ya estaba superado?
Hubo pánico escénico cuando volví a cantar después de 25 años, que supongo que podría entrar en el libro de los Guinness records porque hay artistas que se han retirado, pero no han vuelto, o el que volvió a los cuatro o cinco años. Yo volví 25 años después. Cuando empiezas no tienes una capacidad de vértigo y de auto percepción, te subes y es como un hábitat más de tu vida. 25 años sin subirme, el hábitat no lo reconocía al principio y tenía pánico, pero eso se pasó. Pero en Buenos Aires estaba muy nervioso.
Seis años de mucho trabajo, mucho desfase, mucha vacilada a la prensa, mucho exceso… Cuando ahora lo recordabas para escribir el libro no sé si te reías o te preguntabas quién eras en ese momento.
Todo eso. Esto es poli sensaciones. Lloré, reír, me sorprendí, aluciné, todo tipo de sensaciones posibles.
En un punto sentí que, si no estaba Ariel, no era Tequila, que teníamos que estar los dos. Seguramente hoy estaría llenando el Bernabéu si hubiese seguido.
Pero si ahora tuvieras al Alejo de esta etapa de Tequila, ¿qué le dirías?
Exprímelo todo lo que puedas, non te cortes ni un pelo. Mi canción Yo soy un animal, digo, ‘no me arrepiento de probar, no tengo cuentas que saldar ni peso que cargar’.
Una época en la que diste prioridad al grupo y, por ejemplo, le dijiste a Almodóvar que no a protagonizar Laberinto de pasiones, ¿cuántas veces te has arrepentido de eso?
Puede ser que de eso me tenga que arrepentir porque quién sabe lo que hubiese pasado, salir de protagonista en una película de Almodóvar, quizás hubiese compaginado ser actor con cantante. Me arrepentiría si hubiese sido un ‘no’ completamente decisión propia, pero fue una decisión colectiva. Si paraba tres meses para rodar una película, la banda me mataba, porque no teníamos un día libre. Me sentí un poco responsable de decir, no puedo parar este proyecto que está explotando ahora en el momento más álgido. Podría haberlo planteado, pero también en algún punto le dijo a Pedro, ‘llama a un actor que lo va a hacer mejor’ y llamó a Imanol Arias.
Solo salía por la noche que la pasaba bebiendo, emborrachándome y drogándome y volviendo a la mañana y todo el día dormía. Se ve que soy alguien con mucha energía porque le ponía mucha pasión a eso, me lo tomaba como un oficio.
Ya no te ofreció más, ¿no?
No. Quizás podría haber sido Antonio Alcántara.
Luego llegó Ariel y dijo que se iba y se acabó Tequila, ¿crees que fue buena decisión?
Lo he hablado alguna vez con Ariel, por qué no le dije ‘espera, siéntate y lo hablamos, si estás agobiado hazte un par de discos solos, le damos un descanso y lo vemos’, pero le dije, ‘vale, ok’. También debería arrepentirme de no decir, vale, voy a llamar a otro guitarrista. Julián se iba también, pero me podía haber quedado con la marca que hay muchos grupos que se quedan dos y se quedan con la marca y siguen. Pero en un punto sentí que, si no estaba Ariel, no era Tequila, que teníamos que estar los dos. Seguramente hoy estaría llenando el Bernabéu si hubiese seguido.
Te viste convertido en un rock star en decadencia con 25 años. Llegaron tus años de oscuridad con mucha vida nocturna, ¿con qué emoción definirías esos años?
Todo fue muy intenso, la actividad frenética y los años en los que no hice nada. Solo salía por la noche que la pasaba bebiendo, emborrachándome y drogándome y volviendo a la mañana y todo el día dormía. Se ve que soy alguien con mucha energía porque le ponía mucha pasión a eso, me lo tomaba como un oficio. Se me había acabado el dinero, pero no pagaba en ningún lugar, me invitaban en todos lados. Era todavía un ídolo, pero cero productivo. Estaba todo mi ambiente muy preocupado. Después me voy al otro extremo y me pongo a producir todos los días sin parar un sábado ni un domingo por siete años. Curraba desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la mañana. Me grabé doscientos y pico discos.
Es un libro muy lleno de anécdotas con nombres propios. Anfitrión de U2 en España con su gira Joshua Tree y aquella frase que le enseñas a decir: ‘No soy el torero, soy el toro’. Todo como muy peliculero.
Total. Ese tipo de cosas ocurren cotidianamente en mi vida y no me sorprenden. Cuando lo leo sí me sorprenden porque todavía tengo la ingenuidad en un punto de alguien mucho más joven, casi infantil y ese espíritu me hace disfrutar mucho de las cosas.
Pero entonces, ¿Bono es un tío guay?
Sí, es un tipo cojonudo. Siempre lo he defendido cuando se le ha criticado por equis cosas, pero me pareció un tipo con buena cabeza. Fabuloso cantante, compositor y músico y su labor social que muchos critican por si es algo que le conviene. Le convenga o no le convenga, el tipo hace más que el que no hace nada. La suerte de que tuvo de que Mark Zuckerberg le ofreció unas acciones de Facebook antes de salir y dijo, vale, y lo compró por 10.000 y ahora valen 100.000 millones. Que lo disfrute.
Otro nombre. Nacho Cano te hizo ver la luz tras esa etapa de oscuridad cuando te incluyó en su estudio de jingles. Tequila y Mecano a años luz, ¿no?
Mecano es un grupo que ha calado mucho en la cultura y en la gente que más allá del gusto musical y el estilo, creo que son canciones con mucha creatividad, muy originales y con alguien que tenía una cabeza especial, eso no lo componía cualquiera. Puede no gustarte o gustarte más Bob Dylan que Maluma, pero el tipo gusta mucho y algo habrá creado que a la gente le hace vibrar, mis respetos. Al margen de que personalmente le estoy muy agradecido porque él fue el que me sacó. Me encontró a las siete de la mañana, borracho en un club, y ahí mismo me llevó a su estudio y me preguntó por qué no iba a trabajar con él. Obró como una grúa que me levantó, como se dice en Argentina, en la lona. Fue un terapeuta, fue mi coach porque no fue un día, ni dos, ni tres, sino que esa labor la tuvo que hacer muchas veces.
Nunca hice nada de lo cual en ese sentido me arrepienta, ni ilegal ni amoral ni en contra de la voluntad de las otras personas. Nunca forcé a nadie ni hice nada que la otra persona no quisiera, pero me pareció una zona delicada de la que era mejor no hablar.
Carlos Tarque, de M-Clan, lleva tatuadas tus iniciales porque con Llamando a la tierradiste vida a su grupo. Una relación muy especial, ¿no?
Nos conocimos porque hice un disco de versiones de Tequila y participaba mucha gente y ellos vinieron a mi estudio a grabar una versión de Necesito un trago. Nos conocimos, pero no coincidíamos mucho más. Pero en un momento dado, me llaman de la discográfica porque ellos habían sacado dos discos que no habían funcionado y era como la última oportunidad. Con un disco se habían ido a Memphis, con otro a Toronto donde coincidieron en el estudio con David Bowie, la compañía se había gastado un pastón y ya no había dinero, había que hacer un disco con poco presupuesto y si no funciona les damos la carta de libertad. Ellos estaban muy descreídos y Carlos decía que este disco no lo van ni a editar. De hecho, él se estaba pensando ya un plan B por si no funcionaba. Hicimos una apuesta. Yo creía que iba a funcionar porque les pegó un cambio que creía que podía conectar con el gran público. Habían vendido unos 3000-5000 de los anteriores discos y le dije que iban a ser disco de oro, que eran 50.000. Y me dijo que si se hacían disco de oro se tatuaba mis iniciales. Vendimos 250.000 y pensé que no iba a cumplir, pero lo hizo y le saqué una foto antes de que el tatuaje se fuera difuminando.
Sexo, drogas y rock and roll. Hemos hablado de dos, pero menos de sexo que hay poco en el libro.
El rock and roll y las drogas se pueden hacer más en solitario y el sexo en solitario no me parece interesante para hablar. Y si tengo que hablar de otra gente me da pudor. Tendría que haber ido recorriendo la agenda para llamar y pedir autorización para nombrar a esas personas para nombrarlas. Nombro la última y a la primera que murió, pero las demás relaciones no me pareció que tuviera autoridad para sacarlas. Y las que no fueron relaciones, estamos en una época en la que hay que ser cuidadoso y delicado porque era otra época y a veces es difícil extrapolar experiencias de otra época a esta sin que suene un poco fuerte, mejor no hablar de ciertas cosas. Nunca hice nada de lo cual en ese sentido me arrepienta, ni ilegal ni amoral ni en contra de la voluntad de las otras personas. Nunca forcé a nadie ni hice nada que la otra persona no quisiera, pero me pareció una zona delicada de la que era mejor no hablar.
Tu primer amor que era la ahijada de Neruda, ¿lo tuyo siempre ligado a la cultura, hasta en el amor?
No la busqué, la conocí y era ahijada de Neruda y su hermano, ahijado de Allende. Y la madre había sido secretaria de Neruda 20 años y el padre había sido el fundador del partido comunista argentino, un rico, un terrateniente.
La segunda, el amor de tu vida con la que mantienes una bonita relación y con la que te llevas unos cuantos años, ¿hasta en eso poco normativo?
Sí porque yo encuentro que la gente interesante con la que me encuentro no tiene edad. Yo soy muy amigo que tiene 20 años más que yo y tengo amigos de 10, 20, 30 o 40 años menos que yo. Músicos con los que me voy de gira, la gente que me interesa es atemporal.
Ahora, ¿en qué punto está Alejo?
En un punto y seguido.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...