A Pablo Motos se le va el programa de las manos cuando Leticia Sabater empieza a hablar de su reconstrucción del himen
También desvela cómo fue la operación de abdominales y su infancia como niña poco agraciada
Si hay un calificativo que no podríamos darle nunca a Leticia Sabater es discreta. Ni en su forma de ser, ni en su forma de vestir, ni en su forma de referirse al sexo en su música. Y lo hemos podido comprobar una vez más en su visita a El Hormiguero. Empezaba soltando zascas dejando claro que siempre ha contado con el apoyo del público y no tanto de las cadenas de televisión.
“Vi que se estaba acabando un poco la moda de los programas infantiles y que empezaba a haber muñecos. Llegó el momento que me di cuenta de que tenía que jugarme el dinero que había ganado y hacer lo que siempre me ha apetecido hacer: Yo siempre he querido ser Raffaella Carrá. Ser una show woman es lo que a mí me apetece ser, me apetece entretener y hacer feliz a la gente. Esa es mi lotería y no quiero otra”, contaba sobre sus inicios en la música.
Fue en ese momento cuando decidió escribir Mr Policeman. Y tras la explicación llegó beso en la boca y regalo de una gorra de policía para Pablo Motos. Y no era todo porque tenía otro regalo más, un rap dedicado al programa. No dudó en subirse a la mesa del programa para animar al público mientras las hormigas y Pablo le insistían en que la mesa no iba a aguantar. Pero lo hizo.
El mensaje de sus canciones
Y claro, repasaron sus grandes temas, esos que lleva varios años sacando por Navidad y por verano y que, según ella, más allá de su doble sentido sexual, tienen un mensaje social. De ahí que Pablo quisiera saber cuál era el que tenía su último lanzamiento: Titi cómeme el toto.
“Aunque no lo creas y mires con esa cara de mmmmm, ahí lo dejo, no va por ahí. Surgió en una cena donde estábamos varios amigos de cachondeo y dijo una ‘anda, ya, tócame el toto’, y a mí me hizo gracia lo del toto y empecé a hilar y pensé qué gracioso quedaría lo de titi cómeme el toto”, contaba sobre el origen de la canción.
“Imaginaos que hay un burro volando y yo te digo, mira Pablo, un burro volando y tú me dices, ‘venga, vamos, titi cómeme el toto’. Es como, tío, que paso de ti, que no me tomes el pelo que no soy gili”, explicaba sobre el significado de la expresión.
Repasando el curriculum de operaciones estéticas
Uno de los temas que Motos puso sobre la mesa es el de sus continuos retoques estéticos, con especial énfasis en sus abdominales. Y no dudó en explicar en qué consiste: “Prótesis femeninas no existen, existen solo masculinas. La operación de los abdominales, que es verdad que mucha gente no lo sabe, es que te quitan esa grasa que lleva de treinta años comer de todo, que está de ponerte ciego, que es la que tú tardarías tres o cuatro años en quitártela estando todos los días en el gimnasio machacándote. Te quitan esa grasa y, a partir de ahí, tú te curras tus abdominales, pero es el 70% más fácil. Lo difícil es la grasa que lleva conviviendo contigo 40 años”, explica antes de confesar que ella hace 500 abdominales a la semana.
En cuanto al número de operaciones que acumula, asegura que “yo creo que la gente piensa que llevo más de las que llevo porque yo soy de las pocas que lo cuento. Llevo un lifting de toda la cara que es muy difícil porque te puede quitar la expresión y es una operación muy difícil. Luego, la de los abdominales y tampoco creas que llevo mucho más. Yo no me pongo rellenos ni nada de eso, yo soy más de cortar por lo sano”.
Y como Leticia Sabater no tiene pudor para contar ningún tipo de intimidad, también habló de su reconstrucción de himen. “Tenía un problema, no me entraban cuando eran muy grandes. Hay gente que dice, ojalá que sea guapo, que tenga dinero, pero yo decía, por favor, que la tenga pequeña”, contaba generando las risas del público. Y ese fue el motivo de la reconstrucción. “Ahora todos los artefactos viriles me caben muy bien”, aseguraba.
“Tengo la sospecha de que el programa se me ha ido de las manos”, aseguraba Motos ante el desparpajo de Leticia hablando de las primeras veces en las relaciones sexuales. “Soy consciente de que el sexo es una cosa normal”, aseguraba Leticia ante sus reticencias.
No dudó en confesar que nació “muy poco agraciada. Nací bizca, con un parche en el ojo, las rodillas torcidas, con el himen pequeño, no me faltaba detalle. Mi abuelo cuando me vio, dijo, ‘esto no tiene solución’. Era un cayo malayo, pero yo me comportaba como si fuera Claudia Schiffer, el pibón de España, y claro, ya era más cómico el asunto. Con deciros que me llamaban ‘cara chiste’. Tenía actitud de pibón, pero era un pedillo malayo”.
Años duros
Ahora se ríe de su aspecto físico y sabe sacarle partido, pero no siempre fue así. “Me di cuenta de que tenía que ser simpática para que alguien me hiciera caso en esta vida. Ya lo tengo superado, pero es una cosa triste y dolorosa y me cuesta mucho explicarla porque sufres mucho. En el colegio me han insultado mucho, me han llamado de todo. He sufrido mucho hasta los 13 años sobre todo”, contaba sobre su infancia y adolescencia.
Con todo eso, decidió ser famosa y artista, que, siendo familia de los Martínez Bordiú, no era la mejor noticia. Pero un día la cogieron para la gira de Luis Miguel y “me encantó. Y Luis Miguel me dijo que me quería para la gira internacional de él. Mis padres me dijeron que ni hablar y yo me cogí un cabreo monumental y les dije que ahora iba a ser artista. Y tal y como era nadie se imaginó que fuera a ser artista. Y llevo 40 años siendo artista. Y no quiero un aplauso fácil, pero cuando nadie confiaba en mí, cuando nadie creía en mí, cuando me reinventé fue el público gay, el primero que cuando saqué Mr Policeman, estuvo ahí para que yo tirara para arriba”.
Y ahí sigue, siendo una diva del colectivo.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...