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Maná envuelve de nostalgia el WiZink Center con un repaso a sus mayores éxitos y Christian Nodal como invitado sorpresa
Tras siete años de ausencia, la banda mexicana volvió a la capital española
Después de pasar por varias ciudades españoles, este miércoles noche tocaba el primero de los conciertos en Madrid de Maná. Esta noche repetirán jugada en la capital con su México Lindo y Querido Tour. Y cada noche, 16.000 personas vibrando con los éxitos del veterano grupo que tiene claro cuáles son las canciones que más han sonado en nuestro país.
Un crisol de culturas entre el público con toda la comunidad latina representada y sobre el escenario donde las rancheras, el reggae o los sonidos árabes se mezclaban con el rock de un grupo que demostró una vez más que son músicos virtuosos que saben lo que se hacen.
Tras unos teloneros que el grupo encontró tocando en la calle hace quince días y decidió darles la oportunidad de vivir su gran noche de tocar en un recinto como el WiZink, salió la banda mexicana que empezó a tocar los primeros acordes de Manda una señal tras un telón que solo después de unos segundos subió para dejar a la vista a Fher y los suyos dispuestos a resarcir los siete años de ausencia en España.
Fher, vestido con vaqueros negros, una camiseta negra con una calavera con brillos y una camisa roja también brillante cambió sus antiguas botas de puntera por zapatillas más cómodas y es que tenía dos horas y media por delante sin parar de moverse de un lado a otro que bien merecían ese cambio en el calzado.
Ya en el segundo tema, De pies a cabeza, metían Madrid en la letra para dejar claro que la banda estaba dispuesta a interactuar con el público desde el minuto uno. Fher no dejó, en todo el concierto de hablar con el público entre canción y canción.
Tras recordar el mucho tiempo que llevaban sin pisar tierra española, ya avisaba: “Cómo se ve la casa llena. Ya los extrañábamos un chingo. Se nos cruzó la pandemia y otras cosas que teníamos que acabar, pero siempre les hemos tenido en el corazón porque son el mejor público. Vamos a poner toda la carne en el asador”. Y comenzaba Corazón espinado con un público completamente rendido a sus pies.
Aunque sin una producción descomunal, el grupo dejó claro que no necesita una gran puesta en escena para brillar, le basta con grandes canciones y una entrega total para convencer a un público que pudo disfrutar de un repertorio de grandes éxitos. Quizás demasiado parecido al de otras ocasiones porque lo que vimos sobre el escenario se parecía mucho a lo que ya habíamos visto en anteriores visitas. Pero no importa, siempre es agradable disfrutar en directo de unos temas que seas fan de Maná o no, conoces a la perfección.
Tras Hechicera, Fher aseguraba que en Madrid se puede estar toda la noche de fiesta hasta la mañana siguiente. Y se lanzaba con Labios compartidos tras asegurar que el público madrileño es afinado y tiene potencia.
Lucha por el medio ambiente
El momento visualmente más espectacular llegaba con ¿Dónde jugarán los niños? Tras un discurso medioambiental y la necesidad de reflexionar sobre el planeta que vamos a dejar a las generaciones venideras, el grupo convirtió el escenario en una selva con elefante gigante incluido. No es nueva esta lucha por la causa ecológica del grupo.
Saludó a toda la comunidad latina, había banderas de todos los países latinos entre el público, pero aseguró que España es la puerta a Europa y aquí hay grandes letristas, grandes artistas y “si no compites con buena calidad te mandan a la chingada”. Y sacó la armónica para dar paso a Vivir sin aire.
Tal vez no a todas las mujeres les gustó cuando antes de cantar Mariposa traicionera habló de que parece que en México las mujeres se han sublevado y preguntó si en España también lo habían hecho como si fuera algo a lamentar. Luego llegaba Se me olvidó otra vez y uno de esos primeros clásicos mexicanos, El rey de Vicente Fernández en su versión más rockera.
Un niño jugando
Fher recordó que el recinto lo habían conocido como Palacio de los Deportes y que ahora tenía un nombre raro que parecía ruso. Además, se lamentó de que fueran tan estrictos porque amenazaban con multa si acababan más tarde de lo pactado o subían demasiado el volumen. Y es que el mexicano estaba juguetón y con ganas de fiesta. Y puestos a jugar, lo hizo gran parte de la noche con un foco de mano con el que no dejó de alumbrar todo el rato como si fuera un niño con juguete nuevo.
Llevaba una hora de concierto más o menos cuando Álex tomó el centro del escenario para regalar uno de sus habituales solos de batería con el que demuestra el dominio del instrumento y genera la ovación de un público que sigue quedándose con la boca abierta tras verle casi un cuarto de hora manejar las baquetas como si el mundo se fuera a acabar en ese mismísimo momento. Las mismas que luego lanzó a las primeras filas.
Invitado sorpresa
Mientras, el resto del grupo se trasladaba a un segundo escenario, un cuadrilátero situado en la parte trasera de la pista que seguro que les hizo a los del front stage preguntarse por qué habían pagado una entrada más cara. Allí volvió el homenaje a su tierra con Solté la rienda de José Alfredo Jiménez. Y la sorpresa de la noche, apareció en el escenario un compatriota suyo: Christian Nodal.
El mexicano dará concierto en el WiZink este viernes y como aperitivo apareció para cantar Te lloré un río, aunque tuvo algún que otro lapsus con la letra. Al grito de “viva México cabrones”, salía del escenario y dejaba al grupo en su set más acústico con temas como El reloj cucú, No ha parado de llover o Eres mi religión que Marina, una chica del público alicantina pudo vivir desde el mismo escenario tras invitarla a subir. Así ponían fin a este escenario y volvían al principal.
Era el momento de que Alex demostrara que además de tocar la batería puede cantar y tomó la batuta con Me vale. Y es que si algo tiene este grupo es que sabe dividir el protagonista entre cada uno de los miembros. Y si Álex tiene sus momentos de virtuosismo con la batería, Sergio Vallín los tiene con la guitarra y quizás, Juan pase algo más desapercibido, pero no por ello brilla menos.
Final de fiesta
Recta final del concierto con esas canciones que podría cantar el público solo sin fallar en ningún verso, dos de los emblemas de su carrera: En el muelle de San Blas y Clavado en un bar. Momento en el que, por cierto, Fher se metió en camisa de once varas al asegurar que “este país no hay que partirlo en trozos” y que lo mejor que tiene es su gente. Acabó tirado por el suelo como rockero entregado al momento en el que, además, presentó a la banda con especial énfasis en Juan Carlos Toribio, el miembro sevillano de la banda, a los teclados.
Quedaba un bis, una de esas canciones que no podían faltar, Rayando el sol para la que el vocalista salió al escenario con su look más rockero. Fuera camisa y gafas de sol y sombrero cowboy para despedir la noche, una auténtica fiesta mexicana sin demasiada novedad, pero con una demostración más del talento de grandes músicos que no necesitan de mucho para brillar. Llevan sin sacar un álbum desde 2015, pero tienen repertorio más que suficiente para vivir de la nostalgia que siempre deja un buen sabor de boca.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...