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BBK Live: Segunda jornada con el baile de disfraces de Grace Jones, el flamenco renovado de María José Llergo o la vanguardia de Ralphie Choo
Y un monte embarrada que no fue obstáculo para disfrutar de la música en el monte
El viernes por la mañana desde primera hora de la madrugada y a lo largo de varias horas, la lluvia hizo presencia en Bilbao donde los que ocupan el camping del BBK Live no debieron pasar sus mejores momentos. Antes de comer, esa lluvia desaparecía, pero la bajada de temperatura era notable y los charcos de barro, por mucha paja que la organización desplegara por las praderas del monte Kobeta, no evitaban el desastre en el calzado. Pero es lo que tiene disfrutar de un escenario tan bucólico. Tras una primera jornada muy variada, daba comienzo la segunda.
El ambiente festivo hace que todo eso pase a un segundo plano, aunque para algunos, esta jornada del jueves fuera un poco más floja que la anterior. Una entusiasta María José Llergo, vestida con un mono negro con transparencias y mangas con capa ha llevado su mezcla de flamenco y hip hop a uno de los principales escenarios donde, sin mucha parafernalia, le ha dado protagonismo a su voz con temas como Ultrabelleza, Superpoder, Rueda Rueda o Juramento. No podía de dar las gracias y formar un corazón con sus manos por el apoyo y el cariño recibido haciendo gala de esa dulzura que le caracteriza.
Nada que ver con lo que ofrecía Standstill en el escenario cubierto donde la banda de Barcelona demostraba que su ausencia durante nueve años de los escenarios no ha hecho mella en su propuesta. El funk de Parcels nos dejó uno de los momentos más ensordecedores de la noche logrando crear un ambiente totalmente festivo entre el público y el Albert Pla más divertido al que no le faltaba ni una versión de Soy rebelde se sumaban a la noche.
La gran diva de la noche: Grace Jones
Uno de los momentos fuertes de la noche era cuando, con algo más de media hora de retraso, Grace Jones bajaba el telón y aparecía como una diva en el escenario con capa y una máscara que impedía ver su rostro. Su pasado de modelo salía a relucir en la forma de posar en el escenario y en el cuerpazo que no tiene ningún reparo en seguir mostrando.
76 años (¿quién lo diría al verla?) y una capacidad de conquistar el escenario como pocos. Lo suyo es más que un concierto, es todo un show imprevisible que te captura para descubrir qué es lo próximo con lo que va a sorprenderte. Cada canción muestra un look diferente por la incorporación de algún complemento que convierte el concierto en una especie de baile de disfraces.
Nightclubbing arrancaba el espectáculo en el que se mostraba muy dialogante con el público mezclando inglés con alguna palabra en español de vez en cuando. Seguían temas como The Key, Private life o Demolition man con los que íbamos comprobando que la cantante se ha rodeado de una buena banda que le sigue los pasos a ella, que es la reina.
Mucha provocación, cierto surrealismo en otros momentos e interacciones que irremediablemente hipnotizaban mientras lo mismo golpeaba unos platillos en mitad del escenario para luego tirar las baquetas al público como se bebía una copa de vino que también tiraba, -una vez vaciada casi de un trago-, a la gente mientras hablaba de Iglesia, comunión y sangre de Cristo.
Un espectáculo que iba dividiendo según el género de su canción dejando especio para sus característicos ritmos jamaicanos en temas como My Jamaican guy o el tango de Astor Piazzolla en I've Seen That Face Before (Libertango), sin faltar, como muchos esperaban de esta gran diva ochentera, los ritmos más disco como Williams' blood, Love is the drug o Pull up to the bumper.
Aunque para bailar, los diez minutos de Slave to the rhythmdonde se recreó haciendo suyo el escenario mientras movía la cintura sin parar para hacer girar un hula hoop y presentaba la banda.
Mientras ella terminaba, el escenario cubierto se iba llenando con un público deseando descubrir el directo de Ralphie Choo, una de las propuestas más vanguardistas. Y es que, como dice Alizzz, el futuro de la música va por donde él se mueve. Veremos si tiene razón, desde luego, desplegó toda su energía y carisma ante un público completamente entregado y con su amigo Barry B acompañándole sobre el escenario que cambió de compañías tras haber presentado tema nuevo en un ring el día anterior con Diego Ibáñez de Carolina Durante. Más tarde tomaría el relevo sobre el mismo escenario Samantha Hudson.
Tanto como el de Underworld, historia de la electrónica que tomaba el relevo de The Prodigy la noche anterior en lo de convertir Kobetamendi en una rave. Juegos de luces y audiovisuales hipnóticos creaban la atmósfera propicia para que el dúo británico desplegase su techno progresivo. Y sí, Karl Hyde parece incansable con esa vitalidad que emana.
Ahora queda por delante una tercera y última jornada en la que Samuraï dará un concierto de día en las Torres Isozaki a las 15.30 y donde el plato fuerte de la noche será Arcade Fire que regresan al festival en el que ya estuvieron en 2016.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...