Arcade Fire, el cierre a tres días intensos de Bilbao BBK Live, se recrea en su primer disco en su 20º aniversario

Regine Chassagne, en concierto en España de Arcade Fire. / CRISTINA QUICLER

El jueves arrancaba el Bilbao BBK Live Festival con el Bereziak protagonizado por Alba Reche y Martin Urrutia que llenaban al mediodía la Gran Vía de la ciudad con cientos de fans que habían madrugado para obtener los mejores sitios. Luego, ya en Kobetamendi empezaban los conciertos que llenarían tres días seguidos de propuestas muy distintas con un claro componente classic con Air y Massive Attack el primer día.

Ni las lluvias del viernes hicieron decaer la fiesta y entre barro, los miles de asistentes al festival fueron disfrutando de actuaciones gloriosas como la de Grace Jones, más nuestras como la de María José Llergo o más vanguardistas como la de Ralphie Choo.

Y llegó el sábado, ya sin lluvias, menos barro y temperaturas ligeramente superiores a las del día anterior. Muchas ganas de vivir un cierre de festival por todo lo alto. Y eso ocurrió, sobre todo, con la actuación de Arcade Fire, recién llegados de Sevilla.

El público rendido

Nadie quería perderse el que era el concierto más esperado de la jornada y se notó en una pradera donde no cabía un alfiler. Todo Kobetamendi, rendido ante la calidad de un grupo con solera y un saber hacer que desplegó, desde el minuto uno, en un tramo que centró en su álbum debut, Funeral que celebra su vigésimo aniversario. Para empezar, las tres canciones de su ciclo Neighborhood con violines, acordeones y un despliegue instrumental que convirtió aquello en una fiesta que tenía a todo el mundo pendiente de cada movimiento en el escenario que no dejaba de sorprender.

Win Butler, completamente vestido de negro y Régine Chassagne, con un vestido rojo, se convirtieron en todo un espectáculo más allá de lo musical con su performance que lo mismo le llevaba a ella a dejar un incensario en el borde del escenario o a desplegar su valía como multiinstrumentista como a él a arrojarse al suelo o meterse entre el público, saltándose las vallas, guitarra en mano.

Y los que están familiarizados por los coros de Morat, encontrarían un punto de conexión, salvando las distancias, con los de la banda canadiense que lo dieron todo ante un público completamente entregado y conocedor de sus grandes hits con guiño, incluso, para New Order.

Ready To Start, The Suburbs, Sprawl II: Mountains Beyond Mountains o Everything Nowdejaron momentos apoteósicos que concluyeron con Wake Up y un fin de fiesta por todo lo alto que dejó claro que no solo las raves de The Prodigy o Underworld, de los días anteriores, son capaces de hacer delirar a los asistentes de madrugada.

Una jornada completa

Antes de ellos, el público tuvo oportunidad de bailar con la propuesta funk de Jungle o disfrutar de la veterana banda británica Slowdive son una atmósfera muy para disfrutar que era la consigna de este fin de festival. Además, El columpio asesino, ha mostrado ese punto de nostalgia al saber que este concierto formaba parte de su gira de despedida.

110.000 personas llegadas de más de 50 países en los tres días que ha durado el festival marcan una edición que ha dejado grandes momentos y ganas de volver el próximo año.

Cristina Zavala

Periodista enamorada de todo el entretenimiento....