Bruce Springsteen sintió que después de ‘Born to run’, “nos caeríamos todos por el acantilado”
Los tortuosos meses de creación del disco llevaron al artista y a su banda al borde de la separación
El 19 de Julio de 1975, un día antes de emprender la gira, Bruce Springsteen y la E Street Band permanecieron 19 horas seguidas en el estudio. Era la última sesión de ‘Born to run’. La que ponía el punto y final a casi 20 meses de trabajo exhaustivo, meticuloso y hasta obsesivo. Pero el ‘sufrimiento’ no había acabado. Cuando llegó el disco masterizado, Bruce, enfadado, tiró el acetato a la piscina. Hasta se planteó desecharlo y grabarlo de nuevo. Tiempo después reconocía que “había perdido la habilidad de escuchar con claridad”.
‘Born to run’ (1975), el tercer álbum de Bruce Springsteen, marcó un punto de inflexión en su carrera. Entre otras cosas, porque fue el primero con el que alcanzó la popularidad mundial. Hoy está considerado una obra maestra y es uno de los mejores discos del artista de Nueva Jersey. Pero también ha pasado a la historia como su disco más difícil de hacer.
A sus 25 años, Bruce ya era perfeccionista hasta la obsesión. Había empezado a trabajar en ‘Born to run’ en enero de 1974 y el 19 de Julio de 1975, después de año y medio de extenuantes sesiones, entró con la E Street Band en los estudios Record Plant de Nueva York para hacer las mezclas finales. Corría prisa. Al día siguiente empezaban la gira y el disco tenía que estar listo antes. Salieron del estudio 19 horas después, a las 10 a.m. En la puerta, les esperaba la furgoneta que les llevaría 300 km al noreste, a Rhode Island. En algún momento de esa noche, convirtieron el estudio en un local de ensayo y probaron las canciones que tocarían en ‘The Born to Run Tour’.
Supuestamente, con esas últimas 19 horas de trabajo continuado, Bruce ponía la guinda a un pastel de meticulosa elaboración cuya grabación había compaginado con numerosos conciertos. Pero cuando no tocaba, se pasaba todo el tiempo trabajando en el álbum. Principalmente, entre las 3 p.m hasta las 6 a.m. del día siguiente. Las sesiones eran agotadoras. Revisaba todo una y otra vez, permanecía horas repasando una sola línea o empleaba días decidiendo los arreglos de una canción. Según publica el libro ‘The words and music of Bruce Springsteen’, él mismo reconoció: “Las sesiones se convirtieron en algo que me destrozaba, como si me golpeara contra el suelo”. Max Weinberg (batería de la banda) confesó que había sido el proyecto más difícil de su carrera. Y Danny Federici (órgano) aseguró: “Comimos, bebimos y dormimos ese álbum”.
En ‘Born to run’, la canción que le daba título, la banda y los co-productores Mike Appel y Jon Landau, emplearon seis meses de trabajo. Su afán de precisión llevó al ‘Boss’ a liderar duras sesiones: le obsesionaba cada sílaba, cada nota y cada tono. Luchó por capturar los sonidos que escuchaba en su cabeza. Mientras reescribía la letra, creaba mezclas con guitarras eléctricas y acústicas, piano, órgano, sintetizadores. Hizo más de cinco versiones diferentes del tema. Y ocurrió algo inusual. Que salió seis meses antes que el disco. “Tardamos tanto tiempo en hacer el disco que dimos la canción a las emisoras pensando que lo teníamos casi hecho”, declaraba el cantante en Rolling Stone. “Pero eso no fue lo que ocurrió. Así que pasó un montón de tiempo antes de que el álbum saliera”.
"Jungleland" fue otro ejemplo de minuciosidad. Clarence Clemons se pasó 16 horas tocando su largo solo de saxo y volviéndolo a tocar, hasta que Bruce se dio por satisfecho. Dictó casi cada nota que tocaba. El ya fallecido saxofonista rememoraba ese momento en una entrevista para Hot Press: “Sí, 16 horas sentado frente a un micrófono trabajando nota a nota. Fue un trabajo duro y doloroso a veces. Pero al final, mereció la pena. Es mi canción favorita del álbum, artísticamente”. Y añadía: “Nos convertimos en una banda haciendo ‘Born to run’. Nos hicimos hermanos”
Según el ingeniero Jimmy Iovine, el álbum se mezcló en “nueve días consecutivos”. Los días finales fueron caóticos. En su autobiografía de 2016, ‘Born to run’, Bruce escribió: “En tres días, un sprint de 72 horas, trabajamos simultáneamente en tres estudios diferentes. Clarence y yo finalizamos el solo de saxo de ‘Jungleland’, frase a frase, en un estudio. Mientras, mezclábamos ‘Thunder road’ en otro, cantando ‘Backstreets’ en un tercero”. La masterización se hizo mientras la banda estaba ya de gira. Springsteen se enfureció cuando llegó el primer acetato y lo lanzó a la piscina del hotel en el que se hospedaban. Contempló la posibilidad de desechar el proyecto entero y volverlo a grabar en directo antes de que Landau le hiciera cambiar de opinión. Le enviaron múltiples mezclas mientras estaba en la carretera y las rechazó todas. Aprobó la última a principios de agosto.
"Al final de la producción, había perdido la habilidad de escuchar con claridad”, reconocía el artista 30 años después en Rolling Stone. “Después de todo el tiempo que habíamos empleado, solo podía escuchar lo que estaba mal o lo que pensaba que era flojo. No quería dejarlo como estaba ni quería admitir que eso era lo mejor que podía hacer. Era una gran responsabilidad... era traumático. Y yo era joven, 24 ó 25 años… sentí que ya no habría más discos después de éste. Que todos nos caeríamos por el acantilado al día siguiente”.
No fue así, claro. Como afirmaba Clarence Clemons, “al final mereció la pena”. El 25 de Agosto de 1975, llegó a las tiendas ‘Born to run’ y Bruce Springsteen supo que sus temores eran infundados. Había cumplido su objetivo: “Quería hacer el mejor álbum de rock que hubiera escuchado jamás, y quería que sonara inmenso y quería que te agarrara de la garganta e insistiera en que hicieras ese paseo, que insistiera en que prestaras atención, no solo a la música, sino a la vida, a sentirte vivo, a estar vivo”, declaraba en Rolling Stone. Estuvo 20 años sin escucharlo y cuando lo hizo fue porque lo iban a remasterizar y entonces pensó, “‘Guau, ha envejecido realmente bien, porque fue estructurado y construido como un tanque. Era indestructible, y eso fue por la enorme cantidad de tiempo que empleamos, algo poco saludable y obsesivo compulsivo".
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop