Pablo Benegas desvela los detalles de los inicios de La oreja de Van Gogh con las tres negativas incluidas de Amaia Montero
Desvela cómo es la relación entre los hijos de los miembros del grupo
Amaia Montero ha vuelto a la actualidad en los últimos días tras su reaparición en el concierto de Karol G con la que cantó uno de sus éxitos con La oreja de Van Gogh. Un momento lleno de nostalgia que nos hizo pensar en la etapa en la que compartió sus grandes momentos con sus compañeros de grupo.
Aunque muchas veces se ha hablado de la supuesta mala relación entre ellos, lo cierto es que siempre ha habido bonitas palabras de unos a otros. Lo pudimos comprobar recientemente tras la publicación de Memorias, el libro en el que Pablo Benegas recuerda aquellos orígenes del grupo y cómo vivió esos tiempos en los que ETA marcaba el día a día en el País Vasco.
Tras hablar de esta difícil situación político social de su tierra, pudimos hablar con el guitarrista de los orígenes del grupo en los que un concurso de LOS40 marcó un punto de inflexión y fue negado, hasta tres veces, por Amaia.
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Empezaste a tocar una guitarra de tu abuelo, pero aplaudes que nadie te forzara a acercarte al instrumento y que te dejaron hacerlo cuándo y cómo tu elegiste, ¿fue la clave?
Yo creo que sí y, además, conociéndome, prácticamente convencido. El hecho de que fuera un acercamiento natural y no impuesto generó un vínculo diferente. Lo veo con mis niños ahora, creo que se plantea muy mal, creo que hay que acercarse a la música de otra manera. Primero hay que tocarla y cuando entra el gusanillo, meterse. Es como cuando coges un libro que tú quieres y de pronto no puedes soltarlo, se genera un vínculo con la lectura que ya es para siempre. Pero si te colocan desde los 12 o 13 años a los clásicos, maravillosos, pero que creo para interpretarlo bien hay que tener mucho leído y muchos años, si te colocan de repente un clásico y relacionas la lectura con eso, probablemente lo que te genere es distancia. Creo que hay muchas cosas que no las enfocamos bien. Conozco mucha gente que tiene una distancia tremenda con la música porque le obligaron. En mi caso fue fortuito y casual y lo agradezco.
Por cierto, que me encanta esa frase de tu abuelo Vicente de: ‘Si de noche has bebido, el otro siempre tiene razón’.
Mi abuelo era un genio, era maravilloso. Reflexiones de esas que dan los años. Siempre me acerqué mucho a mi abuelo y lo escuché mucho e intento que mis hijos también estén mucho con sus abuelos y sus aitonas y les escuchen porque es una mirada diferente de la vida y me fascinaba escuchar al abuelo. Tengo de él muchas lecciones y recuerdos que me llevo, aparte de su guitarra que es con la que empecé a tocar. La tengo ahí guardada, además, los instrumentos de madera con el tiempo van cogiendo un sonido y una calidez especial y cada año suena más bonita esa guitarra.
Fuiste tuno y arrastraste a Haritz, ¿te lo ha perdonado?
Sí, Haritz me perdona todo. Estas cosas que tampoco sabes muy bien por qué, pero acabé en la tuna. Además, conocí a Amaia en una cena a la que íbamos la tuna. Al final, sí tuvo que ver y a partir de ahí empezó todo. El recuerdo que tengo de la tuna es muy bonito. Viajábamos mucho, nos reímos mucho y fueron un par de años muy divertidos.
Tú lo has mencionado, conociste a Amaia Montero en un txoco cuando ya estabais dando forma al grupo y relatas un flechazo total cuando la escuchaste cantar Nothing Compares to you.
No te lo esperas y, de repente, yo la tenía al lado y fue maravilloso. Me quedé pegado y aproveché para decirle que me acababa de juntar con unos amigos y que no teníamos cantante y que se animara. Lo hice como se hacía antes. Estábamos en un bar tomando algo y le di un papel y un boli para que me apuntara su teléfono y la llamé y la primera vez no tuve éxito.
Te negó tres veces como San Pedro a Jesucristo.
Sí, sí, luego me contó que cuando yo llamaba le hacía gestos a su madre de que no se quería poner. Pero por suerte insistí una tercera vez y se puso al teléfono. Por qué poquito a veces no pasan cosas extraordinarias. Qué cerca estamos de que algo bonito no ocurra. Pero, por suerte, ocurrió y se vino a ensayar.
Un punto de inflexión fue cuando ganasteis el concurso Pop-Rock Ciudad de San Sebastián de 1997 de Los 40 principales. Me chocaba leer cómo describías ese concierto, una sensación que nunca se ha superado pese a la multitud de conciertos que habéis dado.
Las primeras veces tienen algo muy potente y muy fuerte y son muy auténticas, son muy de verdad. No hay otras intenciones, no hay vicios, no hay comercialidad, no hay nada detrás, no ha políticas, no son premios estratégicos, era la esencia de un grupo local con toda la ilusión puesta en ganar un concurso que el año anterior nos habían echado para atrás con muy buen criterio, lo que no hacía más que darle prestigio al concurso.
Sí, pero alguno se enfadó con ese rechazo.
Sí, hay alguno que no tiene buen perder en el grupo, o alguna no tenía buen perder y fueron a pedir explicaciones de por qué no nos habían seleccionado y la verdad es que nos vino de maravilla para motivarnos para el año siguiente. Nos pusimos las pilas y fuimos a por ello. Surge una especie de sana ambición de empezar a conseguir cosas con el grupo. Ni mucho menos soñábamos con vivir del grupo o de la música, pero empezamos a tener nuestros retos y esa edición del concurso fuimos a por ello y cuando lo ganamos, la explosión de felicidad fue increíble. Esa la he procesado muchas veces, la tenía muy presente y cada vez que vuelvo es muy emocionante la naturalidad con la que vivimos ese momento y cómo lo celebramos después. Es uno de los grandes momentos del grupo.
La impuntualidad siempre fue una de vuestras principales fuentes de conflicto, ¿has logrado meterles en vereda?
Sí, Xabi ya está homologado, ha hecho un super esfuerzo. Álvaro ha adquirido algunas habilidades, tiene sus trucos. Baja a la hora, pero se ha olvidado algo, tiene sus cosillas. Pero en general se ha homologado con una impuntualidad bastante asumible.
Vuestro primer caché fue de 36 euros para cada uno, menos mal que cambió pronto.
Sí porque si no, hubiera dado para poco. Es lo complicado para los grupos que empiezan, es casi imposible poder vivir solo de la música. Casi todo el mundo cuando las bandas arrancan lo tienen que compaginar con otros trabajos y por eso es tan complicado luego para los grupos seguir juntos, porque se hace insostenible y es muy difícil. Cuento la primera vez que nos dieron un caché. Siempre habíamos tocado a cambio de las copas o por el simple hecho de tocar y disfrutar. Pero un día se nos ocurrió pedir un caché, nos querían dar 5000 personas para el grupo y les dijimos que éramos 6 y conseguimos mil pelas para cada uno y nos quedamos muy satisfechos.
Después de leer el libro, muchos se van a hacer la ruta de los bares de La oreja de Van Gogh en Donosti. Tendrás tu lugar de honor en todos, ¿no?
Donosti nosotros siempre la hemos llevado a gala sin ningún problema. Yo creo que para entender al grupo el contexto de San Sebastián es fundamental. Yo creo que conociendo San Sebastián y muchos de sus lugares consigues comprender al grupo por muchos motivos. Es bonito el hecho de que haya fans que vengas a Donosti y hacen rutas por los lugares que aparecen en nuestras canciones y es una cosa bonita.
Tu primer amor fue la inspiración para empezar a escribir. Supongo que ese recuerdo es especial.
Supongo que le habrá pasado a mucha gente. Empiezas a sentir algo a lo que no pones nombre, pero es muy potente y muy fuerte y empiezas a escribir lo que para mí en ese momento eran poesías y nació ahí esa necesidad de expresar, de contar, de traducir en palabras eso que estaba sintiendo, esa chispa que surge con ese primer amor.
Se puede protestar sin hacer canción protesta y vosotros mismos sois la prueba, ¿no?
Nos gusta abordar temas complejos y de calado social e incluso político y hemos hablado del nacionalismo y muchas cosas, pero siempre a través de una relación o una conversación, darle otro enfoque, pero en muchas de nuestras canciones, si rascas, hay mucho más de lo que parece. Siempre ha sido nuestra forma de contarlo. Hemos hablado de esas cosas cotidianas y pequeñas de la vida que, en el fondo, resumen lo universal y los grandes temas a los que se puede volver una y otra vez y, por eso, pensamos que, después de tantos años, hay mucha gente que se sigue sumando a nuestras canciones porque de lo que hablamos es de las cosas de siempre que son, al final, las de siempre.
Uno de los momentos más duros lo vivisteis al principio cuando tuvisteis que echar del grupo a uno de vuestros amigos, ¿ha logrado perdonaros?
Fue algo difícil porque siempre que vuelvo a este momento no estoy cómodo porque no estábamos apartando a un miembro del grupo, estábamos rompiendo una amistad. Hay algo de una ambición que no me parece de la sana, no me parece de la buena y cuando vuelvo ahí no estoy cómodo, pero lo hicimos, los cinco estuvimos de acuerdo en hacerlo, no hubo que convencer a nadie, pero fue un momento difícil porque estábamos apartando de nuestras vidas a un amigo y, además, el grupo todavía no era nada. Fue un momento complicado.
¿Y a día de hoy?
Hablé con él y tenemos relación. No es muy frecuente, pero tenemos relación. Xabi, más, pero yo le llamé antes de publicar el libro y estuve hablando con él y le conté, pero para él siempre va a ser difícil. Sabe que yo he escrito esa parte desde el absoluto cariño que le tengo y desde esta autocrítica que hago, soy consciente de que para él siempre va a ser difícil.
Recuerdas la grabación de vuestro primer disco con Nacho Cano y Alejo Stivel en la que no pudisteis tocar los instrumentos, el revuelo que ha montado eso.
Tampoco lo hemos ocultado nunca. Cuando nos lo han preguntado lo hemos contado y tiene mucho sentido. Nos preparamos y ensayamos mucho para grabar el disco y cuando llegamos a Madrid teníamos que grabar 14 canciones en 14 días. Empezamos a tocar y eso era inviable y nos ayudaron en según qué instrumentos muchos y en otros, está la voz de Amaia, los teclados de Xavi están ahí, yo grabé alguna guitarra y percusiones Haritz, pero hubo músicos que en muchas partes nos ayudaron. Para nosotros fue una decepción porque nosotros íbamos a grabar nuestro disco y no pudimos grabarlo entero.
Y, además, a esa edad, supongo que el ego está más presente, ¿no?
Pero no era tanto ego como que queríamos grabar nuestro disco. Eran nuestras canciones, nuestras composiciones. De hecho, las guitarras que están las había grabado yo en la maqueta. Nuestras ideas estaban ahí. Pero eres muy joven y te ves en una dinámica comercial muy potente, con unos tiempos, con todo muy establecido y muy rígido y no pudo ser. Nada que ver con El viaje de Copperpot, desde entonces grabamos todo en nuestros discos, por supuesto, pero ese disco en el que todavía no éramos grandes músicos, parte de la magia fue que estaba nuestra forma de tocar, no solo nuestras canciones. Es que la forma de interpretar los músicos, son canciones, eso transmite también. Cuando alguien dice eso de que este disco o aquel tiene algo especial, tiene magia, muchas veces es por esos músicos, al principio inexpertos, tocando sus canciones que solo pueden hacerlo ellos así. Seguro que habría gente que la podría tocar mejor, pero es otra cosa.
Eso sí, os pasasteis por la fiesta del 40 cumpleaños de Alejo donde os pasasteis la noche liando porros y conociendo a Sabina, ¿habéis vivido muchas fiestas de esas?
No tantas porque al ser un grupo de San Sebastián, el hecho de volver a Donosti nos ha aislado de todo eso. No hemos vivido la noche de Madrid con la industria, con los compañeros de profesión por esos garitos típicos. Lo hemos vivido un poco, pero muy concreto, siempre volvíamos a Donosti y lo bueno que tiene es que nos permite colgar al personaje. Cuando volvemos a casa volvemos a ser cada uno con nuestra vida personal, nuestras familias, nuestro entorno, nuestro barrio y colgamos el personaje y nos permite aterrizar. El hecho de quedarse en Madrid, en esas fiestas todo el día, con toda la industria y todos los músicos, te dificulta el desconectar de eso y no habría sido bueno. Parte de cómo hemos llevado siempre las cosas, ha sido por volver siempre a Donosti a frenar y asimilar lo que vivíamos juntos. Está bien desde un punto de vista de turismo social que está bien vivirlo, conocerlo y disfrutarlo, pero hay un momento que tiene sus peligros y muchas veces es tomar cierta distancia y saber que no deja de ser una industria, que hay muchísimos intereses y que la gente se mueve por muchas cosas y el hecho de volver a tu casa con tus amigos que ya llega un momento en el que no te preguntan ni dónde has estado, eso es muy saludable.
En aquella primera promo te preguntaban qué había hecho tu padre para que triunfarais. Supongo que tiene que ser muy molesto que te quiten mérito de esa manera, ¿no?
Sí, me sentía muy mal por mis compañeros. Todo el mérito, el esfuerzo y el trabajo que habían hecho, de repente, venía un periodista que pudiera achacar el éxito que estábamos teniendo a quién era mi padre. Era de un ruin tremendo, además, aprovechándose de que éramos unos chavalines de 20 años, haciendo nuestras primeras entrevistas, gente vulnerable, con una ilusión tremenda. Ahora, con la edad que tenía quien nos estaba haciendo la entrevista, a mí me costaría enfrentarme a un chaval ilusionadísimo de 20 años y soltarle esa cantidad de bilis.
Aunque más duro fue tras la publicación del segundo disco cuando se difundió el bulo que os asociaba con organizaciones proetarras, a vosotros, precisamente.
Ese bulo nos hizo mucho daño. Siempre ha habido muchos bulos sobre nosotros, pero nos hemos reído de ellos porque, además, algunos hacen mucha gracia, pero este era insoportable. Después de lo que habíamos vivido y seguíamos viviendo, el que se nos relacionara, por el hecho de por ser vascos, con el terrorismo, fue tremendo, lo pasamos muy mal. Sobre todo, cuando hubo ayuntamientos que nos habían contratado que empezaron a dudar y llamar preguntando si era verdad. Cuando se cuestiona todo eso fue difícil, además, en un momento en el que no había redes sociales y fue un bulo que se propagó vía mail y corrió como la pólvora y, cada vez que sacábamos un disco o estábamos de actualidad, se volvía a propagar. Fueron momentos complicados.
Entiendo que este libro es una primera parte porque no hablas de la marcha de Amaia ni la llegada de Leire.
No, la verdad es que no es mi idea que haya una segunda parte. La historia tenía que acabar ahí. No soy el biógrafo del grupo, no estoy en ese papel. He contado 15 años de mi vida en la que se entremezclan muchas cosas y quería contar cómo al final empiezo de una manera, en un contexto con unos amigos y formamos un grupo de música y la amistad y la música me sacan de ese contexto y me llevan a vivir una vida de luz, de alegría, de felicidad y ahí es donde creo que tiene sentido que termine el libro. No me veo siendo el biógrafo del grupo. Si consiguiera darle un contexto o un enfoque diferente, me lo puedo plantear, pero ahora mismo no estoy ahí.
Lo que recogen estas páginas, aparte de miedos y dolor, es la ilusión de un grupo que empieza, ¿ahora se viven momentos con esa ilusión?
La esencia, sí, que además en el libro, me han dicho mis compañeros que les ha devuelto un poco esa esencia. El origen, el motivo por el que nos juntamos para hacer música y el motivo de estar juntos y contar historias está y es el motor. Es lo que nos ha sujetado en todos los momentos que hemos vivido en estos 30 años que no han sido todos buenos, sobre todo, con la marcha de Amaia. Ha habido momentos de dudas y eso nos ha mantenido unidos y lo que nos sigue manteniendo unidos, esa necesidad de estar juntos y seguir contando historias y ese es el motor de la ilusión. Ya no hay objetivos ni metas que cumplir. Queremos disfrutar de esto, disfrutar del camino. Nos hemos ganado el lujo de estar al margen de los ritmos de la industria, no sacamos canciones sueltas porque no nos gusta eso. Sacamos los discos cuando queremos, hacemos las giras cuando queremos, es un lujo de situación y en ese sentido congelaríamos el momento y viviríamos así para siempre.
Lleváis 30 años compartiendo vuestras vidas, ahora sois padres, ¿vuestros hijos perpetúan esa relación?
Tenemos hijos que, incluso, coinciden en clases de colegios y muchas veces cuando tenemos el cumpleaños de alguien quedamos con los niños, muy diferentes edades, van y vienen. Ha habido etapas en las que algunos han estado más juntos, ahora menos, pero normalidad. Son hijos de grandes amigos que seguimos coincidiendo y haciendo vida por Donosti juntos. Y en los conciertos coinciden en muchos. Hay una relación entre todos.
¿Cuál es la agenda de La oreja de Van Gogh?
Estamos de gira muy ilusionante por diferente, es una gira de festivales que no habíamos tenido nunca. Es un reto salir a tocar con parte del público que no ha venido a verte a ti, pero nos apetece. Estamos muy convencidos de nuestro repertorio, de nuestro directo, de nuestra actitud y nos gusta el hecho de poder convencer a mucha gente con nuestra música. Todo el año va a ser de festivales.
Pero, ¿ya preparando siguiente disco?
Lo estábamos preparando, lo hemos aparcado, pero la idea sí es el año que viene, pero ahí vamos. Estamos viendo cómo va todo, pero nuestra intención es sacar disco el año que viene.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...