Especial
¿Qué impacto medioambiental tiene la producción de aguacate?
Ecologistas en Acción denuncia la huella hídrica y la degradación del suelo que trae consigo el cultivo de aguacate en provincias como Málaga y Granada.
El aguacate se ha convertido en un producto habitual en nuestra mesa. Es más: desde hace unos años, España es un importante productor de esta apreciada baya comestible, muy típica en los países latinoamericanos y demandada en el mundo entero. Pero lo cierto es que su cultivo tiene graves consecuencias medioambientales que, a menudo, no son conocidas por el gran público.
Con el objetivo de concienciar sobre este impacto, Ecologistas en Acción ha organizado este miércoles una rueda de prensa en la que ha presentado el segundo capítulo del informe 'El verdadero precio de los alimentos. La cara oculta de la agroindustria en la península ibérica'. En concreto, la organización se ha centrado en los impactos del cultivo del aguacate en la costa tropical de las provincias de Málaga y Granada.
La conclusión principal es inequívoca: el cultivo de aguacate perjudica seriamente al medio ambiente, dado que contribuye al agotamiento de recursos hídricos y a la degradación del suelo. Además, esta forma de producción tiene como consecuencia directa la destrucción de un modelo agrario basado en explotaciones familiares, cada vez más dependientes o supeditadas a la influencia de la entrada de fondos de inversión en la agricultura.
El agua que necesita un aguacate no es un problema en las regiones tropicales, pero sí en España
¿El principal problema? Para cultivar aguacate hace falta agua. Mucha agua. Se estima que se necesitan más de 350 litros de agua de riego para producir un fruto con un peso medio de 350 gramos. Cantidades que no suponen un problema en las regiones tropicales, donde las precipitaciones son abundantes, pero que no se dan en las costas españolas en las que se está cultivando de manera intensiva.
Concretamente, las provincias de Málaga y Granada acumulan muchas de estas plantaciones, aunque también están presentes, en menor medida, en el Campo de Gibraltar, en Cádiz. Y aunque el fenómeno ha ido produciéndose poco a poco a lo largo de las últimas décadas, fue sobre todo a raíz de la crisis financiera de 2008 cuando muchas tierras y cultivos de secano de comarcas como la Axarquía, en Málaga, se revalorizaron para albergar el cultivo de aguacates y mango, dado el buen precio, alta demanda y la buena comercialización en Europa de ambos.
"El elevado consumo de agua para el riego del aguacate combinado con olas de calor, mayor evapotranspiración y periodos de sequía recurrentes, conduce a una gran sobreexplotación de los recursos hídricos, afectando drásticamente a los ecosistemas fluviales y humedales costeros, así como a los acuíferos, salinizados por la entrada de agua de mar. Además, el agotamiento de los recursos hídricos está afectando el suministro público de agua a la población local que se ha visto confrontado con cortes de agua hasta de 12 horas en verano de 2023".
Un cultivo que va a más
A todo ello hay que unir un elemento igualmente crucial: la proliferación de explotaciones ilegales. Según recuerdan desde Ecologistas en Acción, entre el 30% y el 40% de la superficie total de regadío de 12.989,96 hectáreas en 2017 en la comarca de la Axarquía eran plantaciones ilegales. Posteriormente, la superficie de regadío ha seguido creciendo, incluso en plena sequía, de modo que la superficie de riego (legal e ilegal) ronda actualmente las 15.000 hectáreas, según declaraciones oficiales de la Junta de Andalucía.
Esa situación ha favorecido la expansión del aguacate, cuya superficie ha aumentado un 30% en España desde 2018, según los datos recogidos en el informe. Al mismo tiempo, el incremento del precio a un euro/kilo de aguacate que se produjo en las campañas 2010/2011 ha continuado al alza, alcanzando un máximo de 2,75 euros/kilo en la campaña 2020/2021, lo que ha provocado un aumento de la superficie.
El aguacate es muy apreciado por su versatilidad y propiedades, aunque también es importante tener en cuenta su elevada cantidad de grasa.. Según una encuesta realizada por la Organización Mundial del Aguacate, el 56% de los españoles consume al menos un aguacate a la semana. Francia, seguida de los Países Bajos y Alemania, son los países que encabezan la lista de países importadores en Europa.
Entre las soluciones, los ecologistas apuestan por priorizar la pequeña producción frente a los regadíos agroindustriales
Dada la problemática que conlleva, ¿por dónde pasa la solución? En palabras del biólogo Rafael Yus, portavoz de GENA-Ecologistas en Acción, "es preciso diversificar los cultivos, potenciar en estos lugares el secano, mejorar la eficiencia del riego mediante técnicas como el riego subterráneo, utilizar variedades de baja demanda de agua, forestar los taludes de los cultivos con arbustos autóctonos y asegurar el caudal ecológico que corresponde a los ríos".
Elena Alter, portavoz de la organización ecologista, ha añadido: "Como medida inmediata, tenemos que poner fin a las transformaciones para regadío y eliminar los regadíos ilegales, obligando a restaurar el uso. Para encaminarnos hacia un sistema agroalimentario sostenible tenemos que fomentar la diversificación de cultivos, facilitar e incentivar a agricultoras y agricultores la producción de cultivos tradicionales a través del pago de precios justos y repartir de manera equitativa los recursos básicos como lo es el agua que priorice a la pequeña producción frente a los regadíos agroindustriales".
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