Paul Watson, el defensor de las ballenas que podría acabar en una cárcel japonesa

El activista canadiense, fundador de Sea Shepherd Conservation Society, fue detenido el pasado mes de julio en Groenlandia, y podría ser extraditado al país nipón.

Paul Watson, junto a uno de sus barcos. / The AGE

Dicen de ella que es la cárcel más lujosa del mundo. Anstalt, en la capital de Groenlandia, Nuuk, fue construida con el objetivo de dar a los presos un trato más humanitario que en ningún otro centro penitenciario del planeta. Una arquitectura rompedora, instalaciones de primer nivel y la posibilidad de entrar y salir durante el día para los presos que cumplen las condenas más leves.

Esas condiciones no han impedido que se produzcan manifestaciones por todo el mundo para exigir la liberación inmediata de uno de los reclusos que están actualmente en Ansalt. Se llama Paul Watson, y es conocido por ser uno de los activistas en defensa de las ballenas más incansable e influyente de las últimas décadas, especialmente con su organización, la incombustible Sea Shepherd Conservation Society.

Paul Watson se enfrenta a una orden de detención emitida por la Interpol.

Paul Watson se enfrenta a una orden de detención emitida por la Interpol. / Francois G. Durand

Watson fue arrestado el pasado 21 de julio de 2024 por la policía danesa en el mismo momento en que desembarcaba en Nuuk. Los agentes daban así cumplimiento a la orden internacional de arresto emitida por Interpol a instancias de las autoridades japonesas. Una orden que podría costarle la extradición al país nipón, donde se enfrentaría a una pena de hasta 15 años de cárcel.

Hasta ahora, Watson había eludido la detención por vías legales

La orden viene de lejos: se dictó en 2012 tras fuertes presiones del gobierno japonés. El objetivo de las autoridades del país era frenar las acciones de Watson contra la caza de ballenas en la Antártida por parte de sus barcos, en una actividad muy arraigada entre los faeneros del país. Hasta ahora, el activista había eludido la detención por vías legales.

Una vida dedicada al mar

Paul Watson es el fundador de Sea Shepherd Conservation Society, una de las organizaciones en defensa de la vida marina más importantes del planeta, y que lucha para preservar las poblaciones de focas, delfines, ballenas, tiburones y tortugas, entre otros.

Su pasión por el mar viene de lejos. Con sólo 20 años se alistó a la guardia costera de su país como miembro de los equipos de búsqueda y rescate, y poco a poco sea fue involucrando a los movimientos ecologistas que, a finales de los años 60 y principios de los 70, vieron nacer a organizaciones como Greenpeace. Con ella se embarcó como capitán en varias misiones hasta que, en 1977, fundó Sea Shepherd.

Uno de los buques de Sea Shepherd.

Uno de los buques de Sea Shepherd. / GUILLERMO ARIAS

Hoy, la organización cuenta con una flota, la Neptune's Navy, que incluye más de diez barcos y varios botes pequeños, con los que llevan a cabo acciones para frenar la caza de estos animales marinos y preservar su hábitat. Entre esas acciones también hay algunas controvertidas, como tácticas de sabotaje, lanzamiento de objetos y abordajes a barcos balleneros, lo que le ha valido fuertes críticas por parte de los partidarios de determinados tipos de pesca y los gobiernos que la defienden.

Desde Sea Sephard siempre han asegurado que obedecen el mandato de la Carta Mundial de las Naciones Unidas para la Naturaleza, que en 1982 estableció la importancia de proteger a las especies marinas y sus entornos frente a países que, como Japón, cuenta entre sus tradiciones con la caza de algunos de estos animales.

Ahora, las autoridades de ese país parecen haberse salido con la suya. Pero no será fácil que Watson acabe en prisión: a su lado tiene a miles de activistas, que ya han organizado manifestaciones en ciudades de todo el planeta. Una protesta a la que se han unido políticos de varios países, que han solicitado a la Comisión Europea que intervenga para presionar a las autoridades danesas y que se produzca la liberación del activista. Ahora, la decisión está en manos del Ministerio de Justicia de Dinamarca.