Lisboa restringe los vuelos nocturnos para evitar la contaminación acústica

El aeropuerto de la capital portuguesa está ubicado a apenas siete kilómetros del centro de la ciudad. 

Un avión aterriza en el aeropuerto de Lisboa. / Horacio Villalobos

La contaminación acústica es un grave problema del que rara vez se habla. Se sabe que la exposición prolongada a altos niveles de ruido, algo muy habitual en las ciudades, tiene consecuencias directas sobre la salud: provoca problemas auditivos como pérdida de audición, acúfenos (zumbidos en los oídos) e hiperacusia (sensibilidad al ruido). También está directamente relacionada con problemas de salud mental como el estrés, la ansiedad o el insomnio, e incluso con enfermedades cardiovasculares. Además, la contaminación acústica afecta a la calidad de vida, ya que dificulta la comunicación y provoca irritabilidad.

Toda esa serie de problemas son los que llevaron a los vecinos que viven en las inmediaciones del aeropuerto de Huberto Delgado, en Lisboa, a presentar una queja por los elevados niveles de ruido que soportan en sus hogares, especialmente durante la noche. Y es que, aunque existen restricciones sobre los vuelos nocturnos, los informes indican que son sistemáticamente ignoradas por los operadores aéreos.

El aeropuerto ya contaba con un límite semanal de 92 vuelos nocturnos, pero los informes de organizaciones como Airport Out, Lisbon Improvement han demostrado que esta cifra se supera con frecuencia, alcanzando hasta 160 operaciones.

El Gobierno ha suspendido todas las operaciones entre la 1 y las 5 de la madrugada

Se da la circunstancia de que el aeropuerto de la capital portuguesa, el que más tráfico aéreo soporta de todo el país, se construyó a muy poca distancia del centro de la ciudad: escasos siete kilómetros. En el momento de su diseño, la zona estaba menos poblada, pero el crecimiento de la ciudad ha hecho que hoy día se encuentre completamente rodeado de viviendas.

Ante esta situación, el gobierno de Portugal ha decidido tomar cartas en el asunto. El ministro de Infraestructura y Vivienda, Miguel Pinto Luz, ha anunciado la puesta en marcha de un "toque de queda estricto" para los vuelos en el aeropuerto lisboeta. Según el nuevo plan, las operaciones de despegue y aterrizaje quedarán suspendidas entre la 1 y las 5 de la madrugada.

Solución: ¿Trasladar el aeropuerto?

Para los activistas de Airport Out, Lisbon Improvement se trata sólo de un parche. Ellos son partidarios de una solución mucho más drástica y que acabaría de raíz con el problema: trasladar el aeropuerto a una ubicación más lejana del centro de la ciudad, de manera que afectase menos a los vecinos.

Pero la idea genera una fuerte controversia. De entrada, llevaría aparejada una costosa inversión económica que no parece asumible. Además, tendría un impacto medioambiental en la nueva ubicación. Y hasta que se hiciera realidad pasarían años, lo que obligaría a mantener la actividad en el aeropuerto actual y, en consecuencia, los problemas de contaminación acústica seguirían siendo los mismos a corto y medio plazo.

No parece que esos sean los planes de las autoridades lusas. Su propuesta, además de limitar los vuelos nocturnos, pasa por realizar una inversión más modesta, de unos 300 millones de euros, de cara a modernizar las instalaciones del aeropuerto. Pero para los afectados no se trata de una solución.