‘The wall’, el disco de Pink Floyd que conquistó al mundo (y devoró a la banda), cumple 45 años
Esta obra maestra del rock progresivo se publicó el 30 de noviembre de 1979
Cuando se publicó el 30 de noviembre de 1979, hace cuarenta y cinco años, The wall, de Pink Floyd, no solo cautivó a los fans del rock progresivo, sino que fue un álbum inmensamente popular entre el gran público. Unos meses después, en el viaje de fin de curso de 8º de EGB en autocar a Lisboa, recuerdo que el conductor ponía la casete del disco una y otra vez, para deleite suyo y de los chavales de 14 años que alborotábamos en el bus; que lo conocían, porque todo el mundo conocía esa obra, y que flipaban con canciones como Another brick in the wall, part 2, cuyo estribillo de aire escolar invita a ser tarareado.
Puede que los lectores más jóvenes no sepan que a finales de los setenta Pink Floyd eran titanes del rock. Formados en Londres en 1965, sus primeros discos habían sido raros y psicodélicos, no por ello menos geniales; cariz que acentuaba su cantante, Syd Barrett, a quien el excesivo consumo de LSD llevó a conductas erráticas que derivaron en su expulsión de la banda. Publicó dos discos en solitario y luego desapareció del mapa; dicen que años después podía vérsele observando la calle con la mirada perdida desde la ventana de la casa de su madre, con quien vivía. Falleció en 2006.
Tras darle esquinazo en 1968, Pink Floyd asentó su formación clásica y fue entregando obras maestras que triunfaban en las listas: Atom heart mother (1970) ya fue número uno de ventas en Reino Unido, mientras que The dark side of the moon (1973) lo igualó en Estados Unidos; Wish you were here (1975) lo fue en ambos países. Sus giras por el mundo eran monumentales por su sonido y despliegue escénico. The wall, el disco que nos ocupa, fue número uno prácticamente en todo el planeta.
Como muchos trabajos de Pink Floyd, The wall era conceptual: contenía una narrativa. En esta ocasión, contaba la historia de Pink, una estrella del rock hastiada que levanta a su alrededor un muro de aislamiento social. La idea salió de la cabeza de Roger Waters, bajista, cerebro (y, para muchos, tirano) de la banda en esa etapa. No estaba contento Waters con el comportamiento de muchos seguidores en los conciertos —aseguraba que realmente no escuchaban la música—, por lo que entró en un estado de febril cabreo que le sugirió la temática del álbum.
El concepto no despertó precisamente entusiasmo en sus compañeros de grupo, de modo que Waters empezó a trabajar en las canciones por su cuenta con el productor, Bob Ezrin. Aunque rara vez coincidían en el estudio, finalmente todos participaron en las grabaciones, si bien Waters despidió con malas formas al teclista, Richard Wright. Este atravesaba un delicado momento personal tras una separación y, según Waters, no lucía mucho en las grabaciones, por lo que el entonces líder amenazó con no terminar el disco si Wright no abandonaba la formación. Más tarde lo contrataron como músico a sueldo para la gira.
Los temas Comfortably numb y Run like hell gozaron de excelente acogida como sencillos, aunque el que verdaderamente arrasó fue Another brick in the wall, part 2. Era una de las canciones más comerciales que la banda había lanzado hasta la fecha: su base rítmica, así como el arreglo de guitarra, parecían influidos por la música disco que unos años antes dominaba en el planeta. El solo de guitarra de David Gilmour es, simplemente, épico. Y luego está el coro de niños, grabado fuera del estudio: en el aledaño colegio Islington Green. La letra plasmaba la rabia de Pink por haber crecido en un entorno escolar muy severo (“¡Hey, maestro, deja a los chicos en paz!”).
Este single fue número uno de ventas en Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá… En España llegó a la segunda posición. Su acogida contribuyó al enorme impacto del álbum, del que se han vendido 30 millones de copias. En 1982 se estrenó la película Pink Floyd – The wall, escrita por Waters y dirigida por Alan Parker, con Bob Geldof en el papel de Pink, el protagonista; llegó a ser la tercera más vista en los cines de Estados Unidos por detrás de ET y Oficial y caballero. En 1985, Waters dejó Pink Floyd y durante varios años trató de impedir que sus excompañeros siguieran grabando y actuando con el nombre del grupo, batalla que en última instancia perdió.
Miguel Ángel Bargueño
Es periodista y escritor: ha publicado varios libros sobre música. Aterrizó en el universo de LOS40...