MasterChef Celebrity 9 ha llegado a su fin y lo ha hecho a lo grande, con el duelo que todo el mundo esperaba. Muchos se han acordado de Pelayo Díaz en este último programa al ver cómo Marina Rivers e Inés Hernand competían por ganar el concurso. El estilista no tuvo muy buena relación con la influencer que, casi desde el principio, fue una de las grandes favoritas del talent y ahora se toman la revancha.
Laura Londoño le ha decido el testigo a Inés Hernand que, finalmente, y como manifestaban la mayoría de pronósticos, se convertía en la ganadora de esta edición del programa que nos ha dejado grandes momentos y que han vivido los cuatro finalistas.
La humorista ha conseguido logros en su paso por este talent. Para empezar, puede presumir de haber conseguido el mayor número de capitanías, cinco en total. Y para acabar, ha terminado emocionando a todo el mundo con su plato final, un menú sobre su vida dedicado a su abuela y su familia elegida que ha ideado junto al chef Mario Sandoval.
Los 75.000 euros de premios los donará a la Fundación Ared, que acompaña a mujeres en riesgo de exclusión en su integración laboral y social. Aparte, tanto ella como Marina disfrutarán de un fin de semana en el Basque Culinary Center.
No ha sido fácil llegar hasta aquí en una final donde había cuatro concursantes dispuestos a demostrar lo mucho que han aprendido en estos meses: Francis Lorenzo, Pitingo, Inés Hernand y Marina Rivers.
Una lucha final
Lo primero que tenían que hacer era replicar un postre de Jesús Escalera, para muchos, el mejor pastelero de América Latina. Quedó impresionado con el trabajo de Inés. Pero antes, hacía balance de la experiencia y retomaba su dura historia familiar.
“Lo de ser una tipa dura no deja de ser una herramienta de subsistencia. En los momentos en los que más he necesitado a mis padres, han sido ellos los que me han dado la espalda sin razón aparente. Desde muy pequeña he tenido ciertas carencias afectivas, en las que sientes que no eres la prioridad para tus padres. Lo que veis hoy es fruto de mucho trabajo, mucha terapia, y nunca he perdido la oportunidad de tener una sonrisa hacia el resto”, contaba, “yo no le doy la espalda a mis padres por capricho, se lo doy porque ellos me dan la espalda a mí. Si no quieres ser padre, no lo seas porque ser padre no es un derecho, es un deseo y tienes que desearlo de verdad”.
En esa primera había que seguir al chef y las chicas salieron triunfantes. Francis Lorenzo se perdió completamente, pero aprendió la lección de que hay que seguir pase lo que pase. Y Pitingo superó la prueba con algún defectillo en su elaboración. De esta manera, Inés conseguía la primera chaquetilla de duelista.
Los otros tres finalistas ponían rumbo a la Costa Azul francesa para elaborar un menú de 3 estrellas Michelin diseñado por el chef Mauro Colagreco, que disfrutaron doce comensales. Marina era la primera en elegir elaboración al haber quedado primera en la anterior prueba y optaba por remolacha de caviar y postre de hinojo, vainilla y chocolate y era el menú con el que ganaba la chaquetilla para el duelo final.
Pitingo quedaba tercero en esta gran final y Francis era el cuarto clasificado, aunque se ganó el título de mayor disfrutón del concurso. Desde luego, recordará siempre esta experiencia por haberla compartido con Pocholo. "Yo estoy orgullosísimo de mi paso por MasterChef, pero en todos los sentidos, para mí ha sido un regalo", expresaba el actor.
Duelo final: Menú de Inés Hernand
“Lo que quería España: dos locas en una final”, decía Marina Rivers antes de enfrentarse a la última prueba junto a Inés Hernand. Una última prueba para la que contaron con ayuda.
Inés eligió un menú inspirado en las distintas etapas de su vida, y contó con la ayuda en plató de su novio Guille, y sus amigas Andrea Compton y Nerea Pérez de las Heras. Por otro lado, los padres y hermana de la influencer y futura abogada la acompañaban en esta última prueba.
Dabiz Muñoz era el encargado de valorar esta prueba final. Empezó con Las mil y una vidas. Menú que abría con unas patatas a la importancia que dedicaba a su abuela que murió en 2017. “Porque la vida no es a la carta, pero sí podemos aprender a disfrutar el camino”, decía Inés.
Y acompañaba la presentación con un mensaje reivindicativo: “Está dedicado a la cocina de resistencia, de la hambruna, que vivió mi abuela. Siempre vivió por y para los demás, fue la persona que confió en mí por primera vez cuando estaba viviendo una situación de padres ausentes. Lo más importante que me llevo es que todas las injusticias que ella sufrió son las que yo a día de hoy no soporto. Ya no está, pero quiero aprovechar para reivindicar a las abuelas que estuvieron y sin ellas saberlo han hecho una generación de nietas resilientes y luchadoras que hoy se plantan donde sea, con una sonrisa”.
Para el segundo plato escogió unos solomillos de pichón y lo llamó Sacando la patita. “Todos los curros por los que he pasado, un montón de cadenas de comida rápida, he sido jardinera, he limpiado casas... he aprendido siempre algo de valor. Antes de dedicarme a lo que me dedico hoy trabajaba en una oficina, por 1079 euros al mes, en una entidad financiera, y decía, 'si estos son los próximos 30 años, socorro, tengo que hacer algo para divertirme'. No quiero hacer tampoco ahora mucha apología del esfuerzo, pero la realidad es que llevo currando mucho tiempo y he podido. No pasa nada por equivocarse, por explorarse, pero estar disfrutones con lo que tenemos alrededor porque todo el rato pasan cosas y son las cosas que te cambian la vida”, explicaba sobre su plato y lo que significaba para ella.
Zona de confort, así llamaba a su postre que dedicaba a su familia elegida: “Es un llamamiento a celebrar la vida. Hay que vivir el presente, y no hay que ser juzgones. Si algo me llevo de MasterChef es despojarme de muchísimos prejuicios. Y quiero pedir perdón a quien se haya podido sentir ofendido desde casa, o malinterpretar una acción mía. Rectificar es de sabios”.
“Muchos de mis amigos y amigas son queer. Para mí, que se entienda que lo que triunfa es la diversidad, es el mensaje que quería dar. Este es un mundo muy grande, ha de ser plural y ha de ser diverso”, añadía. Todos sus platos dejaron asombrado a un jurado que solo tenía alabanzas para ella.
Duelo final: Menú de Marina Rivers
Marina Rivers también daba un repaso a su vida y a su familia a través de su menú. El primer plato, Navidad, tenía carabineros como ingrediente estrella y no dudó en dedicárselo a su madre y su familia materna: “Mi madre es la persona que más luz me da en el camino, la persona que más me apoya y la que me recuerda todo lo que hago”.
Su padre y su familia paterna también tuvieron su plato que dedicó especialmente a su abuelo que falleció no hace mucho y que tenía un cerezo en su casa muy especial para ella como explicaba muy emocionada: "Comíamos allí barbacoas y como se murió, vendimos la casa y es un homenaje a él porque nunca volveremos a juntarnos toda la familia ahí, en ese cerezo, a comer, así que la cereza siempre me va a recordar a mi familia, a lo que soy y de dónde vengo".
Su lado más reivindicativo llegaba con el postre deconstruído y su mensaje sobre el hate que recibe a diario como creadora de contenido que es: “He recibido bastante hate, y durante bastante tiempo me callaba porque tenía miedo de que volvieran. Este postre es lo que soy yo, que soy un poco rara. Perdí el miedo hace unos meses y volví a alzar la voz. Todos tenemos algo importante que decir, y este postre dice muchas cosas sobre mí”, expresaba.
Decisión final
Con el jurado del programa presente, Dabiz Muñoz, las familias amigos de las dos finalistas y todos los concursantes de esta edición, salvo Rubén Ochandiano que se fue del programa, llegaba la hora de conocer la decisión final.
Explosión de alegría cuando Pepe Rodríguez gritaba el nombre de Inés Hernand. Marina Rivers decía que era la única que podía ganar si no lo hacía ella. Así se convertía en la novena ganadora celebrity de este talent culinario.
La audiencia, en esta ocasión, bastante conforme con lo sucedido.
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