Especial
¿Qué son los combustibles fósiles?
Hablamos de ellos a menudo en El Eco de LOS40. Si alguna vez te has preguntado qué son exactamente, estás en el lugar indicado.
Cambio climático, emisiones de gases de efecto invernadero, combustibles fósiles, protocolos… son algunos de los conceptos que manejamos a menudo en El Eco de LOS40 y que, aunque están en boca de todos, no siempre se explican de manera sencilla. Por eso, y de la misma manera que hicimos en su día con el Acuerdo de París, el desarrollo sostenible o los gases de efecto invernadero, hoy queremos explicarte qué son los combustibles fósiles y por qué es importante conocer su impacto en la vida de todos los que habitamos el planeta.
De entrada, hay que saber que los combustibles fósiles son fuentes de energía procedentes de la biomasa. Es decir: se trata de materiales que se han ido formando a lo largo de millones de años a partir de la descomposición de materia orgánica, como las plantas o los restos de animales. Este proceso se lleva a cabo bajo condiciones específicas de presión y temperatura en el interior de la Tierra.
Existen tres tipos principales de combustibles fósiles: el carbón, el petróleo y el gas natural. Energía que se utiliza para prácticamente todas las actividades de la sociedad humana: el transporte, la generación de electricidad, la climatización o la agricultura.
Los combustibles fósiles se utilizan para prácticamente todas las actividades humanas
El carbón es uno de los combustibles fósiles más antiguos que existen. Se forma principalmente a partir de plantas que vivieron hace millones de años en pantanos. Con el tiempo, estas plantas se cubrieron con sedimentos, y la presión y el calor transformaron su materia orgánica en carbón. Este material negro y sólido se utiliza sobre todo para generar electricidad en centrales térmicas y para la producción de acero.
Por su parte, el petróleo es un líquido espeso que se encuentra en grandes depósitos subterráneos. Se forma a partir de restos de organismos marinos, como plancton y algas, que se depositaron en el fondo del océano hace millones de años. Al igual que con el carbón, la presión y el calor transformaron estos restos en petróleo. Este combustible es muy versátil; se utiliza no solo para hacer gasolina, sino también para producir plásticos, fertilizantes y muchos otros productos químicos. Por eso hay quien lo llama “el oro negro”.
Por último, que no menos importante, está el gas natural. Se trata de una mezcla de gases que tiene el metano como el componente principal. Se forma igual que el petróleo, pero suele encontrarse en depósitos más limpios y cerca del petróleo. El gas natural es considerado más limpio que otros combustibles fósiles, dado que al quemarse produce menos dióxido de carbono (CO2) y contaminantes. Se usa para calefacción, cocción y generación eléctrica.
Retos... y alternativas
Y ahora viene el quid de la cuestión: ¿por qué los combustibles fósiles suponen un problema de primer nivel y son foco de ataque de los grupos ecologistas? Pues esencialmente porque su uso tiene un gran impacto ambiental. La quema de estos combustibles libera grandes cantidades de CO2 a la atmósfera, lo que contribuye de manera decisiva al cambio climático. Además, la extracción y transporte pueden causar derrames y contaminación del agua, como hemos visto en el pasado en casos como el del Prestige.
Las alternativas están claras: las energías renovables como la solar, eólica e hidroeléctrica son el futuro, ya que no agotan los recursos naturales. Y aunque también tienen retos asociados, su impacto medioambiental es significativamente menor, al menos en lo referente a su contribución al cambio climático.