Especial
‘Nothing compares U 2’ cumple 35 años: la canción de Prince que Sinéad O’Connor hizo mejor
Gracias al vídeo de la versión, el tema se convirtió en uno de los clásicos de los noventa
Publicada como sencillo el 8 de enero de 1990, Nothing compares U 2, en la versión de Sinéad O’Connor, certificó la defunción del despendole musical de los ochenta. Triste, plañidera, doliente y conmovedora, dejó caer un manto negro sobre la extinta la década de Material girl, Girls just wanna have fun y otros himnos del desenfado en technicolor. Y ahora que aquel single esencial cumple 35 años, no está de más recordar su historia e impacto.
La irlandesa Sinéad O’Connor tenía 23 años y un álbum en el mercado cuando lanzó la canción. El disco en cuestión era The lion and the cobra, con el que obtuvo un éxito menor. Pero sirvió, al menos, para que la cantante cogiera confianza suficiente para afrontar con desparpajo su segundo trabajo. Y para ello echó mano de un tema de Prince, que se convirtió en avance del disco.
Unos años antes, en 1984, en plena efervescencia ochentera, el Príncipe de Mineápolis ya era un músico reconocido. Ese año había estrenado la película Purple rain, cuyo tema principal pasó a ser uno de los clásicos de esos días. En aquella vorágine y con la autoestima por las nubes, creó un sello discográfico con el objetivo de que grupos, reunidos por él, cantasen sus canciones. Y una de aquellas bandas fue The Family, a cuyos miembros reclutó de las cenizas de formaciones anteriores.
Para el disco de The Family, de 1984, incluyó Nothing compares U 2, una balada melancólica que, sin embargo, quedó eclipsada por lo avanzado de su propio sonido. Quien escuche hoy aquella versión original se sorprenderá de comprobar lo diferente de sus arreglos con respecto a la adaptación de O’Connor. Pero hete aquí que la dublinesa supo ver la belleza del tema como pocos y decidió grabarla a su manera para publicarla como sencillo antes de la salida de su segundo trabajo.
Corrían los primeros días de 1990… Momento más oportuno imposible para romper las reglas de la música de la década anterior. Y desde luego que O’Connor las cambió, poniendo el corazón en un puño a todo aquel que escuchó Nothing compares U 2, excepcionalmente interpretada, aportando intensos sentimientos a versos como: “Desde que te fuiste puedo hacer lo que quiera (…), cenar en un restaurante elegante, pero nada puede quitarme esta tristeza” o “Podría abrazar a cada chico que veo pero solo me recordarían a ti”.
Eran ideas que a todos se nos han pasado por la cabeza tras una ruptura: que ya nada será igual. Aunque luego pueda ser incluso mejor. El mundo se detenía para aquella jovencita cuyo aspecto sobrio y su cabello ultracorto dejaban en cierto modo en evidencia los pelos encrespados de laca y la ropa de colores que habían sido santo y seña de los ochenta.
Sinéad O'Connor - Nothing Compares 2U (video oficial)
Aquella chica y la canción formaron un ente único, un paquete completo de pena y desolación. El público así lo captó gracias, sobre todo, al vídeo de la single, uno de los más hermosos de los anales del pop y el rock. Dirigido por John Maybury, mostraba a O’Connor en un primerísimo plano, su rostro aflijido llenando la pantalla, y algunos insertos de ella paseando su dolor por un parque de París. El colmo de la pesadumbre llegaba cuando el espectador contemplaba estremecido como de los grandes ojos de la cantante brotaban lágrimas… Realmente sí que estaba compungida la chica. La emoción que transmitía no era superficial: lo estaba pasando mal de verdad (luego ella declaró que durante el rodaje se había acordado de su madre fallecida).
Aquel conjunto de factores causó estragos en la audiencia, que en masa abrazó la canción. Nothing compares U 2 pasó cuatro semanas en el primer puesto de los singles más vendidos en Estados Unidos; fue un número uno global. En LOS40 alcanzó la posición de honor el 28 de abril. Cuando en marzo publicó el álbum que la contenía, I do not want what I haven’t got, la gente se lo llevó de las tiendas con insólito frenesí, lo que lo situó también en lo más alto de las listas. Con buen criterio, se eligió como portada una fotografía que parecía extraída del vídeo de Nothing compares U 2 (un primer plano del rostro de la cantante), lo que desbarató cualquier posible confusión.
Y mientras tanto, dicen que el berrinche que se llevó Prince por el éxito de su canción en la versión de O’Connor fue monumental. Se embolsó un buen pellizco en concepto de derechos de autor, pero su ego no le permitió aceptar que la canción original, bombazo en potencia, hubiera pasado inadvertida. Tanto fue así, que en 1993 publicó su propia versión, grabada en directo junto a la cantante Rosie Gaines. Tampoco pasó mucho con ella. Sinéad se apropió del tema; esperamos que allá donde ahora estén ambos hayan hecho las paces.
Miguel Ángel Bargueño
Es periodista y escritor: ha publicado varios...