Terelu inaugura el puente de las emociones en ‘Supervivientes 2025’ hablando de la muerte de su padre y de Carlo Costanzia tras tomar una decisión definitiva
Alejandra Rubio y Carmen Borrego no pueden contener las lágrimas desde plató
Terelu Campos inaugura el puente de las emociones en 'Supervivientes 2025'. / Mediaset
El pasado jueves, Terelu Campos activó por segunda vez, el protocolo de abandono en Supervivientes. Tantos días de tormenta le habían pasado factura tanto física como mentalmente. Se abrió en canal con Jorge Javier Vázquez y le contó todo el sufrimiento físico que soporta y la fuerte medicación que toma y el presentador se quedó alucinado porque desconocía su situación que, incluso, había ocultado a su familia.
Quedaron en que aguantaría hasta el domingo y en Conexión Honduras tomaría la decisión final. "Me encantaría que siguieses tres días y llegases a esos 21 días. Pero es tu decisión. Tú lo sabes mejor que nadie si ha llegado ese momento o crees que tienes que abandonar", le decía Sandra Barneda.
Preguntaba al público si querían que la presentadora continuara y se oía un rotundo apoyo a Terelu a la que querían seguir viendo en el programa.
Llegaba el momento de comunicar su decisión: “Lo primero quiero dar las gracias a todo el público que está en plató y las personas que nos ven en casa por su apoyo y confianza, pero yo he cumplido mi tiempo. He cumplido ya. Estoy segura, con todo el respeto a todos los coach, que conozco algunos, 18 días han sido suficientes para mi cuerpo. No para mi mente, pero sí para mi cuerpo”.
Antes de irse definitivamente, Sandra le preguntaba si estaba dispuesta a inaugurar el puente de las emociones de esta edición y aceptaba. Se convertía en la segunda concursante en abandonar el programa siguiendo los pasos de Beatriz Rico.
Puente de las emociones inaugurado
Después de haber tomado su decisión y de haber buceado en Cayo Paloma para ver los arrecifes tan espectaculares de Honduras, se despedía inaugurando el puente de las emociones junto a Laura Madrueño.
El primer peldaño llevaba escrita la palabra adolescencia. “He tenido una infancia feliz, con una familia normal, clase medio normal, bien, nunca nos ha faltado de nada. Mis padres eran un matrimonio normal, imagino que tenían sus diferencias, pero no he vivido una infancia con gritos, nunca jamás en mi vida. Llegada la adolescencia, mi madre se va a vivir a Madrid, por fin lo hace. Después de muchas ofertas es capaz de decir, ‘ya mis hijas tienen una edad y con 15 y 16 años creo que merezco avanzar profesionalmente’ y se vino a Madrid. Nos quedamos solas con mi padre, venía los fines de semana y yo le veía la carita de pena cuando se iba. Yo no he tenido una madre al uso porque ha trabajado mucho y mi padre también, pero no me he sentido diferente, nunca. Las mamás de mis amigas estaban en casa y la mía no, pero no me importaba porque yo he recibido mucho amor”, contaba emocionada.
“En la adolescencia recibo el palo de mi vida. Era un verano, en julio del año 1984. Mi padre era director de RNE en Marbella y decidió irse a su casa y pegarse un tiro. Vivir con eso no es fácil. Aprendes como tantas personas que les haya pasado, saben lo que se siente. Mi madre se quedó sola, con alguien que creo que quiso hacerla culpable y mi hermana y yo no lo consentimos. No era culpable de nada, solo dio felicidad a sus hijas y a su marido en un momento. Luego, como todos los matrimonios se dejan de querer o amar, pero nadie es propiedad de nadie, ni está obligado a estar con nadie y eso no te da derecho a dejar a dos niñas adolescentes, mi hermana menor de edad, y a una madre intentando señalarlo, pero lo siento papá, nunca lo conseguiste. He aprendido a quererlo después de ir muchos años a su tumba a decirle que no le perdonaba. Tuvieron que pasar 25 años para subirme a esa escalera y perdonarlo, pero no puedo olvidar todo, lo siento”, relataba con mucha emoción.
“He entendido con el paso del tiempo que estaba enfermo o eso me han querido hacer creer los especialistas, no sé, yo nunca le haría eso”, aseguraba mientras su hermana, Carmen Borrego rompía a llorar en plató.
Segundo escalón: el éxito
“Mi padre era un grandísimo profesional de la radio. He heredado de él lo estricto, la puntualidad, eso es de mi padre. Y luego, convivir con una madre con esa grandeza, ese coco, esa inteligencia, esa cultura, ese nunca es suficiente, no me paro… se murió porque paró, ella sabía que cuando parara se moría”, reconocía.
“La gente piensa que llegué y empecé a presentar un programa. Lo primero que hice fue levantarme a las cuatro y media de la madrugada porque empezaba un programa a las seis dentro de un equipo”, recordaba, “aquello fue mágico para mí porque yo me he criado en la radio”.
Luego pasó a la tele con Jesús Hermida y reconocía el privilegio de haber podido aprender con los más grandes y el acceso a determinadas personas que le dio estar en la tele. Pero admitía que “el éxito laboral no significa nada si no tienes con quién compartirlo” y eso daba paso al siguiente peldaño.
Tercer escalón: El amor
Reconoce que sus éxitos los ha podido compartir con su familia y con los que han sido pareja suya. “El primer gran éxito con el padre de mi hija. No sé si he sido afortunada o desafortunada, no me lo planteo. Creo que he amado y me han amado, no siempre en la misma concordancia, a veces has amado más y otras te han amado más, pero no me siento una persona fracasada en el amor. A lo mejor he fracasado en la pareja, pero no en el amor”, aseguraba.
“Yo me lo he pasado muy bien, que me quiten lo bailao”, aseguraba.
Cuarto escalón: Vivir
Reconocía que ha luchado por vivir como muchas personas a las que se le cruza una enfermedad. “A mí se me ha cruzado dos veces, de una manera muy diferente. La primera muy fuerte y la segunda, como no la esperaba y me devastó. Ahí sentí mi debilidad por primera vez, fui capaz de mostrarme débil con las personas que necesitan que me mostrara débil”, reconocía.
Admitía que con su primer cáncer no se dejó ayudar mucho. “Tenía una hija muy pequeña y necesitaba que no sufriera. Que se fuera al colegio no viendo a su mamá enferma”, recordaba y reconocía que era consciente de que hay muchas personas que lo hacen así.
Terelu habla de como vivió ser madre y tener que darse quimio
“No se sabe ser madre, se aprende cada día. Alejandra y yo somos muy diferentes de carácter”, reconocía en el quinto escalón, el de mamá. Pero deseaba “haber sido y seguir siendo una buena madre para ella" porque es lo más importante de su vida.
La última palabra del puente era la de abuela. “Es algo que no me esperaba tan pronto. Alejandra ha sufrido mucho daño. Se le ha hecho mucho daño y yo lo he visto, por el simple hecho de haberse quedado embarazada pronto, pero tiene una mente muy fuerte, yo espero que le haya transmitido algo de mi fortaleza, y yo estoy encantada de que mi hija me haya dado ese nieto que me como".
"Es muy difícil describir abuela cuando uno lo ve. Dices: 'No es mío, es de mi hija, pero es parte de mí'. Vivir el embarazo de Alejandra, tocar su barriguita y notarlo moverse, ver una ecografía, ha sido una de las cosas más bonitas que me ha regalado la vida".
"Estoy encantada porque mi hija es feliz con su hijo y con Carlo. Tengo que agradecerle mucho a Carlo, es muy cariñoso conmigo, es un padrazo y creo que es una estupenda pareja. Espero que le den la oportunidad a Carlo que se merece".
Así llegaba al final del puente donde se abrazaba con Laura Madrueño mientras su hija ya no podía contener la emoción en plató.
Laura Madrueño se emociona tras escuchar a Terelu 🥺🥺🥺
Y con el final del puente, el final de su paso por esta edición de Supervivientes. La próxima vez la veremos ya en plató, sin haber logrado superar el tiempo de su hermana en Honduras.