Treinta y cinco años de ‘Los chicos no lloran’, el disco con el que Bosé se reivindicó al inicio de los noventa
Con el single de igual título fue número uno de LOS40

Miguel Bosé, en 1990. / Getty
El fin de la década de los ochenta hizo que muchos artistas españoles replantearan sus carreras. Habían terminado unos años locos, festivos, a veces histriónicos, y los grandes del pop español deseaban mantenerse en primera fila con propuestas diferentes en el inicio de los años noventa. Tal fue el caso de Miguel Bosé, que el 26 de marzo de 1990, hace treinta y cinco años, puso en circulación Los chicos no lloran, uno de sus mejores álbumes, tanto por las canciones que incluía como por el plantel de invitados.
Tres años tardó Bosé en publicar este trabajo desde que viera la luz el anterior, XXX,en 1987. En el paroxismo ochentero, el madrileño nacido en Panamá se había decantado por una etapa de sofisticación, la cual por un lado le brindaba un aire de posmodernidad acorde a la estética imperante aquellos días y, por otro, lo alejaba drástica y definitivamente de su primera etapa de ídolo de fans. Nada menos que seis discos había publicado en los ochenta, que contenían canciones clásicas como Amante bandido, Sevilla, Nena o Como un lobo.
Gracias a esa prolífica etapa musical y más ocasional en el cine —en dos películas había participado en los ochenta—, Bosé seguía siendo en 1990 incuestionable celebrity de la cultura española. Aparecía asiduamente en los medios por diferentes razones, como la obtención, a sus 33 años, de la nacionalidad española (“He tenido mis más y mis menos con el general Noriega, y ya no me apetecía ser panameño”, dijo) a principios de marzo, o la asistencia, también esas fechas, a la gala de los premios Goya, con Ana Obregón del brazo.
LOS40 Classic
LOS40 Classic
En ese momento dulce de su ya por entonces larga carrera, Bosé confió en los productores italianos Roberto Colombo y Enzo Feliciati para dar forma a Los chicos no lloran.El repertorio escogido para el disco era quizá más directo y comercial que el de obras anteriores y su sonido, menos sofisticado. Lo primero que conoció el público del álbum fue el single Bambú, lanzado en enero, que fue el que acaparó incontables minutos de radio hasta la salida del segundo, la canción que daba título al disco, en junio.
Fue precisamente el tema Los chicos no lloran el que llegó al número uno de la lista oficial de LOS40 el 8 de septiembre de aquel año. Tenía ritmo de reggae, y su letra, cargada de significado, recuperaba una frase que, según el propio Bosé, hubo de escuchar muchas veces de niño (era un pequeño sensible y frágil), y ahora le daba la vuelta para enfocarla desde un punto de vista de adulto canalla.
Tan importantes como las canciones fueron en ese disco las colaboraciones, en un tiempo en que el hecho de que dos artistas se juntasen para cantar era infrecuente (o al menos no tan habitual como hoy). En Manos vacías invitó a cantar con él a Rafa Sánchez, de La Unión, consiguiendo entre ambos un gran éxito en sus respectivas trayectorias. Para Hojas secas llamó a Mikel Erentxun, mientras que Otro estaba escrita a medias por Bosé y Nacho García Vega, excomponente de Nacha Pop. Cierta camaradería generacional destilaban aquellas colaboraciones.
Aunque no hacía falta, Los chicos no lloran revitalizó la trayectoria de Bosé y logró el objetivo de hacer contar a su creador como importante figura de la música en la naciente década de los noventa. Obtuvo abundantes ventas en todo el mundo y dio lugar a una larga gira que más tarde se publicó como disco con tl título Directo 90.
Su faceta de personaje público se vio acentuada con este disco, y con episodios posteriores, como el infame rumor que sobre su estado de salud se extendió poco después, y su participación, en 1991, en la película Tacones lejanos, de Pedro Almodóvar.