Ryan Adams vuelve a España: “Caos en la intimidad”
El cantautor celebra el 25 aniversario de su primer álbum en un tardío reencuentro en nuestro país.

Ryan Adams en el Teatro Coliseum de Madrid. / Luis J. Merino
Para muchos, sería la primera vez que lograban sentarse ante Ryan Adams en España. El cantautor siempre ha sido muy especial y acabó tachando el territorio Español de su mapa hace mucho tiempo ya y por largos años. Para otros, que pudieran haberle visto en su primera etapa o que le hayan seguido por el mundo con el esfuerzo que eso implica, seguro que era igualmente especial. Ryan Adams decidió que se reencontraría con el público español en Marzo de 2025, como parte de una gira europea que celebra el 25 aniversario de 'Heartbreaker', su primer álbum en solitario.

Ryan Adams en el Teatro Coliseum de Madrid. / Luis J. Merino

Ryan Adams en el Teatro Coliseum de Madrid. / Luis J. Merino
El que suscribe, que tiene cierta debilidad por el artista, forma parte de ese grupo que ha ido buscando y creando ocasiones para seguir su carrera en directo fuera del país y no hubo ninguna duda a la hora de comprar entradas para los conciertos de Barcelona y Madrid, conocida la afición del Sr. Adams por variar sus ‘setlists’ entre conciertos.
Ryan Adams se presentó ante su público vestido de “señor mayor”. Con un atuendo similar al del ‘Dr. Jones’ cuando éste ejercía de profesor de universidad y no de aventurero cazatesoros. Atrás quedaba el territorio vaquero y las chapas en la chaqueta, para vestir un traje de tres piezas marrón, pajarita y salir ante su público bastón en mano, a un ambiente muy íntimo que podía hacer pasar el escenario por el salón de su casa. Llegaba con gran actitud, agradecido incluso por la oportunidad de tocar en el Teatro Coliseum de Madrid y presentando su gira como un momento para descubrir un álbum que nunca le había gustado y que interpretaría ante su público con ganas de contar una historia.

Ryan Adams en el Teatro Coliseum de Madrid / Luis J. Merino

Ryan Adams en el Teatro Coliseum de Madrid / Luis J. Merino
Posiblemente fuera esa la mejor parte del concierto, la de la comunicación con el público. Y es que Ryan es un tipo divertido en sus directos. Tanto en Madrid como en Barcelona pudimos ver al Ryan bizarro y bromista habitual, descubrimos al Ryan reflexivo; e, incluso, salió el Ryan agresivo, que nace en los últimos años como mecanismo de defensa ante el público impertinente que no respeta los problemas que genera la enfermedad de Ménière y acribilla al artista con fotografías con flash a sabiendas de las serias crisis que le provocan.
El caso es que, aunque preferiría que no hubiese sido así, las interacciones de Ryan con el público fueron para mí lo más estimulante de su visita a España. Disfruté mucho escuchando el discurso que salía cuando abría su corazón para hablar de la muerte de su hermano o del calvario sufrido en los últimos años tras el conocido escándalo y todo sin perder el sentido del humor. Disfruté aún más escuchando como se compraban drogas en Nueva York en su época y como las almacenaba en su cocina. Y más si cabe cuando se dirigía a una persona del público que interrumpía su discurso con frases tan ingeniosas como “Voy a clavarte un cuchillo en el corazón”, “Que alguien le pegue muy fuerte en la cara y en la nuez” o “Te mato todas las noches en mis sueños”.
Ryan Adams es un tipo brillante y su discurso, aunque en ocasiones pueda parecer payasesco, suele ser también brillante. Lamentablemente, la interpretación y el rigor artístico, que es lo verdaderamente importante, no acompañaban esas noches y pese a que tenía tres horas para dar a sus fans lo que no habían podido tener en más de dos décadas, los conciertos fueron de patinazo en patinazo.
De las dos partes que conformaban las actuaciones, Ryan tenía claro que la primera sería “Heartbreaker” (salvando Come Pick me Up, que quedaba para despedir la velada). El artista interpretaría su primer álbum sin baches de otras épocas en el camino y así lo anunció en su entrada al teatro de Barcelona. La segunda, era una auténtica incógnita. Más si cabe si habías seguido los ‘setlists’ de sus actuaciones previas, pero Ryan la presentaba como una oportunidad de ‘elegir’ para su público.

Ryan Adams visita España en Marzo de 2025. / Luis J. Merino

Ryan Adams visita España en Marzo de 2025. / Luis J. Merino
La primera parte de la actuación, como todo el show, tuvo luces y sombras. Ryan interpretó con esmero clásicos inalterados como 'My Winding Wheel', 'Oh My Sweet Carolina' o 'Call me on Your Way Back Home' para regocijo de sus fans. No hablamos del Ryan más virtuoso ni del más afinado, hablamos de un Ryan que ha interpretado tantas veces sus canciones que va buscando otras formas en las melodías y los tempos, lo que en ocasiones resulta en interpretaciones faltas de ensayo. Pero bien, en cualquier caso.
Sin embargo, también demostró que hasta el más talentoso puede tomar malas decisiones invitando a su técnico de guitarras a tocar la batería (porque sí, porque puede) para destrozar ‘In My Time of Need’ con una batería básica de bombo y caja que no conseguía encontrarse con el piano del artista y que acabó destrozando una de sus mejores baladas.
Pero llamar al técnico de guitarras que toca la batería no era suficiente. Ryan también llamó a su ‘vendedor de merchandising’ para tocar el bajo. En Barcelona tuvieron suerte porque solo lo hizo una vez para una ‘jam’ de más de 10 minutos en la que, además, había un acople constante que ningún técnico consiguió deshacer. En Madrid, sin embargo, también sorprendió con esta ‘garage band’ para un cover de 'The Velvet Underground' que nos robó otros 15 minutos de concierto de la segunda parte con una desastrosa interpretación conjunta. Decisiones artísticas que dinamitarían cualquier solemnidad en una gira y hablamos de alguien que ha tocado y girado con “The Cardinals” muchos años; se entiende que sabe distinguir lo que funciona y lo que no.
Pero Madrid no solo sufrió ese extra de ‘banda-improv’. El primer acto, que siempre parecía acabar con ‘Why Do They Leave?’, como él mismo anunció, tuvo un descarrilamiento final cuando una espontánea decidió gritarle ‘Guapo!’. Ryan, que siempre responde, entendió ‘Branco’ y la sonoridad de la palabra le dio pie a improvisar una canción-chiste para despedirse, ignorando su promesa de terminar con la balada prometida. Y es que al público español le ha faltado Ryan Adams y no parecía entender que cualquier interrupción, por amable que fuera, iba a resultar en canciones perdidas en el recuento final.
En Madrid no sólo tuvimos esa canción, ‘Branco’. También tuvimos un parón en el concierto para una pedida de mano que regaló a los novios un ratito con el artista y el mejor sitio en el escenario para una de sus canciones. El resto perdimos otros 15 minutos de la escaleta con los preparativos de la pantomima, que no habrían sido un problema si la “pérdida de canciones” no hubiese sido la gran amenaza de la noche.
Pero la mejor prueba de que con Ryan no hay que jugar al diálogo fue el segundo acto de Barcelona, en el que Ryan proponía un juego para elegir qué canciones se tocarían. El público no quería escuchar cómo funcionaba ese juego y simplemente se desgañitaba gritando títulos de posibles candidatas, mientras Ryan intentaba dirigir a su clase revolucionada para que eligieran portavoces para las diferentes zonas del teatro con los que él pudiera dialogar y decidir qué canciones interpretaría. Fruto de esto, por supuesto, fue un segundo acto compuesto por cinco tristes canciones (la media para el segundo acto eran unas doce), a la que sumamos otra canción inventada que surgió cuando una chica lanzo al aire la frase “Play Something”. Un despropósito que, como siempre, arregla con ‘When the Stars Go Blue’ y ‘Come Pick me Up’ (para ambos conciertos), que sacan al 90% del ganado con una sonrisa en la cara y la sensación de haber oído lo que quería.
No perdamos de vista, por favor, que tendría que definirme como fan de Ryan Adams y que el artista tenía toda mi disposición para disfrutar de lo que quisiera darnos. La ha tenido siempre y él siempre ha cumplido, pero después de muchos años he encontrado sus peores conciertos en ese reencuentro con España. Pasan los días y, pese a que encuentro píldoras inolvidables, no consigo que el regusto del concierto pase del ‘aprobado’. Si, como dijo en Madrid, esta es su última gira (ya lo dudo, cumpliéndose 25 años de todos sus discos en los próximos años), habrá sido una muy amarga despedida. Espero de corazón que vuelva; para entonces yo ya habré olvidado todo esto y volveré a ser su mejor público.
Luis J. Merino
Técnico de sonido, melómano y amante de los dos pilares fundamentales del entretenimiento: cómic y videojuegos....