50 años del primer disco de Triana: cómo tres hippies sevillanos esculpieron el rock andaluz
Su sonido ha influido a varias generaciones de músicos posteriores

Detalle de la portada del primer disco de Triana, de 1975.
Hace justo cincuenta años, el 14 de abril de 1975, salió a la venta uno de los discos más influyentes en la historia del rock español. Tanto, que es posible afirmar, sin caer en la exageración, que marcó y sigue marcando a un sinfín de músicos, de Manolo García a Raimundo Amador pasando por los más recientes Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. Hablamos del primer disco del trío sevillano Triana, de título homónimo pero conocido por los aficionados como El patio, por ser el espacio en que los tres miembros del grupo posaban, en dibujo, en la portada. ¿Por qué fue tan influyente? Convirtió el rock andaluz, un sonido hasta entonces deslavazado, en un género en sí mismo.
A principios de los setenta, un nutrido plantel de bandas de rock progresivo se desplegó a lo largo y ancho de la geografía española. Tenían en común lo que las diferenciaba: un carácter regionalista, autóctono, en el sentido de que cada una de ellas reproducía los sonidos del rock anglosajón más elaborado con el añadido de tintes locales que delataban su variada procedencia. Así, en Cataluña se vivió la eclosión de grupos de rock progresivo con matices de jazz, en Madrid se alumbró lo que se llamó rock urbano y Andalucía acogió un ramillete de seis o siete bandas que optaron por dar forma al rock andaluz, que no era sino una singular mezcla de rock y flamenco.
Triana no fue la primera de esas bandas. Se acredita el mérito de acuñar la fórmula a Smash, banda que tras la inclusión como guitarrista y cantante de Manuel Molina (quien luego formaría el dúo Lole y Manuel), provocó sorpresa generalizada en 1971 con el sencillo El garrotín, piedra rosetta del género. El tema tenía mucho de rock al estilo Jimi Hendrix, aportación del guitarrista danés Henrik Liebgott, y versos en inglés, pero enseguida emergía el pellizco flamenco de Manuel Molina, quien con su quejío en español (“Y al garrotín, y al garrotán, de la vera, de la vera de San Juan”, decía el magnético estribillo) nos trasportaba a orillas del Guadalquivir.
Pasaron tres años hasta que nació Triana, cuyo nombre revelaba su denominación de origen. Reunió al cantante, teclista y compositor Jesús de la Rosa, quien había formado parte de Los Nuevos Tiempos (otros incipientes creadores del rock andaluz y coetáneos de Smash); el guitarrista Eduardo Rodríguez Rodway, que durante su etapa con Los Payos había popularizado la canción del verano María Isabel (1969); y el batería Tele Palacios, con experiencia en otras bandas de menor calado. En los albores del grupo también participaron Dolores Montoya y Manuel Molina, quienes desertaron enseguida para formar Lole y Manuel.
En el ideario de Triana figuraba la clara idea de fusionar el rock progresivo de bandas como Pink Floyd, King Crimson o Caravan con los aires aflamencados propios de su tierra sevillana. Jesús de la Rosa, compositor del grupo (solo uno de los temas, Todo es de color,aparecía firmado por Manuel Molina y Tele Palacios), despachó un repertorio que plasmaba aquellas ambiciones con excelente tino para las melodías que podían gustar a todo el mundo. Pero sin concesiones: el disco empezaba con Abre la puerta, cuya duración de casi 10 minutos y sus múltiples pasajes instrumentales, seguían las pautas del rock progresivo.

Abre la puerta fue una de las canciones que mejor conectaron con la audiencia, además de Sé de un lugar (7’06” de duración) y En el lago (6’30”). Guitarras flamencas, eléctricas, piano, sintetizador, batería… y letras herencia del cante jondo (“Hay una fuente, niña, que la llaman del amor, donde brillan los luces y la luna con el sol”) dejaron claro que eso exactamente era el rock andaluz. Grabado en los estudios Kirios de Madrid con la producción de Gonzalo García Pelayo, el disco, sin embargo, no salió al principio del círculo underground en que se movían estas bandas. Fue un año después cuando oyentes de toda España digirieron su sonido y el álbum alcanzó la categoría de clásico.
El patio es un disco de los que hay que escuchar de principio a fin, porque en cada recodo hay un giro, una sorpresa que seduce y asombra. Después de Triana aparecieron otras bandas andaluzas que siguieron su estela, como Alameda y Medina Azahara. Triana grabaron cinco álbumes más, los últimos menos revolucionarios que los primeros, hasta que el trágico fallecimiento de Jesús de la Rosa en accidente de tráfico el 14 de octubre de 1983 puso brusco final a su trayectoria. Tele Palacios murió el 8 de julio de 2002, víctima de un infarto. Eduardo Rodríguez Rodway, a punto de cumplir 80 años, es hoy el único superviviente de un trío que cualquier ser humano con una mínima inquietud por la cultura debería escuchar detenidamente al menos una vez en su vida.