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Día Mundial de las Abejas: por qué su desaparición sería un apocalipsis silencioso (y cómo evitarlo)

Este 20 de mayo se conmemora una jornada que recuerda la importancia clave de estos pequeños animales para el futuro del planeta.

Las abejas son esenciales para el buen funcionamiento del planeta. / Martyn Large / 500px

Si mañana desaparecieran todas las abejas del planeta, tardaríamos poco en darnos cuenta. No porque dejáramos de escuchar su zumbido al cruzar un parque en plena primavera, sino porque las estanterías del supermercado comenzarían a vaciarse en poco tiempo. Adiós a las manzanas, al aguacate, al café, al chocolate. Adiós incluso a muchas de las prendas de moda que llenan las estanterías de las principales cadenas textiles: sin polinización, tampoco hay algodón.

Este 20 de mayo se celebra el Día Mundial de las Abejas. Una fecha que quiere lanzar un mensaje claro: las abejas no son solo importantes, son imprescindibles. No en vano, son las responsables de polinizar más del 75% de los cultivos que alimentan al mundo. Eso incluye buena parte de las frutas, verduras, frutos secos, legumbres, semillas y aceites vegetales que consumimos a diario. Además, al polinizar también plantas silvestres, ayudan a mantener la biodiversidad y los ecosistemas que sostienen la vida tal y como la conocemos. Dicho de otra manera: sin abejas no hay planeta.

Pero, ¿hasta qué punto están desapareciendo? Los datos son más que preocupantes: en España, la mortalidad de abejas melíferas oscila entre el 20% y el 40%. En comunidades autónomas como Galicia se ha registrado una pérdida del 56% de las colonias desde el año 2000. A nivel europeo, el 37% de las poblaciones de abejas están en declive. Y a nivel global, nivel se estima que más del 40% de las especies de abejas están bajo amenaza de extinción.

El número de abejas se ha reducido drásticamente. / aire images

Aunque se ha hablado mucho de los posibles motivos que están contribuyendo a esa drástica reducción en el número de abejas, existe un consenso científico al respecto que señala a los pesticidas. Productos como los neonicotinoides alteran el sistema nervioso de los insectos, afectan su orientación y, a veces, las matan directamente. Por su parte, el cambio climático trastoca los ciclos de floración, altera las rutas de las abejas y reduce la disponibilidad de alimento. La pérdida de hábitats también juega un papel clave: el crecimiento urbano descontrolado, los monocultivos y la deforestación han convertido sus zonas de alimentación en desiertos para las abejas. Y por último, enfermedades como la loque americana o plagas como el ácaro Varroa devastan colonias enteras. 

Manos a la obra

Ante todo este panorama, hay quien se pregunta: ¿podémoste hacer algo? Y la respuesta, como casi siempre, es sí. Proteger a las abejas no es cosa solo de gobiernos o ecologistas. Hay gestos cotidianos que pueden marcar la diferencia. Un ejemplo sencillo: plantar flores. En tu balcón, en el jardín comunitario o en el alfeizar de tu ventana. Las abejas urbanas también necesitan alimento, y especies como la lavanda, el romero o el tomillo son como buffets libres para ellas. 

Rechazar los pesticidas es otra medida en la buena dirección. Si tienes plantas, es preferible evitar productos químicos agresivos: existen alternativas ecológicas, y muchas veces, basta con dejar que la naturaleza se autorregule. El consumo también juega un papel clave. A la hora de hacer la compra, lo mejor es apostar por el producto local y sostenible. 

Por último, y al igual que en todos los temas que abordamos en El Eco de LOS40, hay un elemento clave: contarlo. Hacer ruido, hablar del tema, compartir artículos como éste, difundir la importancia de las abejas para el planeta y apoyar iniciativas que promuevan leyes más estrictas contra pesticidas o a favor de la biodiversidad. El cambio puede empezar en una simple conversación, incluso en las redes sociales redes. El objetivo no es sólo salvar a las abejas: también a nosotros mismos.