Un accidente de moto y un sótano inspirador: ‘The basement tapes’, de Bob Dylan, cumple cincuenta años
Aquellas maquetas, grabadas en 1967, vieron la luz oficialmente el 26 de junio de 1975

Bob Dylan, en una imagen de 1968. / Michael Ochs Archives
Hace exactamente cincuenta años, el 26 de junio de 1975, vio la luz The basement tapes, uno de los álbumes más singulares en la nunca convencional discografía de Bob Dylan. En él se dan la mano su progresivo interés por el rock, una nueva manera de componer y grabar y el primer esbozo de lo que luego sería una gran banda, llamada simplemente The Band. Pero la historia de ese trabajo empezó muchos años antes…
Se dice que el 29 de julio de 1966, Dylan, quien ya era una reconocida figura del folk, sufrió un accidente de moto cerca de su casa de Woodstock (Nueva York) que le causó leve conmoción cerebral y la rotura de algunas vértebras. Al menos es lo que el ilustre cantautor relató; otros apuntan que es la excusa que esgrimió para retirarse unos meses del asedio de los fotos y distanciarse de su mánager, Albert Grossman, con quien mantenía tirante relación. El caso es que Dylan aprovechó la situación para abandonar su agitado estilo de vida en Nueva York y dedicarse a disfrutar de tiempo de intimidad con su entonces esposa, Sara (Shirley Marlin Noznisky), y pasear con su perro por el campo.
No tardó en coger su guitarra y desempolvar su máquina de escribir para volver a componer canciones. Simultáneamente habían recalado en la zona varios músicos canadienses de rock que formaban parte de The Hawks. Dadas la afinidad y la vecindad, Dylan y The Hawks comenzaron a ensayar temas tradicionales que el de Duluth (Minesota) arreglaba y, no mucho después, los nuevos temas que salían de su cabeza. Al principio se juntaban en la casa de Dylan para tocar, aunque enseguida cambiaron el lugar de reunión al sótano del edificio que The Hawks habían alquilado en Woodstock; una casita pintada de rosa a la que llamaban The Big Pink.
LOS40 Classic
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La incontenencia creativa de Dylan y la contrastada solvencia de estos músicos derivó en ingentes grabaciones de maquetas que, en cuanto al sonido, iban a la contra de las modas imperantes aquellos días. En 1967 causaban furor el rock psicodélico y las producciones extravagantes; los temas que salían de The Big Pink, en cambio, eran austeros, directos, y se grababan con las ventanas abiertas y un perro durmiendo en el suelo. De manera natural, Dylan se situaba una vez más en el polo opuesto de lo que dictaban las tendencias.
Contabilizar los temas que allí registraron se antoja difícil; se dice que más de treinta. Dylan accedió a registrar algunos, aunque no los publicó en un disco. Sin embargo, corrió la voz y, con ella, versiones que otros artistas grababan de esas canciones inéditas del eminente autor. También, la publicación de discos piratas que directamente recopilaban las maquetas. Así fue cómo sus fans descubrieron temas como “I shall be released”, “This wheel’s on fire’, “Quinn the Eskimo (The might Quinn)”, “Tears of rage” o “You ain’t goin’ nowhere”. Algunos los firmaba Dylan solo; en otros compartía autoría con componentes de The Hawks.
Mientras, Dylan, de regreso a su actividad habitual, siguió publicando discos grabados en estudios tradicionales. La mayoría de esos trabajos, auténticas obras maestras, como John Wesley Harding (1967), Nashville skyline (1969) o Blood on the tracks (1975). Pero llegados a ese 1975, su compañía discográfica, Columbia Records, le planteó la idea de compilar parte del repertorio de The Big Pink en un disco oficial; y así es como vio la luz The basement tapes.

Bob Dylan, tocando con The Band (antes, de The Hawks), en 1968. / Charles Steiner

Bob Dylan, tocando con The Band (antes, de The Hawks), en 1968. / Charles Steiner
Aunque Dylan venía de cosechar dos números uno en las listas de Estados Unidos, The basement tapes obtuvo notable repercusión. Llegó al #7 en la clasificación de álbumes de Billboard. Las críticas lo pusieron por las nubes, resaltando el carácter espartano de aquellos temas que enfatizaban la frescura y la naturalidad en tiempos de opulencia y experimentación. Aun hoy The basement tapes es considerado un disco clave en el rock de los setenta.
Tampoco les fue mal a los músicos de The Hawks, quienes terminaron residiendo seis años en The Big Pink. Cambiaron su nombre a The Band, firmaron con una importante discográfica, y en 1968 y 1969 publicaron dos discos que hay que escuchar quitándose el sombrero: Music from the Big Pink y The Band. Aquel plantel de musicazos reunía a Rick Danko, Levon Helm, Garth Hudson, Richard Manuel y Robbie Robertson; todos ya han fallecido.












