The Corrs dice adiós en Madrid a su gira 2025
El cuarteto irlandés convierte el Alma Festival Madrid en un pub de Dundalk

Andrea Corr (The Corrs) en el Festival Isle of Wight 2025 / Mark Holloway
Veinte años después de su última gran actuación en la capital, The Corrs regresó a Madrid con un concierto inolvidable en el Alma Festival, convirtiendo el parque Enrique Tierno Galván en un pub de Dundalk. La banda irlandesa, formada por los hermanos Andrea, Sharon, Caroline y Jim, ofreció un espectáculo cargado de emoción, recuerdos y una conexión especial con el público español, que llenó el recinto con más de 5.000 asistentes en la que fue la despedida de su gira 2025.
El concierto, parte de su tour mundial por el 30º aniversario de su álbum debut Forgiven, Not Forgotten (1995), fue un viaje sonoro por tres décadas de carrera. Desde los primeros acordes de Only When I Sleep, quedó claro que la noche estaría marcada por la nostalgia. Aunque Andrea Corr tuvo un arranque vocal algo titubeante, fruto del esfuerzo de tantos shows (el último apenas 24 horas antes en Barcelona), pronto recuperó su característico timbre dulce ayudado por un público que no dejó de corear ni uno solo de sus grandes hits.
“¡Buenas noches, Madrid! Es un gran placer estar aquí esta noche. Gracias por acompañarnos durante tantos años. Gracias a vuestro cariño nos habéis hecho sentir en casa" saludó Andrea tras la segunda canción en un español bastante nítido aunque aún mejorable al nivel de Sharon quien vive en la ciudad en largos periodos del año.
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Arropados por algunas banderas irlandesas que incluían el escudo de su condado, The Corrs quería protagonizar una despedida por todo lo alto y fue lanzando torpedo tras torpedo contra la línea de flotación nostálgica de un público entregado a ver, escuchar y cantar en ocasiones dejando los teléfonos para utilizarlos solo como linterna. Uno de esos shows a la antigua usanza de los que ya quedan pocos.
El repertorio fue un repaso a sus grandes éxitos, con momentos álgidos como What Can I Do, coreado por miles de voces, Summer Sunshine y Forgiven not forgotten, que desató una ovación cerrada. También hubo espacio para joyas menos comerciales como My Lagan Love, donde el violín de Sharon Corr se convirtió en protagonista absoluto, evocando las raíces celtas que siempre han distinguido a la banda.
A esas alturas en el front stage eran varios los seguidores que bailaban la danza tradicional irlandesa o bien hacían el pase cogidos del brazo unos de otros como si en lugar de las 11 de la noche fueran las 3 de la mañana. Solo faltaban las pintas de Guiness, un fallo imperdonable en un show de unos irlandeses.
El tiempo no ha pasado en balde para los hermanos Corr quienes sorprendieron al mundo con su extraordinaria juventud y energía en el siglo XX y ahora transmiten madurez y ganas de disfrutar de los mejores recuerdos. Quizá ya no se empleen con tanta vitalidad en el escenario, salvo Andrea, pero su interpretación musical es magistral ya sean instrumentos modernos o tradicionales irlandeses.
Entre instrumentales con mucho sabor celta y canciones que habitualmente no formaban parte de su repertorio como All the love in the world o Ellis Island The Corrs se encaminó hacia una despedida inolvidable de su retorno a los escenarios con Runaway y Breathless. Ojalá que no tengamos que esperar otros 20 años para volver a disfrutar de su música.