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Joaquín Sabina vivió su época más feliz con este artista: “Le echo de menos cada día. Era un genio”

El cantante y compositor jienense recuerda a su amigo Javier Krahe en una reciente entrevista

El cantante y compositor Joaquin Sabina, en la presentación de la biografía de su amigo Javier Krahe, 'Ni feo, ni catolico, ni sentimental', de Federico de Haro. / Europa Press News

En el contexto de su gira de despedida por Estados Unidos, Hola y Adiós, Joaquín Sabina ha concedido una entrevista a la revista Esquire en la que ha hablado de este último periplo de conciertos, pero también de sus artistas predilectos o de su esposa Jime, y la respuesta a la pregunta sobre la época más feliz de su vida no sorprenderá a sus fans.

Tal como ha relatado el artista, a quien más echa de menos es a su gran amigo, el compositor madrileño Javier Krahe, que falleció en 2015: "Cuando volví de Londres, conocí a Javier Krahe y nos metimos en La Mandrágora. Echo a Krahe de menos todos los días de mi vida. Hoy viendo los rascacielos le estaba contando a Jime que quería escribir con él a cuatro manos historias detectivescas. Nos inventamos un detective que era un desastre, vivía aquí y tenía la oficina en el Empire State y dice Krahe: “Sí, pero en el primer piso”. ¿Eso no es genial? Otro día se encontró a mi hija Carmela y le dijo: “¿Cómo está tu padre?”, y Carmela: “Pues muy bien”, y Krahe: “Pues dile de mi parte que yo estoy cantando con mucho éxito y estoy también muy bien… ¡y sin aburguesarme!”. Era un genio", dijo el jienense a la revista.

No en vano, Krahe está presente en el último videoclip de Sabina, Un último Vals, dirigido por León de Aranoa. Como explica el cantante de 19 días y 500 noches, "hay una agencia a la que llamas, pides un tipo parecido a tal y te lo mandan. Era idéntico. Todo el mundo cree que es inteligencia artificial, pero no, es alguien de carne y hueso. Traje a Annick, su viuda, a mi casa a ver el vídeo, y se quedó de piedra", dice a Esquire.

Joaquín Sabina - Un último vals (Video Oficial)

Sabina-Krahe, un tándem genial y peculiar

A principios de los años ochenta y las relaciones se forjaban de otra manera. Cara a cara, en los bares y las salas, fumando y bebiendo, compartiendo ideales, confidencias e intereses comunes. En un contexto político de apertura, pero donde la desconfianza política aún se palpaba, se dio el escenario perfecto para que dos grandes personajes cruzaran sus caminos y quedaran ligados de por vida.

Joaquín Sabina y Javier Krahe se conocieron actuando en el sótano del mítico café teatro La Mandrágora, en el barrio de la Latina, donde junto a Alberto Pérez, formaron un trío que mezclaba música, sátira y crítica social. De esa etapa surgió La Mandrágora (1981), un disco en directo que se convirtió en un referente, con canciones como Marieta, Un burdo rumor o Pongamos que hablo de Madrid.

Portada de La Mandrágora. De izquierda a derecha: Javier Krahe, Joaquín Sabina y Alberto Pérez.

Empezaba con aquel hito una relación de amistad que definió una época en la canción de autor española y que fue más allá de lo musical, convirtiéndose en un tándem artístico y personal que duraría décadas. De hecho, Sabina habla de su amigo cada vez que puede.

Sabina y Krahe compartían una visión del mundo muy particular que tenía como ejes la ironía y el no tomarse demasiado en serio, ni a ellos mismos ni a la clase política, por supuesto. Su complicidad artística se reflejó en temas como Cuervo ingenuo (1986), una canción satírica que generó un gran revuelo, y que de hecho fue la primera canción censurada en televisión de la democracia española.

Javier Krahe, en la presentación de: "Esta No Es La Vida Privada De Javier Krahe", en septiembre de 2012. / Carlos R. Alvarez

Sabina ha reconocido en numerosas ocasiones la influencia de Krahe en su carrera y en su forma de ver el mundo. El de Úbeda participaría en el disco La sonrisa de Krahe, publicado en 2019, y dos años después lo veríamos en la presentación de la biografía de su amigo, Ni feo, ni católico, ni sentimental, de Federico de Haro, dejando claro que su legado sigue muy presente en todos los aspectos de su vida.