Nuevos incidentes con orcas hacen saltar las alarmas en el País Vasco
Dos nuevos sucesos en las costas de Bizkaia y Gipuzkoa han vuelto a poner de actualidad un problema que ha hecho tomar cartas en el asunto a Salvamento Marítimo.

Los incidentes con orcas se han vuelto frecuentes / Sara Jenkins / 500px
El mar Cantábrico vuelve a ser noticia a causa de los incidentes protagonizados por orcas. En apenas unos días, dos embarcaciones, una frente a la costa de Bizkaia y otra frente a la de Gipuzkoa, han sufrido nuevos episodios con estos grandes cetáceos, lo que ha abierto el debate sobre cómo navegamos y cómo escuchamos a quienes llevan siglos viviendo en estas aguas.
Ambos sucesos han sido confirmados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Ministerio de Transportes, a través de la Dirección General de la Marina Mercante y la Dirección General de Biodiversidad. En el primero, un velero de bandera francesa tuvo que ser remolcado tras sufrir daños graves: las orcas rompieron el timón y abrieron una vía de agua en la quilla, lo que obligó a intervenir a Salvamento Marítimo. En el segundo, ocurrido a unas ocho millas del cabo Billano (Bizkaia), el encuentro fue menos severo y la embarcación pudo llegar por sus propios medios al puerto de Getxo, aunque con daños leves.
Las orcas, una especie protegida en aguas españolas, no actúan por malicia: todo apunta a un comportamiento aprendido
Estos episodios no son nuevos, pero tampoco anecdóticos. Desde 2020, los ataques de orcas a veleros se han vuelto más frecuentes en varios puntos del litoral atlántico y cantábrico, especialmente en el Estrecho y la costa de Galicia. El año pasado, según datos del Grupo de Trabajo Orca Atlántica (GTOA), se notificaron 197 interacciones, aunque en 2024 esa cifra se redujo en torno al 40 % en zonas como el Estrecho. El problema, sin embargo, persiste y se desplaza.
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Entre la protección y la prevención
Las autoridades insisten: hablar de "ataques" no es riguroso. Se trata de interacciones, no de agresiones, y la diferencia no es semántica, sino ética. Las orcas, una especie protegida en aguas españolas, no actúan por malicia: todo apunta a un comportamiento aprendido, posiblemente lúdico o defensivo, que afecta sobre todo a embarcaciones de vela de menos de 15 metros de eslora. La hipótesis más aceptada es que un grupo reducido de orcas, lideradas por un ejemplar joven apodado "Gladys", estaría repitiendo estas conductas tras asociarlas a algún episodio traumático o simplemente como juego.

La convivencia en el mar es más frágil que nunca. / by wildestanimal

La convivencia en el mar es más frágil que nunca. / by wildestanimal
El MITECO y Salvamento Marítimo han emitido una serie de recomendaciones claras. A los navegantes se les pide que, en las próximas semanas, tracen rutas lo más cercanas posible a la costa (siempre dentro de los márgenes de seguridad) y que, ante una interacción, no detengan la embarcación, sino que naveguen hacia aguas menos profundas. También se recuerda la importancia de no acercarse a las bandas del barco durante la interacción, ya que los movimientos bruscos de las orcas pueden causar caídas o lesiones.
En ningún caso está permitido el uso de medidas disuasorias: la legislación española prohíbe cualquier acción que pueda causar daño, muerte o incluso molestia a estos animales. Se trata de un equilibrio delicado entre la seguridad humana y el respeto a la vida silvestre. Por eso, la respuesta institucional apuesta por la documentación científica y la recogida de datos: si la situación lo permite, se anima a los tripulantes a tomar fotografías y remitirlas al Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo más cercano, así como a notificar cualquier avistamiento o interacción.
La convivencia en el mar no es nueva, pero sí más frágil que nunca. La expansión de la navegación de recreo, el ruido submarino, el colapso de los ecosistemas y el cambio climático están modificando los códigos de relación entre especies. Las orcas no están atacando: están reaccionando. Y quizás lo más urgente no sea alejarlas, sino escucharlas. Porque cuando una especie inteligente y social empieza a cambiar su comportamiento con insistencia, el mensaje no está en la violencia, sino en la insistencia.












