Los "conejos zombies" de Colorado inquietan a la población local
Una extraña infección convierte a estos animales en criaturas con cuernos y tentáculos.

Los conejos silvestres muestra extrañas malformaciones. / Adria Photography
La imagen resulta, cuanto menos, inquietante: en el norte de Colorado los vecinos están desconcertados por la aparición conejos con protuberancias negras en la cabeza, retorcidas como cuernos o tentáculos. No es el tráiler de una peli de terror, sino la consecuencia de un virus con nombre propio: el papiloma de Shope.
Las extrañas formas que presentan estos animales ha despertado cierto alarmismo entre los medios de comunicación, aunque las autoridades y la comunidad científica lo rebajan. “No hay riesgo para humanos ni para otros mamíferos”, aseguran desde Colorado Parks and Wildlife, en un intento de calmar las aguas y atenuar las noticias que empiezan a aparecer en los medios. El problema, reconocen, no es el contagio, sino el efecto que esta enfermedad pueda tener en la propia especie.
El virus fue identificado en 1930 por el profesor Richard Shope
El virus, pese a su aspecto apocalíptico, no es nuevo. Tiene casi un siglo de historia. Fue identificado en 1930 por el profesor Richard Shope, y desde entonces ha ido ampliando su alcance: de los conejos de cola blanca originales a las tres subespecies de cola de algodón que hoy habitan en Colorado, desde los de montaña hasta los del desierto.
LOS40
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Un enemigo estival
La transmisión suele intensificarse en verano, gracias a las picaduras de insectos. El resultado son crecimientos cutáneos que, en la mayoría de los casos, remiten solos con el tiempo. El problema llega cuando las protuberancias bloquean la visión o la boca del animal, impidiéndole comer o defenderse. En el caso de los conejos domésticos, la enfermedad resulta mucho más severa.
Su presencia alimenta la leyenda urbana de los "jackalopes", criaturas míticas mitad liebre, mitad antílope
"Lo que asusta no es la amenaza real, sino la imagen", explican los investigadores. Conejos cornudos corriendo por los parques o atravesando barrios residenciales alimentan la leyenda urbana de los "jackalopes", criaturas míticas mitad liebre, mitad antílope. Una mitología que hoy se cruza con la biología más cruda.
Pero los científicos apuntan más allá del susto. Mientras esta infección acapara titulares, la gran amenaza sigue siendo la de siempre: la mano del ser humano. Cada año mueren unos 50.000 conejos de cola de algodón en Colorado debido a la caza, una cifra que deja en segundo plano al propio virus.

La caza es la principal amenaza para los conejos silvestres de Colorado (EEUU). / Jose A. Bernat Bacete

La caza es la principal amenaza para los conejos silvestres de Colorado (EEUU). / Jose A. Bernat Bacete
Curiosamente, la visibilidad del fenómeno se multiplica por el comportamiento de los propios animales. En lugar de refugiarse en el bosque, muchos conejos silvestres de Colorado prefieren instalarse cerca de zonas urbanas, donde hay menos depredadores naturales. El resultado: vecinos desconcertados que de repente se cruzan con un conejo “zombie” en el césped de su casa.
El mensaje de los expertos es claro: no hay motivo para el pánico, pero sí para la reflexión. La coexistencia con la fauna urbana requiere respeto y cierta dosis de curiosidad científica. Los conejos de Colorado no son monstruos, sino animales que nos recuerdan, a su manera, lo extraña y frágil que puede llegar a ser la naturaleza.












