Historias de árboles centenarios: guardianes de la memoria
Testigos silenciosos de guerras, amores y cambios sociales, los árboles más antiguos del planeta nos cuentan la historia de la humanidad sin palabras.

Algunos árboles llevan siglos siendo testigos de la historia. / Aitor Diago
Los árboles centenarios son mucho más que un elemento del paisaje perfecto para una foto en Instagram. Son archivos vivos que guardan en su tronco, en sus ramas y en sus raíces la historia de generaciones enteras. A diferencia de los edificios o las esculturas, ellos no necesitan restauración: su sola presencia es una lección de resiliencia.
En muchas culturas, los árboles se consideran sagrados. El olivo, por ejemplo, ha sido símbolo de paz y sabiduría desde la antigüedad, y todavía hoy algunos ejemplares en el Mediterráneo superan los dos mil años. Cada arruga de su corteza es como el párrafo de un libro que nunca deja de escribirse.

El Drago Milenario de Icod de los Vinos, en Tenerife. / OlyaSolodenko

El Drago Milenario de Icod de los Vinos, en Tenerife. / OlyaSolodenko
España es un auténtico museo al aire libre de árboles legendarios. En Canarias se ubica el Drago Milenario de Icod de los Vinos, en Tenerife, cuya edad se estima en más de 800 años y que se ha convertido en todo un emblema de la isla. En la isla de El Hierro, la Sabina Milenaria se retuerce contra el viento, ejemplo perfecto de cómo la naturaleza se adapta y resiste. En Extremadura sobrevive la Encina La Terrona, considerada la más grande de la península, con más de 700 años de vida. En A Coruña, el Castaño de Coiros tiene más de 800 años y un tronco que supera los 10 metros de perímetro.Y en el Pirineo aragonés aún se alzan tejos antiquísimos, asociados desde siempre al mundo de los mitos y las leyendas.
LOS40
LOS40
Testigos de la historia
El estudio de estos árboles no solo tiene un valor cultural o espiritual. La dendrocronología, ciencia que analiza los anillos de crecimiento, permite reconstruir sequías, incendios y cambios climáticos ocurridos siglos atrás. Cada anillo es como una línea en el diario secreto de la Tierra, una forma de comprender nuestro pasado y prepararnos para el futuro.
Más allá de la ciencia, los árboles centenarios son también fuentes de inspiración artística. Poetas, pintores y músicos han encontrado en ellos símbolos de eternidad, fortaleza y paciencia. Un árbol que sobrevive al paso del tiempo nos recuerda que la naturaleza tiene una capacidad de resistencia que los humanos apenas alcanzamos a imaginar.
Cuando un árbol centenario cae, se pierde un pedazo de nuestra propia historia
Sin embargo, no todos lo consiguen. La tala, los incendios o el cambio climático están acabando con muchos de estos gigantes. Cada vez que un árbol centenario cae, se pierde no solo un organismo vivo, sino también un pedazo de nuestra propia historia.
Por eso, en distintos territorios de España ya existen programas específicos para protegerlos. Catálogos de árboles singulares, rutas turísticas centradas en ejemplares legendarios o proyectos de custodia ciudadana buscan garantizar su conservación. Los vecinos de las localidades donde se encuentran se sienten orgullosos de sus árboles y luchan por mantenerlos. Al fin y al cabo, una de las grandes enseñanzas de estos gigantes es que cuando nosotros ya no estemos ellos seguirán ahí, recordándonos que el tiempo tiene otra medida en la naturaleza.












