ROSALÍA anuncia su gira 'LUX Tour'. Fechas, ciudades, entradas y más

¿Cuánto tarda un bosque en recuperarse después de un incendio?

Desde el humo del presente hasta el verde del futuro: la naturaleza necesita paciencia (y ayuda).

Los bosques necesitan años para recuperarse tras un incendio. / George Pachantouris

En estos días, más de 350.000 hectáreas han ardido en España. Galicia, Extremadura y Castilla y León son las zonas más afectadas, en lo que ya se considera la peor oleada de incendios desde que hay registros. La esperanza ha llegado con el fin de la ola de calor, pero la pregunta que surge ahora es clara: ¿cuánto tardará el bosque en recuperarse?

El renacer de un bosque no es inmediato. Estudios en la cuenca mediterránea, como el que publicó en 2023 la revista ‘Fire Ecology’ y que analizó la regeneración tras incendios acontecidos en Cataluña, Aragón y Comunidad Valenciana, muestran que la duración de las sequías es el factor más limitante para que todo vuelva a la normalidad. En zonas semiáridas, la recuperación tras el fuego puede quedar seriamente comprometida. Se trata de un problema grave cuando, como ahora, los veranos son más largos y secos que nunca, frenando los brotes verdes antes de que echen raíces.

Un proceso largo y lleno de matices

En los bosques de pino mediterráneos en España, recuperarse tras un gran incendio es una carrera de fondo. Estudios basados en imágenes satelitales identifican distintas trayectorias de recuperación: algunas áreas se regeneran de forma continua, otras se estabilizan y otras apenas muestran señales verdes —todo depende de la severidad del incendio y las condiciones climáticas posteriores.

Un dato más concreto: 26 años después de un gran incendio, solo aproximadamente el 40 % del suelo recuperó la cobertura arbórea previa, según mediciones hechas con tecnología LiDAR (siglas de "Light Detection and Ranging", una tecnología de teledetección que funciona de manera parecida a un radar, pero usando láseres en lugar de ondas de radio). Eso sin contar que en muchas zonas lo que vuelve es un bosque muy diferente al que ardió: menor densidad, menos diversidad y una estructura gravemente alterada.

Ejemplos recientes en España muestran que seguir la recuperación no es solo cuestión de observación: en Sierra Bermeja (Málaga), se han activado programas de seguimiento específicos para monitorizar cómo regresan la vegetación y el riesgo del terreno tras el gran fuego de 2021. Ese tipo de vigilancia es clave para saber si lo que vuelve es vida o una cicatriz.

Los incendios en España han dejado un panorama desolador. / Xurxo Lobato

En zonas como Galicia, donde los incendios se repiten con frecuencia y este año han sido especialmente devastadores, la tecnología LiDAR también se ha utilizado para estudiar la recuperación de los matorrales atlánticos de tojo y brezo, habituales en el paisaje gallego. Los análisis muestran que la regeneración puede ser rápida en términos de biomasa y cobertura vegetal, pero que la estructura original del ecosistema —con suelos estables y diversidad de especies arbóreas— puede tardar décadas en consolidarse. Además, la expansión del eucalipto añade un problema extra: su crecimiento rápido y la alta inflamabilidad hacen que los incendios se propaguen con más fuerza, dificultando que los robledales y pinares autóctonos recuperen terreno tras el fuego. Tras grandes fuegos como los de 2017 en las Rías Baixas, lo que brota pronto es matorral o el propio eucalipto, mientras que los bosques nativos necesitan mucho más tiempo (y en ocasiones reforestación activa) para volver a ocupar su lugar.

Décadas, no años

La recuperación de un bosque tras un incendio es un proceso que abarca décadas, no años. Las condiciones climáticas, sobre todo las sequías, ejercen una enorme presión sobre ese proceso. Tecnologías como el seguimiento satelital o el citado LiDAR permiten medir la lenta vuelta del verde, pero los estudios dejan claro que, en muchos casos, un bosque funcional tarda veinte, treinta o más años en recomponerse.

El mensaje final es vital: no hay prisa, pero tampoco podemos esperar de brazos cruzados. Anticiparnos con políticas de prevención, apoyo a las zonas afectadas, reforestación, y gestión de paisaje puede marcar la diferencia entre un bosque que revive o se extingue. Tras el fuego, el paisaje no necesita héroes, sino estrategia y ciencia.