Objetivo: detener la caza en las zonas afectadas por los incendios
Ecologistas en Acción reclama suspender la caza en terrenos calcinados mientras crece la polémica por el impacto ambiental y social de esta actividad en España.

La caza, en el punto de mira. / Yves Adams
Tras la oleada de incendios que ha afectado a buena parte del territorio de Castilla y León, la Federación de Ecologistas en Acción en esa comunidad autónoma ha exigido la suspensión inmediata de la media veda y de toda modalidad de caza en los terrenos afectados por incendios y en sus áreas limítrofes. Una petición que llega en plena ola de calor extremo y cuando la comunidad autónoma sigue movilizando recursos en el operativo de incendios.
Según el colectivo, las condiciones actuales hacen imposible ejercer un control efectivo sobre la actividad cinegética. El fuego no solo arrasa miles de hectáreas de masa forestal: deja a la fauna sin refugio, sin alimento y sin posibilidades de regenerarse. Permitir que la caza continúe en estos escenarios, denuncian, es un golpe adicional a unos ecosistemas ya fracturados.
Los incendios dejan secuelas invisibles: desde la contaminación de aguas superficiales y subterráneas hasta la desaparición de hábitats clave. Y todo ello repercute directamente en especies silvestres, tanto cinegéticas como protegidas. Para Ecologistas en Acción, la única salida es aplicar medidas de emergencia que garanticen la recuperación natural de la flora y la fauna.
LOS40
LOS40
La polémica sobre la caza en España
El debate no es nuevo. La caza en España mueve grandes cifras económicas y cuenta con casi 900.000 licencias activas, pero también arrastra un historial de impacto ambiental y conflictos sociales. Mientras las organizaciones del sector se presentan como aliadas de la conservación, diferentes estudios y colectivos ecologistas cuestionan ese relato.
La realidad es que los daños por sobrepoblación de especies –uno de los argumentos recurrentes de la industria cinegética– suelen estar vinculados a la propia gestión de los cotos, que favorecen la cría intensiva de animales para garantizar la rentabilidad de las batidas. También a la desaparición de sus depredadores naturales, algo relacionado con la propia caza.
Otras organizaciones, como Anima Naturalis, van más allá y señalan que los cazadores están detrás de no pocos incendios forestales. "Los intereses cinegéticos incluyen motivos como quemar para regenerar pastos, concentrar especies cinegéticas o despejar vegetación que dificulta la caza", denuncian. "En la práctica, cazadores u otros agentes prenden fuego para facilitar luego la caza, aunque casi nunca prevén el desastre que se desata. Una vez iniciado, el fuego suele descontrolarse, transformando quemas localizadas en mega-incendios forestales". Ese es el caso del pasado incendio de Aliseda en Cáceres, cuyo origen está relacionado con intereses cinegéticos.
En este contexto, Ecologistas en Acción recuerda que la propia Ley de Caza de Castilla y León obliga a garantizar la conservación de las especies y la sostenibilidad de los recursos cinegéticos. "La media veda recién iniciada no cumple ninguna de estas premisas", denuncian, y advierten de que supone un riesgo tanto para la naturaleza como para las personas.
La organización reclama que la actividad cinegética quede incluida dentro de las limitaciones de acceso establecidas en los planes de prevención y extinción de incendios, y que se suspenda de forma indefinida hasta que existan garantías mínimas de estabilidad ecológica y de seguridad.
La pregunta que sobrevuela es clara: ¿puede una práctica como la caza, que en muchos casos se ejerce como ocio privado, imponerse sobre la necesidad urgente de regenerar unos ecosistemas devastados? Para Ecologistas en Acción, la respuesta es rotunda: para los cazadores, toca un alto el fuego.












