El secreto que esconden los lagos del mundo (y que España también comparte)
Cada 27 de agosto se celebra el Día Mundial de los Lagos, una fecha que nos recuerda la importancia de estos pulmones azules que necesitamos proteger.
El Lago de Sanabria. / imijaloff
En un planeta donde casi todo parece girar en torno a las grandes ciudades y al mar, a menudo olvidamos la importancia de los lagos, esos cuerpos de agua dulce que salpican continentes y marcan la vida de millones de personas. Este 27 de agosto se celebra el Día Mundial de los Lagos, instaurado en 1998 por el International Lake Environment Committee (ILEC), y que nació con un propósito claro: visibilizar la fragilidad de estos ecosistemas y subrayar que sin ellos no hay futuro sostenible.
Los lagos no son solo escenarios para las vacaciones de verano o lugares idílicos para una foto de Instagram. Son fuentes esenciales de agua dulce, reguladores del clima, hábitats de especies únicas y espacios culturales de enorme valor simbólico. De hecho, según Naciones Unidas, más de la mitad del agua dulce accesible del planeta está almacenada en lagos.
España, tierra de lagos
Aunque a menudo asociamos los grandes lagos al norte de Europa, Canadá o Estados Unidos, España también cuenta con centenares de lagos, lagunas y embalses naturales que forman parte de nuestra identidad geográfica. Los Pirineos son el ejemplo más claro: allí encontramos más de un millar de lagos de origen glaciar, conocidos como ibones, que convierten a Aragón y Cataluña en un paraíso alpino.
LOS40
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Los lagos cumplen un papel clave en la regulación hídrica y energética
En total, se estima que en España existen más de 1.500 lagos y lagunas naturales, aunque el número exacto varía según la definición científica que se utilice. A estos hay que sumar los embalses —más de 1.200 repartidos por todo el territorio— que, aunque artificiales, cumplen un papel clave en la regulación hídrica y energética.
La Laguna Fuente De Piedra, en Málaga. / EyeEm Mobile GmbH
La Laguna Fuente De Piedra, en Málaga. / EyeEm Mobile GmbH
Entre los lagos más icónicos del país están la laguna de Gallocanta (Zaragoza y Teruel), la mayor laguna salina de la península Ibérica, famosa por acoger cada invierno decenas de miles de grullas; el lago de Sanabria (Zamora), el más grande de origen glaciar de la península; o la laguna de Fuente de Piedra (Málaga), célebre por su colonia de flamencos rosados.
Un termómetro climático
Más allá de su indudable belleza paisajística, los lagos funcionan como sensores naturales del cambio climático. Su temperatura media aumenta a un ritmo superior al de la atmósfera, lo que afecta directamente a la biodiversidad acuática. Cuando un lago pierde oxígeno o aumenta su salinidad, las especies que lo habitan entran en riesgo, y con ellas todo un ecosistema de aves, anfibios y comunidades humanas que dependen de ese equilibrio.
En España, la situación es especialmente delicada en las zonas húmedas mediterráneas, donde la presión urbanística, la agricultura intensiva y la sequía ponen en jaque a lagos y lagunas. Casos como el Mar Menor en Murcia son ejemplo de cómo la falta de control puede llevar a la degradación de un ecosistema único, con episodios de mortandad masiva de peces y protestas ciudadanas para exigir su protección.
Cada lago es un aliado crucial contra la crisis climática
Celebrar el Día Mundial de los Lagos significa, en última instancia, reconocer su papel vital y exigir políticas públicas que los protejan. Porque cuando un lago se seca o se contamina, no solo perdemos un paisaje: perdemos agua potable, biodiversidad y un aliado crucial contra la crisis climática.
Al final, el verdadero secreto de los lagos no está en que sean misteriosos, sino en todo lo que esconden: agua dulce vital, especies únicas, paisajes que regulan el clima y lugares que conectan a las personas con la naturaleza. Ecosistemas nos recuerdan que protegerlos es proteger nuestro futuro.
