Así funciona el oscuro (y multimillonario) mercado ilegal de animales y plantas
Conocemos los entresijos de una de las actividades delictivas más lucrativas del mundo y de la que apenas se habla en los medios.
El tráfico de especies mueve millones. / Ashley Cooper
La noticia se conocía esta misma semana: la Guardia Civil ha desmantelado un zoo privado clandestino en la localidad de Nules, Castellón, donde encontraron 150 animales de 56 especies, muchos de ellos en peligro de extinción. La operación se ha saldado con la detención de dos hombres de 30 y 35 años a los que se imputan delitos contra la fauna, tráfico de especies protegidas y contrabando.
Lo ocurrido sirve de excusa para tratar de entender mejor un problema mayúsculo y que supone una de las amenazas más serias para la biodiversidad global. Se estima que el tráfico ilegal de fauna silvestre mueve más de 15.000 millones de dólares al año, situándose entre las actividades delictivas más lucrativas del mundo, solo por detrás del narcotráfico, las falsificaciones y la trata de personas.
Para muestra de sus dimensiones, los datos. Entre 2015 y 2021, más de 4.000 especies de animales y plantas se vieron afectadas por este comercio, según Naciones Unidas. En ese mismo periodo se incautaron 13 millones de productos ilegales relacionados con estas espcies en 162 países, con un volumen total de 16.000 toneladas. Una red global que pone en jaque la vida silvestre y la estabilidad ecológica de amplias regiones del planeta.
LOS40
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Las especies más confiscadas incluyen anguilas europeas, maderas tropicales y plantas medicinales
Europa no está al margen. En 2023, la Unión Europea registró cerca de 5.200 actuaciones que se saldaron con la incautación de más de un millón de especímenes protegidos, entre ellos 600.000 animales vivos y 10.000 plantas vivas. Las especies más confiscadas incluyen anguilas europeas, maderas tropicales y plantas medicinales, además de animales exóticos destinados al mercado de mascotas, que representaron el 28 % del total.
Los países que acumularon el mayor número de decomisos fueron Alemania, Francia, Países Bajos y España, que concentraron alrededor del 75 % de todas las intervenciones dentro del bloque europeo.
Especies en el punto de mira
En España, las operaciones coordinadas con INTERPOL y el SEPRONA han dado lugar a intervenciones de gran alcance. En 2024, la operación internacional Thunder permitió rescatar casi 20.000 animales vivos en 138 países y detener a 365 sospechosos.
El pangolín es una de las especies más cotizadas. / Asim Patel
El pangolín es una de las especies más cotizadas. / Asim Patel
A nivel nacional, entre 2015 y 2020 se contabilizaron casi 5.000 casos de delitos contra especies protegidas, con más de 8.700 animales afectados. Sin embargo, solo un 7 % de estos casos terminaron en sentencia firme.
Entre las especies más traficadas, destacan los pangolines, de los que se calcula que se comercian ilegalmente más de 100.000 ejemplares al año, sobre todo hacia Asia, por la demanda de sus escamas en medicina tradicional. También los elefantes, cuya caza ilegal sigue alimentando el mercado de marfil: la operación Eburno, en 2025, permitió incautar 127 piezas talladas valoradas en 226.000 euros, a costa de la vida de alrededor de 100 elefantes.
España concentra el 30 % del tráfico ilegal de aves exóticas en Europa
Otros animales como tigres, rinocerontes, leones y gorilas son igualmente objeto de persecución, ya sea por su valor simbólico, medicinal o como parte de un comercio de lujo. El tráfico de loros representa otro foco de alarma: España concentra el 30 % del tráfico ilegal de aves exóticas en Europa, y actúa como puerta de entrada para ejemplares procedentes de América del Sur y África.
Este comercio no funciona de forma aislada. Diversas investigaciones han revelado sus vínculos con redes criminales organizadas, incluyendo actividades como el narcotráfico, el tráfico de armas o la trata de personas. La corrupción, la falta de control en los puntos de origen y la permisividad legal en países de destino facilitan el funcionamiento de una maquinaria delictiva compleja y transnacional.
Mucho más que un problema de conservación
Las consecuencias del tráfico de fauna van más allá de la pérdida de especies. El saqueo sistemático de la biodiversidad altera los equilibrios ecológicos, pone en riesgo la economía de comunidades locales y favorece la aparición de enfermedades zoonóticas, como el COVID-19. Naciones Unidas ha advertido de que muchas de las enfermedades emergentes de la última década tienen su origen en la captura, comercio y consumo de animales salvajes, en contextos de hábitat degradado.
Frente a esta realidad, instituciones como la ONUDC (siglas de United Nations Office on Drugs and Crime) trabajan para reforzar marcos legales y la cooperación internacional. Otras ONG especializadas, como EAGLE, han logrado más de 2.000 detenciones en África en los últimos veinte años, desarticulando redes de tráfico de marfil y escamas de pangolín. En España, el SEPRONA ha intensificado controles y decomisos, pero persisten limitaciones estructurales: escasa coordinación institucional, falta de una base de datos unificada y baja tasa de condenas.
La demanda internacional sigue creciendo, y sin un cambio estructural que actúe sobre el origen del tráfico —y desmonte las redes legales, financieras y logísticas que lo amparan—, el problema continuará.
Abordar esta amenaza exige sanciones más estrictas, mayor transparencia institucional, inversión en educación ambiental y una cooperación internacional efectiva. Solo con un enfoque integral será posible frenar una industria que amenaza tanto a la fauna como a la salud de los ecosistemas y las personas.
