‘Wish you were here’, de Pink Floyd: medio siglo de ausencia convertida en obra maestra
Se cumplen cincuenta años de la publicación de este clásico del rock progresivo
(MANDATORY CREDIT Koh Hasebe/Shinko Music/Getty Images) Pink Floyd live at Hakone Aphrodite, Kanagawa, August 6, 1971. (Photo by Koh Hasebe/Shinko Music/Getty Images) / Koh Hasebe/Shinko Music
El 12 de septiembre de 1975, Pink Floyd publicaba Wish you were here, su noveno álbum de estudio. Medio siglo después, aquel disco sigue considerado como una de las cumbres del rock progresivo; un trabajo que condensó el malestar interno de la banda tras el éxito planetario de The dark side of the Moon y convirtió la nostalgia por la figura ausente de Syd Barrett —primer cantante de la banda— en un manifiesto musical de alcance universal.
En 1973, The dark side of the Moon había transformado a Pink Floyd en un fenómeno mundial. El disco no solo fue un éxito comercial sin precedentes, sino que los convirtió en estandartes de un género, el rock progresivo, que por entonces buscaba expandir los límites del sonido. Sin embargo, la gloria arrastraba sus sombras: la presión de la industria, el agotamiento por las giras interminables y la dificultad de igualar un hito semejante.
Los cuatro miembros —Roger Waters, David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason— entraron en los estudios Abbey Road en enero de 1975 con un estado de ánimo dividido entre la euforia del triunfo y una sensación de vacío creativo. La figura de Syd Barrett, fundador del grupo y expulsado en 1968 debido a sus problemas mentales y de adicciones —falleció en 2006—, era fantasma recurrente. La ausencia de Barrett simbolizaba tanto lo que habían perdido como lo que temían perderse de sí mismos en medio de la maquinaria musical.
LOS40 Classic
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Wish you were here nació como un álbum conceptual sobre la ausencia, la alienación y la crítica a la industria musical. Waters, cada vez más firme como principal letrista, articuló un discurso en torno a la falta de autenticidad que sentían en el negocio discográfico y la nostalgia por los tiempos iniciales del grupo.
Musicalmente, el disco se construyó con estructuras largas y atmósferas envolventes. La suite “Shine on you crazy diamond”, dividida en dos bloques que abren y cierran el álbum, rinde homenaje a Barrett, con una melodía de guitarra de Gilmour que se ha convertido en seña de identidad. El título mismo alude al brillo perdido de aquel compañero caído en la sombra. La canción adquiere tintes legendarios por un episodio ocurrido durante la grabación: Barrett apareció inesperadamente en Abbey Road, irreconocible, obeso y rapado, hasta el punto de que sus antiguos compañeros apenas lo reconocieron. El impacto emocional de aquella visita quedó grabado para siempre en la memoria de la banda.
La canción central: “Wish You Were Here”
Si hay un tema que sintetiza el espíritu del álbum es el que le da título: “Wish you were here”. Nacida a partir de un riff acústico de Gilmour, la canción combina sencillez melódica con una letra que es pura confesión de Waters: la añoranza de Barrett, la distancia emocional entre los propios miembros y, en un plano más amplio, la sensación de desconcierto en un mundo dominado por el artificio. “How I wish, how I wish you were here” (“Cómo me gustaría que estuvieras aquí”), repetía el estribillo como un lamento íntimo que, paradójicamente, se convirtió en uno de los himnos más célebres del rock.
Publicado, como decimos, el 12 de septiembre de 1975 en Reino Unido (tres días después en Estados Unidos), el álbum debutó directamente en el número uno en ambos países. Solo en su primera semana en EE. UU. vendió más de un millón de copias, récord para la época. En Reino Unido permaneció en el primer puesto durante varias semanas y a lo largo de los años acumuló certificaciones multiplatino: más de 6 millones de copias vendidas en Estados Unidos y más de 13 millones en todo el mundo.
Aunque la crítica inicial fue ambivalente —algunos críticos lo acusaron de excesiva solemnidad—, el tiempo le dio una consideración casi unánime como obra maestra. Wish you were here consolidó a Pink Floyd no solo como un grupo de éxito, sino como una banda capaz de convertir su propio desencanto en arte perdurable.
El disco marcó un punto de inflexión en el rock de los setenta. Frente al virtuosismo instrumental que dominaba el progresivo, Pink Floyd ofrecía un viaje más emocional, menos técnico y más humano. La crítica a la industria musical, plasmada en canciones como “Have a cigar”, en la que incluso un cantante externo, Roy Harper, puso voz para dar mayor ironía al discurso y conectó con una generación que empezaba a mirar con sospecha la mercantilización del arte.
En la cultura popular, Wish you were here se convirtió en un símbolo de autenticidad. Su portada, diseñada por Storm Thorgerson, mostraba a dos hombres estrechándose la mano mientras uno de ellos arde en llamas: una metáfora visual del trato discográfico y del engaño inherente al mundo del espectáculo. Esa imagen, junto al eco melódico del tema central, definió una época y consolidó la influencia del grupo en décadas posteriores.
