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El "arca vegetal" que protege a la humanidad: ¿Qué es el Banco Mundial de Semillas?

Un refugio en el Ártico custodia la diversidad de los cultivos frente a catástrofes y al cambio climático.

Banco Mundial de Semillas (foto: Michael Major for Crop Trust). / Michael Major

En una remota isla del archipiélago de Svalbard, en Noruega, se esconde un lugar que parece sacado de una novela de ciencia ficción, pero que existe y cumple una función vital: el Banco Mundial de Semillas, también conocido como la Bóveda Global de Semillas de Svalbard. Construido en 2008 a más de 120 metros de profundidad en una montaña helada, este depósito guarda la mayor colección de semillas del planeta, un verdadero seguro de vida para la biodiversidad agrícola y la alimentación del futuro.

La idea detrás de este proyecto es sencilla y a la vez trascendental: preservar la diversidad genética de los cultivos en caso de catástrofes naturales, guerras, efectos del cambio climático o crisis alimentarias. Si un país perdiera sus semillas por un desastre o un conflicto, podría recuperarlas gracias a las copias almacenadas en esta bóveda. Por eso se la conoce como el "arca de Noé vegetal".

El origen de este banco está ligado a la creciente preocupación por la erosión genética de los cultivos. A lo largo de la historia, los seres humanos hemos domesticado miles de especies y variedades de plantas, pero en las últimas décadas muchas han desaparecido debido a la agricultura intensiva y a la globalización de los mercados. Hoy, gran parte de nuestra alimentación mundial depende de unas pocas especies, como el arroz, el trigo, el maíz o la soja, lo que nos hace más vulnerables ante plagas, enfermedades o cambios climáticos extremos.

Solo los depositantes pueden recuperar sus semillas en caso de necesidad

La FAO y el gobierno de Noruega, junto a la organización Crop Trust, impulsaron la creación de esta infraestructura única. No es un banco genético en el sentido tradicional, porque no se dedica a la investigación ni al intercambio de semillas. Funciona como un depósito de seguridad: cada país o institución envía duplicados de sus colecciones nacionales, que quedan guardados en condiciones óptimas de frío y baja humedad. Solo los depositantes pueden recuperar sus semillas en caso de necesidad.

Las semillas son clave para el futuro de la humanidad / athima tongloom

Hoy, el Banco Mundial de Semillas alberga más de un millón de muestras provenientes de casi todos los rincones del planeta. Entre ellas hay variedades tradicionales y modernas de cultivos tan diversos como arroz, sorgo, maíz, trigo, frijoles o tubérculos. Algunas semillas son únicas y no existen en ningún otro sitio.

El frío extremo del lugar actúa como refrigeración natural

Su localización no es casual. Svalbard está a medio camino entre Noruega continental y el Polo Norte, una zona geológicamente estable, con permafrost natural y de difícil acceso. El frío extremo del lugar actúa como refrigeración natural y, en caso de fallo eléctrico, las semillas seguirían protegidas durante décadas. La estructura, diseñada para resistir terremotos y desastres, representa una apuesta de largo plazo por la seguridad alimentaria global.

Un seguro para el futuro

La importancia de esta iniciativa es evidente. En un mundo marcado por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el aumento de la población, proteger la diversidad genética de los cultivos es garantizar la resiliencia de la agricultura. Las semillas almacenadas hoy en Svalbard podrían ser la clave para alimentar a las generaciones futuras con variedades resistentes a sequías, plagas o nuevas enfermedades.

El Banco Mundial de Semillas no es solo un almacén: es un símbolo de cooperación internacional en un tiempo de crisis. Cada caja enviada a esta bóveda representa la confianza de países e instituciones en un proyecto común para salvaguardar algo que nos pertenece a todos: la base de nuestra alimentación.