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¿Cómo funcionan las incineradoras de residuos y por qué se oponen a ellas los ecologistas?

Más de 150 organizaciones reclaman a la UE detener nuevas incineradoras y apostar por una economía circular.

Las incineradoras de residuos generan un elevado volumen de emisiones. / cgdeaw

Se habla mucho de ellas y de los problemas e incomodidades que generan. Pero, ¿qué son exactamente las incineradoras de residuos? ¿Cómo funcionan? Y quizás, la que es la pregunta del millón: ¿hay alternativa en un mundo en el que cada vez tiramos más desperdicios a la basura? 

De entrada, conviene saber de qué hablamos. Las incineradoras de residuos son instalaciones diseñadas para quemar basura doméstica, comercial o industrial a altas temperaturas con el fin de reducir su volumen y, en muchos casos, generar energía. El proceso comienza con la llegada de los desechos mezclados, que se depositan en grandes fosos antes de pasar a hornos que alcanzan temperaturas superiores a los 850 ºC. Allí, los materiales combustibles se oxidan rápidamente y se convierten en gases y cenizas, mientras que el calor producido se aprovecha para generar vapor, utilizado en turbinas de producción eléctrica o en redes de calefacción urbana.

Los ecologistas quieren que no se construyan más incineradoras. / Lyudinka

Este sistema se presenta como una solución para aquellos residuos que no pueden reciclarse, pero no elimina por completo el problema: alrededor de un tercio del peso inicial permanece en forma de cenizas y escorias que deben ser trasladadas a vertederos especiales. Además, aunque las tecnologías de filtrado de humos han mejorado con los años, siguen sin eliminar del todo contaminantes como dioxinas, furanos, metales pesados o partículas ultrafinas. Por eso, la incineración continúa siendo señalada por su impacto ambiental y sus posibles efectos en la salud de las comunidades cercanas.

Objetivo: parar las nuevas instalaciones

La cuestión de las incineradoras ha rebasado el terreno técnico para convertirse en un debate político. Ahora, más de 150 organizaciones de la sociedad civil, agrupadas en la red Zero Waste Europe, han pedido a la Comisión Europea una moratoria inmediata para la construcción de nuevas instalaciones. Según denuncian, la Unión Europea ya cuenta con suficiente capacidad para incinerar más de 60 millones de toneladas de residuos al año, por lo que ampliar este modelo supondría un exceso de infraestructura que frenaría el avance hacia la economía circular.

Levantar nuevas instalaciones hoy comprometería a Europa a décadas de emisiones innecesarias

Los ecologistas advierten además de que la incineración no solo genera subproductos peligrosos, sino que también representa un serio problema climático. El alto contenido de plásticos en los residuos provoca que las emisiones de CO₂ de estas plantas superen, en ocasiones, a las de algunas fuentes fósiles. En consecuencia, levantar nuevas instalaciones hoy comprometería a Europa a décadas de emisiones innecesarias, en contradicción con los objetivos del Pacto Verde Europeo y la neutralidad climática fijada para 2050.

A esta crítica se suman las denuncias de las comunidades que viven junto a incineradoras ya existentes, que aseguran estar expuestas a contaminantes persistentes como las dioxinas, los PFAS o los metales pesados. Estos compuestos se han relacionado con enfermedades graves, entre ellas el cáncer, problemas en el sistema inmunológico o alteraciones en el desarrollo infantil. Por ello, la coalición ecologista no se limita a pedir la paralización de nuevas plantas, sino que propone reducir progresivamente la capacidad actual, desmantelando cada año alrededor de un 5 % de las instalaciones.

La alternativa, señalan, pasa por invertir de manera decidida en infraestructuras circulares: sistemas de reutilización, compostaje, recogida selectiva y tecnologías avanzadas de reciclaje. Para los defensores de este modelo, seguir apostando por quemar residuos es un callejón sin salida que retrasa la transición hacia un futuro sin basura y con menor impacto sobre el clima y la salud pública.